WASHINGTON — La toma militar en Níger ha puesto de cabeza años de esfuerzos antiterroristas occidentales en África Occidental y plantea nuevos retos para la lucha de la istración Biden contra los militantes islamistas.
Los esfuerzos liderados por Estados Unidos para desarticular las redes terroristas en gran medida no han tenido éxito en África, particularmente en el Sahel, la vasta región al sur del Sahara donde los grupos vinculados con Al Qaeda y el Estado Islámico han estado ganando terreno a un ritmo alarmante. Pero Níger recientemente ha sido la excepción.
Los ataques terroristas contra civiles disminuyeron allí 49 por ciento este año, en gran parte debido a los 2 mil 600 soldados ses y estadounidenses entrenando y ayudando a las fuerzas de Níger y una estrategia de contrainsurgencia múltiple de Mohamed Bazoum, el Presidente depuesto, dicen los analistas. Níger ha frenado, mas no detenido, una ola de extremistas que avanza hacia el sur, hacia los estados costeños.
Ahora todo eso podría estar en peligro si estalla un conflicto regional o si la junta ordena a las fuerzas occidentales, incluyendo mil 100 efectivos estadounidenses, que se retiren y que se cierren tres bases de drones estadounidenses.
Un vacío de seguridad en Níger podría animar a los militantes a intensificar la propaganda, aumentar el reclutamiento de combatientes locales y extranjeros, establecer miniestados en áreas remotas y planear ataques contra países occidentales. Eliminar la presencia de EE. UU. haría más difícil identificar y desbaratar amenazas rápidamente, dijeron funcionarios de EE. UU.
También podría abrir la puerta a la influencia rusa en la forma de la compañía militar privada Wagner, que tiene presencia en el vecino Malí, dicen funcionarios estadounidenses.
Decenas de miles de personas han muerto violentamente y 3.3 millones han huido de sus hogares durante la última década en Níger, Malí y Burkina Faso, países colindantes. El número de muertos en Malí se duplicó el año pasado a unos 5 mil, mientras que en Burkina Faso aumentó 80 por ciento, a 4 mil, reporta el Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados. El 15 de agosto, 17 soldados nigerinos resultaron muertos y 20 heridos por insurgentes armados en el suroeste de Níger.
La violencia se está extendiendo hacia las naciones más ricas a lo largo de la costa del Golfo de Guinea. Militantes de Burkina Faso han llevado a cabo ataques en el norte de Togo y Benin, y el International Crisis Group ha advertido que la violencia podría extenderse a Costa de Marfil.
Desde el levantamiento del 26 de julio, Francia y la Unión Europea han suspendido alguna ayuda a Níger. Antony J. Blinken, el Secretario de Estado de EE. UU., ha dicho que los lazos de seguridad estadounidenses, valuados en unos 500 millones de dólares desde el 2012, también estaban en peligro si no se revertía el golpe. Estados Unidos suspendió los entrenamientos y los vuelos de drones y restringió a sus tropas a las bases. Francia también ha suspendido todas las operaciones conjuntas con el Ejército de Níger.
Estados Unidos ha realizado ejercicios de entrenamiento en Mauritania, Ghana, Chad y otros lugares de la zona. Pero ninguno de esos países tiene una ubicación tan céntrica como Níger, ni parece probable que acepte una presencia militar estadounidense tan grande.
Varios funcionarios de África occidental han advertido que el grupo mercenario Wagner podría tomar pasos para llenar el vacío si las tropas sas se retiran, en medio de rumores de que un funcionario de la junta de Níger se reunió recientemente con representantes del grupo paramilitar en Malí.
“No duden en llamarnos en cualquier momento”, dijo Yevgeny V. Prigozhin, fundador de Wagner, en un mensaje de audio dirigido a la junta de Níger que fue compartido en Telegram.
Por: Eric Schmitt, Declan Walsh y Elian Peltier