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El viejo roquero de patineta motorizada detrás de la emisora del Instituto Caro y Cuervo en Bogotá

Víctor Ogliastri Posso cruza sobre ruedas sus 70 años en Bogotá, con el valioso recaudo de una vida dedicada al periodismo cultural.

Víctor Ogliastri Posso, bogotano de 70 años, pionero de la radio cultural en Colombia. Foto: Ricardo Rondón

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Como en el bolero 'Negrura', interpretado por el cubano Rolando Laserie, Víctor
Ogliastri Posso, bogotano de 70 años, pionero de la radio cultural en Colombia
, lleva una pena en el alma...

​(Lea también: La falta de orden de floristas en Paloquemao que tiene inquietos a los habitantes de Bogotá: estas son las medidas de la Alcaldía).

No es por el desengaño de una mujer que, de haberlo padecido, no le hubiera pesado tanto como el tesoro de toda una vida que le arrebató un malandrín chileno, su socio en un bar del centro de la ciudad, cuando a mediados de los
años 90, de la noche a la mañana, trasteó con su colección de más de 3.000 vinilos de rock, que hoy valdría oro puro.

El bar solo tenía 8 meses de estar funcionando. Los dos tenían llaves del establecimiento. La noche anterior al robo, Ogliastri, después de cuadrar cuentas, se despidió del chileno, como de costumbre. Hacia las 3 de la tarde del día siguiente, Víctor abrió candados, subió la reja y se percató, rota el alma, de que el pillo le había hecho un monumental 'paquete chileno': "se llevó hasta los vasos",dice aún desesperanzado.

Víctor Ogliastri Posso en la emisora. Foto:Ricardo Rondón

Su colección de rock, que abundaba en álbumes y ediciones especiales de bandas icónicas de los años 60, 70, 80 y principios de los 90, se remite a un impulsivo ejercicio de coleccionista que él inició a los diez años, cuando su madre le obsequió el primer álbum que desató la fiebre rocanrolera: 'Meet The Beatles', descubrimiento del universo roquero que lo marcaría de por vida.

Hijo de una femme nómade y de un contador público afiebrado por la literatura, Ogliastri se crió en el antiguo barrio de Las Angustias (calle 24 con avenida Caracas), donde confluían en esa época la Pensión Alemana, la Fábrica de Comapan, las cantinas arrabaleras próximas al Cementerio Central, el Bolívar Bolo Club, el Instituto de Seguro Social (ISS) y la Radiodifusora Nacional de Colombia.

Fiebre roquera

Hubo un tiempo en que Ogliastri, impúber, aquejado por una bronquitis crónica, vivió confinado a su habitación que transformó en la provechosa arca de sus sueños: discos de rock, radio cultural, radionovelas y radioteatro, y libros de su padre, desde el Tarzán de Édgar Rice Burroughs, hasta obras de Agatha Christie,

Dostoievski, Flaubert, Balzac, Julio Verne y Edmondo de Amicis, entre otros, lecturas que pasaba con cucharadas de Emulsión de Scott y Aceite de Hígado de Bacalao.
Ardía mayo del 68 en París, y por la trashumancia penitente de su progenitora, Ana del Carmen Posso, mezcla de jipi, con chispas intelectuales de Pat Smith, Simone de Beauvoir y Arnoldo Palacios, el joven roquero transitó por un laberinto de barrios y colegios de Bogotá y de otras latitudes como Manizales, Neiva, San Agustín, San Andrés Islas, que le hicieron repetir tres veces tercero de
bachillerato, hasta que por fin se graduó en el colegio San Pablo, de la capital.

Víctor Ogliastri Posso guarda discos de rock en su habitación. Foto:Ricardo Rondón

Por el rock, que pitaba como locomotora desbocada en las estaciones radiales, el Parque Julio Flórez (siempre conocido como de los jipis), y el Pasaje de la 60, de Chapinero, epicentro del rock en vinilo, la moda multicolor, las greñas alborotadas y la sicodelia, Ogliastri se encarriló por la divulgación musical en radio.

Una fortuna, a sus 19 años, fue su primer trabajo como productor y después locutor en la emisora HJCK (la de 'la inmensa minoría') de Álvaro Castaño Castillo y su esposa Gloria Valencia. Con ese sueldo pagó su carrera de Comunicación social y periodismo en la Universidad Javeriana, y empezó a abonar el terreno de lo que sería su futuro como consagrado periodista cultural.

Víctor surgió ante micrófonos con programas como 'Rock adulto' y 'Grandes músicos del Rock', en la era del sol naciente de relevantes figuras de la radio juvenil como Édgar Restrepo Caro (percusionista, promotor musical de Phillips,
integrante del grupo Génesis), Gustavo Arenas ('Doctor Rock'), Armando Plata, Álvaro Díaz, Édgar Hozmman, Gonzalo Ayala, Manolo Bellón y el místico Sam Giraldo, entregado cultor del rock que terminó en el budismo.

Hizo sus pinos en cine y publicidad, pero a tiempo reparó en que eso no era lo suyo. Fue cuando se aventó a abrir el bar de rock, con la irremediable pérdida de su colección, y retornó a las cabinas y consolas radiales, a finales de la década de los 90, está vez en la emisora de la Universidad Nacional, con la rectoría de Víctor Moncayo.

