¿El polvo es el principal enemigo de su hijo? ¿El pequeño se rasca la nariz todo el día? ¿No se puede acercar a los animales ni a las plantas? ¿Estornuda tantas veces que fácilmente podría tener un récord? ¿Carga siempre pañuelos para sonarlo? Si respondió afirmativamente a estas preguntas, posiblemente su niño sufre de rinitis alérgica.
Esta enfermedad es muy frecuente y puede afectar en gran medida la vida diaria de los menores. Aunque no hay una cura definitiva, sí existen tratamientos para disminuir los síntomas. Sin embargo, la clave es hacer énfasis en la prevención.
La rinitis alérgica es una inflamación de la mucosa nasal, particularmente de unas estructuras llamadas cornetes, que se produce cuando hay una reacción alérgica frente a ciertos factores desencadenantes, como el polvo casero, los ácaros que viven en el tapete, el colchón y las almohadas; la contaminación ambiental y animales como perros, gatos, caballos o pájaros.
“Muchas veces se produce porque hay una predisposición genética, pero básicamente ocurre por una sensibilización. Es decir, el sistema inmunológico de cada organismo reconoce como extraño algo que está en el ambiente y responde de manera exagerada frente a ese estímulo. Es como una respuesta de defensa”, explica el otorrinolaringólogo pediatra Juan Camilo Ospina.
Según el especialista, es posible detectar precozmente los síntomas alérgicos y prever que el pequeño sufrirá de rinitis, como por ejemplo cuando al bebé le da costra láctea en los primeros meses de nacido o se brota con las picaduras de mosquitos.
Señales alérgicas
Los síntomas son muy parecidos a los de la gripa, solo que el paciente no tiene el malestar general, ni tos, ni fiebre. Las características principales de la rinitis son estornudos frecuentes y repetitivos, rasquiña en la nariz, cogestión nasal y cantidad abundante de secreciones nasales.
“En la medida que los niños se expongan más a los alérgenos, los síntomas van a estar presentes mayor parte del tiempo. Cuando esto ocurre, la mucosa nasal se inflama tanto, que el menor no puede respirar debido a la obstrucción en la nariz”, comenta Ospina.
Uno de los problemas más grandes que genera la rinitis alérgica es que puede afectar el rendimiento cognitivo e intelectual, pues en ocasiones el niño no duerme bien porque dura toda la noche congestionado y sonándose. Esto provoca que durante el día el pequeño tenga sueño y por ello no pueda concentrarse ni memorizar, afectándose su rendimiento escolar.
Además, muchas veces los menores son discriminados socialmente por sus recurrentes estornudos y la secreción nasal excesiva. Igualmente, algunos padres suelen regañarlos por las manías que adquieren, como rascarse continuamente la nariz. La rinitis se ha vuelto muy común entre los niños, sobre todo por el aumento de la contaminación ambiental, que afecta negativamente los síntomas alérgicos.
Adiós estornudos
La clave para tratar la enfermedad es identificarla y para esto es importante acudir a un especialista (pediatra, otorrinolaringólogo, inmunólogo o alergólogo) para recibir asesoría. Cuando ya se tiene el diagnóstico, lo más importante es hacer énfasis en la prevención de la exposición a los alérgenos.
Los padres deben tener en cuenta ciertas medidas en el hogar, que pueden mejorar los síntomas del niño.
Se recomienda que el cuarto del pequeño esté libre de polvo y no tenga tapete, las fundas de la cama se laven con frecuencia, el colchón y las almohadas se cubran con forros antiácaros y no haya flores dentro de la casa. Es preferible evitar el o con muñecos de peluche y animales. Tampoco se debe fumar cerca de él.
Junto a estas medidas, también es indicado mantener una buena limpieza nasal con gotas de suero fisiológico y enseñarle al niño a sonarse la nariz, que debe hacerse con pañuelos de tela y no de papel, porque sueltan partículas que favorecen la rinitis.
Uso de medicamentos
Cuando el médico tratante lo considere necesario se pueden utilizar medicamentos como los antihistamínicos, para controlar y disminuir los síntomas alérgicos. Sin embargo, “este tipo de fármacos tiene unos efectos secundarios que son muy incómodos, pues generalmente producen sueño. Además, después de unos meses de su consumo, el efecto paliativo disminuye”, afirma el pediatra Rubén Darío Franco.
Es importante tener en cuenta que la rinitis es una enfermedad crónica y una condición del sistema inmunológico que se puede modificar, pero no se cura. Eventualmente cuando el paciente llega a la adolescencia mejoran los síntomas.
Procedimientos ‘curativos’
Si las medidas preventivas y las terapéuticas no dan buenos resultados, se puede recurrir a la inmunoterapia o, en última instancia, a la cirugía.
En estos casos, es imprescindible conocer a qué reacciona negativamente el niño. Para ello, existen exámenes de sangre que logran determinar el grado de respuesta alérgica frente a unos alergenos y también hay pruebas cutáneas que miden la respuesta en la piel frente a algunas sustancias.
Después de determinar los factores alérgicos, se puede iniciar la inmunoterapia. Según el pediatra Rubén Darío Franco, “este procedimiento consiste en la aplicación de una especie de vacunas que desensibilizan al pequeño frente a lo que antes le ocasionaba los síntomas, de modo que pueda exponerse con mayor intensidad”. Puede durar entre dos o tres años, dependiendo de la severidad.
La cirugía para aliviar la rinitis no busca mejorar la alergia, sino controlar los problemas obstructivos. “La idea es resecar las adenoides o disminuir el tamaño de los cornetes para mejorar la respiración. Para realizar estos procedimientos primero deben controlarse los síntomas. Antes de hacerla, es adecuado evaluar cuidadosamente si el menor merece ser operado”, afirma el otorrinolaringólogo pediatra Juan Camilo Ospina.
Por Juan David Cárdenas P.
Redactor ABC del bebé.