Han pasado 23 años desde que el día de marzo de 1989, en que el mundo quedó boquiabierto ante el video de Like a Prayer de Madonna. Tanto la letra de la canción como el video eran un atrevimiento.
En la letra, la artista le daba doble sentido a expresiones religiosas y las convertía en insinuaciones sexuales, según quien las intepretara. Y el video, ni hablar: La cantante era testigo de un asesinato en una calle y veía como se acusaba a un hombre inocente, afroamericano. Pero ahí no paraba la cosa: soñaba con que estaba en una iglesia y su amor a Dios se transformaba, de pronto un santo, también de raza negra bajaba de los altares y ella lo besaba.
El Vaticano protestó, las familias conservadoras también lo hicieron. Pepsi, que le había pagado 5 millones, por un video de antesala al video oficial, en el que daba adelantos de la canción, se vio atacada por los indignados y hasta retiró su video y acabó el contrato con la cantante (hace poco se disculparon y lo dejaron al aire, como para el recuerdo).
Like a Prayer, carátula del álbum de Madonna. Foto:Archivo particular
Todo eso generó Like a Prayer, una canción que fue la punta de lanza del álbum del mismo nombre con el queMadonna, de entonces apenas 30 años, sentía que debía consolidar su carrera.
Si bien ya la conocían como ‘La chica material’, retomando el título de una de sus canciones, su público hasta entonces había sido más bien juvenil y ella misma sentía que le hacía falta ser tomada en serio, que el mundo musical en pleno viera que no se trataba de una artista de consumo desechable. Y, quizás, la primera que necesitaba reforzarlo era ella misma.
La documentación sobre todo lo que pasó detrás de Like a Prayer da el contexto de una Madonna cuyo matrimonio con el actor Sean Penn se había ido al traste (pidieron el divorcio en enero de 1989), durante el año anterior había intentado impactar en el cine y en el teatro sin conseguir mucho eco y, por otro lado, los 30 son sinónimo de adultez y ella necesitaba dejar de ser identificada como una artista para adolescentes.
Madonna reflexionaba mucho sobre la relación entre su educación católica y el sentimiento de culpa que solía acompañarla, así lo dijo en entrevistas posteriores a este lanzamiento. Y de esas reflexiones salió la letra de la canción.
Llamó a dos músicos excelentes para que le presentaran pistas para el que sería el lanzamiento del que sería su nuevo álbum, el decisivo, el que la consolidaría como una artista mundial, para público -ojalá- más adulto. Y se decidió por la maqueta que le presentó Patrick Leonard (autor también de Open Your Heart, Frozen y Live To Tell).
Madonna compuso la letra en tres horas. Diría después que la letra tenía una idea, la de “una joven apasionada, tan enamorada deDios que es casi como si él fuera la única figura masculina en su vida”.
Era algo polémica desde el principio, por momentos, se registra que el mismo Leonard temía por los efectos de la letra, pero Madonna, que siempre ha controlado sus palabras, su música, su imagen y su carrera como estrella, no cedió, no cambió, no suavizó nada.
Aún parece irable que hubiera incluido un coro de góspel, para terminar de armar esta canción tan definitiva en su carrera, que ala postre lleva más de de cuatro décadas.
Han pasado 35 años desde que Like a Prayer llegó a la radio. Llegó al número uno en listas de Estados Unidos y Reino Unido (ya había logrado esa hazaña antes, pero esta vez logró el objetivo de darle un respeto diferente y atraer nuevos públicos), consiguió nominaciones y premios. Madonna sigue intérpretándola, es un ícono. Aún hoy, pese a la polémica que hubo de por medio, es considerada una de las mejores canciones de todos los tiempos.
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