Recomendado por Carlos Álvarez, fundador de la Escuela de Cine y Televisión del alma mater, Ogliastri recuerda que su debut coincidió con la luctuosa noticia del asesinato de Eduardo Umaña Mendoza, reconocido profesor y abogado,
especializado en derechos humanos, acribillado por fuerzas oscuras el 18 de abril de 1998. El revuelo de la cruenta primicia fue una reunión extraordinaria de rector, vicerrector, profesores y equipo de la emisora, incluido Ogliastri, para dedicar una programación especial al catedrático.

Víctor Ogliastri Posso, quien está detrás de la emisora del Instituto Caro y Cuervo. Foto:Ricardo Rondón

Cultura y patineta

 Ogliastri Posso duró 17 años trabajando en la emisora de la Universidad Nacional desde distintos frentes, como realizador y conductor de programas de análisis político, educativo, científico, tecnológico, económico y cultural, con profesores y peritos en distintas ramas, bagaje y experiencia que él considera como una
verdadera maestría en la práctica. 

También se desempeñó como jefe de prensa de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, y con ella creó varios programas como 'La Filarmónica en su casa', y el noticiero 'Distrito Cultural' que, desde su primera emisión, en 1998 (en la actualidad por la emisora del Instituto Caro y Cuervo), se emite a lo largo de 26 años: "El único noticiero cultural en Colombia, si no el primero, por lo menos el
más antiguo", resume Ogliastri.
El único noticiero cultural en Colombia, si no el primero, por lo menos el
más antiguo
Víctor cruza sus 70 años con el mismo entusiasmo y rigor que a los 19 inició su ruta como periodista cultural en la HJCK, hoy como director de la emisora del Instituto Caro y Cuervo, en su preciosa quinta urbana de La Candelaria (Calle 10 #4-69), que honra la misión de don Rufino: "la de seguirles el rastro a las palabras".

El debut de Ogliastri, en "C y C Radio" (sigla de la emisora cultural), el 21de febrero de 2014, fue con una entrevista de 2 horas a la maestra folclorista Totó La Momposina, por su álbum "Cómo es la cuestión", que Víctor, con la venia de Totó, adoptó para su espacio de entrevistas musicales, por donde han desfilado figuras
como María Mulata, Adriana Lucía, Teté Novoa, Mago de Oz, Armando Manzanero, Phil Manzanera, Eduardo Carrizosa, y Fruko, de una larga lista.

Con 12 horas de programación continua (6 AM a 6 PM, incluidos domingos y festivos), y un registro de más de 500 entrevistas a letrados de su programa “Escritores en su tinta", con la producción de Santiago Cortés, Ogliastri, en sus 70 abriles, es un curioso caso de vitalidad, trabajo obsesivo, y optimismo: no se duele de nada. Por el contrario, antes de las 7 de la mañana ya está en el Instituto Caro y Cuervo. Es consciente de la hora en que llega, pero no de la hora en que se marcha.

Víctor Ogliastri Posso con su colección. Foto:Ricardo Rondón

De regreso de la jornada, se desplaza a su apartamento de Chapinero Alto en patineta motorizada, como un adolescente feliz, protegida su testa de monje budista por un cinematográfico casco de motocicleta Vespa, que lo hace ver como
un incógnito gigoló, inmerso en una trama policíaca del Neorrealismo italiano, conectado por sus audífonos al planeta rock del Spotify.

En su refugio vive rodeado de libros y música en CD (porque la de vinilo se la cargó el avivato de tierras australes), la gran riqueza de los periodistas culturales, porque la del signo pesos nunca ha sido la más pródiga y solvente; peor aun
cuando quedan vacantes y se ven obligados a rematar sus bibliotecas y discotecas en librerías de viejo, o en los mercados de las pulgas.

Ogliastri todavía se duele de su colección de rock, porque parte de su vida se fue con ella, ya que la abrigó desde la adolescencia. Estamos hablando de joyas como: la colección original de The Beatles, prensada en Colombia por Codiscos.

La colección de Emerson, Lake & Palmer. La colección de Yes, y casi toda la producción de Rolling Stones, el álbum triple de Woodstock, entre otras reliquias hoy difíciles de rescatar.

Y porque ha sido un lobo solitario a la saga de las huellas primigenias del rock y de su evolución, proyectado a desempolvar orígenes, historias, anécdotas; comparar ediciones de ayer y de ahora, a partir de versiones clásicas en otras
voces, lenguas y ritmos, como una que ahora se le antoja poner en su viejo tornamesa, la de "Samba pa’ ti", del legendario Carlos Santana, en versión del compositor y percusionista estadounidense Michael Shrieve. ¡Qué soda!

No es tarde para el hombre tratar de recuperar algo del invaluable tesoro perdido, porque en esa tarea está avanzando su piloso hijo Marcelo, experto en platillos voladores.

​Ricardo Rondón Chamorro
​Especial para EL TIEMPO
​En X: @pacoapostol

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