China completó un proyecto forestal de gran escala que comenzó en 1978: la creación de una barrera de árboles de unos 3.000 kilómetros de longitud en la región de Xinjiang, diseñada para rodear el desierto de Taklamakan.
Conocido como el “Cinturón de Abrigo de los Tres Nortes” o simplemente la “Gran Muralla Verde”, el proyecto fue parte clave de la estrategia del gobierno chino para enfrentar la desertificación, un problema que afecta actualmente al 26,8 % de la superficie terrestre del país.
La iniciativa, centrada en el noroeste árido de China, también busca frenar las tormentas de arena estacionales que afectan regiones como Pekín y se extienden incluso hasta Corea y América del Norte.
Resultados y desafíos del proyecto forestal
Durante las últimas cuatro décadas, China ha plantado más de 30 millones de hectáreas de árboles. Como resultado, la cobertura forestal nacional ha aumentado del 10 % en 1949 a más del 25 % hacia finales de 2023, según cifras oficiales citadas por el 'Diario del Pueblo, medio local de China. En Xinjiang, específicamente, la cobertura pasó del 1 % al 5 %.
Sin embargo, no todos los resultados han sido positivos. Críticos del proyecto han señalado que la tasa de supervivencia de los árboles plantados ha sido baja en muchas zonas, y que los cinturones verdes no han logrado frenar de manera eficaz las tormentas de arena, que siguen siendo recurrentes.
Zhu Lidong, funcionario forestal de Xinjiang, afirmó en una rueda de prensa en Pekín que los esfuerzos continuarán.
Entre las medidas futuras están la restauración de bosques de álamos en el extremo norte del Taklamakan y la creación de nuevas redes forestales para proteger tierras agrícolas en el oeste de la región, mediante el uso de aguas desviadas de inundaciones.
Una iniciativa con ecos globales
El proyecto de China ha cobrado relevancia en un contexto global de creciente desertificación. Un informe reciente de la ONU, citado por 'Deutsche Welle', adviertió que el 77 % de la superficie terrestre del planeta es hoy más árida que hace 30 años.
La desertificación, causada tanto por fenómenos naturales como por la actividad humana —como la agricultura no sostenible y la deforestación—, se perfila como una amenaza existencial global.
Países de Europa como Portugal, España, Italia y Grecia podrían enfrentar condiciones similares a las del norte de China si no se adoptan medidas de mitigación.
Según Nichole Barger, presidenta del Científico-Político de la Convención de la ONU para Combatir la Desertificación, “sin esfuerzos coordinados, miles de millones de personas enfrentarán un futuro marcado por el hambre, el desplazamiento y el declive económico”.
El caso del Gobi y la innovación tecnológica
Aunque el proyecto en Xinjiang se centra en el Taklamakan, la lucha de China contra la desertificación también incluye al desierto de Gobi.
Según el medio citado, China ha recuperado más de cinco millones de hectáreas cerca del Gobi mediante tecnología avanzada como el riego por goteo, drones, sensores y monitoreo satelital.
El plan ecológico está alineado con metas de seguridad alimentaria y desarrollo geoestratégico, en un intento de convertir regiones áridas en tierras productivas.
No obstante, persisten riesgos derivados del cambio climático y el uso intensivo del suelo, lo que sugiere que la lucha contra el desierto está lejos de haber terminado.
*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.
JOS GUERRERO
EQUIPO ALCANCE DIGITAL
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