EAST WENATCHEE, Washington — El olor a alitas de pollo llenaba el Side Chick Sports Bar mientras los electricistas se acomodaban en las mesas. Era martes en East Wenatchee y “noche de hermandad” para el sindicato eléctrico.
Sean Nickell, de 32 años, y Chris Bennett, de 35, estaban sentados debajo de un televisor que transmitía un partido de beisbol a todo volumen. Estaban aquí para construir centros de datos, edificios de concreto con sistemas HVAC del tamaño de tráileres que impulsan los nuevos sistemas de inteligencia artificial que la industria tecnológica cree que son la clave para su futuro.
Hacer IA requiere inmensas cantidades de computación y la energía eléctrica para que eso suceda. Por ello los electricistas están acudiendo en masa a regiones que, por ahora, tienen energía de sobra. Cientos han llegado a un triángulo de condados unidos por presas hidroeléctricas a lo largo del Río Columbia, trabajando 60 horas a la semana que les permiten ganar hasta 2 mil 800 dólares semanales después de impuestos.
Bennett era originario de Tennessee, donde un electricista con el que se formó le sugirió viajar porque podía ganar más, construir más y ver más de este mundo. Gana el doble de lo que podría percibir en casa.
Nickell y su esposa, técnica de imágenes médicas, tienen seis años de estar viajando. “Deberíamos poder jubilarnos cuando tenga 43 o 45 años”, dijo.
En el cercano poblado de Quincy, se empezaron a construir centros de datos hace unos 15 años. El pueblo agrícola es rico, aunque la mayoría de los residentes no lo son. Tiene una nueva y reluciente preparatoria, construida con impuestos prediales que un funcionario sindical describió como “dinero directo de centros de datos”. El índice de pobreza del distrito ha disminuido lentamente durante la última década, pero hasta dónde llegará es una pregunta abierta.
El hecho de que la Internet moderna funcione desde aquí se remonta en parte al final de la última era de hielo. A medida que el clima se calentaba, una presa de hielo en un lago glacial falló repetidamente. Las inundaciones excavaron estrechos cañones que brindan una fuente de energía hidroeléctrica.
En el 2006, el Estado de Washington promulgó una exención al impuesto sobre las ventas para los centros de datos para fomentar la construcción. Los centros se extendieron hacia el oeste desde Quincy, por las laderas de East Wenatchee, para bajar por el Río Columbia hasta la pequeña Malaga. Ya hay alrededor de 50 edificios de centros de datos y más de mil 500 electricistas en la región.
Poco después de las 16:30 horas un jueves, los trabajadores salieron en tropel de un centro de datos.
Muchos terminaron en Monkey N’ Around Pizza. Jesús Zafra, de 36 años, compartió una pizza con Juan Ramírez, de 28 años, de Dallas. Se conocieron en un centro de datos hace dos años, cuando alguien escuchó que los padres de ambos eran del Estado mexicano de Oaxaca. Ahora un primo de Zafra le rentaba un cuarto a Ramírez por 850 dólares. Es costeable, dado lo que ganan, pero una locura comparado con el Quincy de antes.
“Podías encontrar una casa entera por unos 600 dólares”, dijo Zafra. “Antes de los centros de datos”.
Dijo que familiares habían tenido que salir de Quincy por los precios. “Es triste, ¿sabes?, pero al mismo tiempo yo también soy parte del problema, porque estoy trabajando en ellos”, dijo Zafra.