Sueño cumplido

Hay cientos de personas que quieren una vida mejor con un esfuerzo mínimo. No les rompan ese sueño.

Escritor y columnistaActualizado:
Todavía falta mes y medio para las elecciones, pero no sobra hablar de ellas para motivar al votante. Todos sabemos la pereza que da levantarse un domingo para elegir mandatarios y la presión que existe para que participemos en algo que más que una fiesta democrática parece una fiesta de jubilados.
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El próximo 29 de octubre cúmplanles el sueño a sus candidatos preferidos de vivir como ricos. Porque está claro que se lanzan a cargos no para gobernar, sino para darse la vida que en el sector privado no podrían. Porque en una empresa cualquiera no pasarían de ser empleados discretos con sueldos más discretos aún, mientras que en el público pueden aspirar a decenas de millones mensuales, además de beneficios. Hace rato que la política dejó de ser el oficio en el que los gobernantes sirven al pueblo y se convirtió en un desfile de gente sin talento con sueldos de CEO.
Ya sé que no son todos y que algunos se preocupan por la comunidad, ¿pero no les enseñaron en el colegio que cuando un alumno se comportaba mal empañaba la imagen de toda la institución? Pues eso, por los que han sido corruptos, indiferentes o incapaces quedaron señalados una cantidad de funcionarios que no deberían estar en esa colada.
Es que nos vendieron que querían subir al poder para cambiar las cosas, y resulta que en realidad no veían la hora de dejar de andar en bus para moverse en camionetas con escoltas. Con tal de que los llamaran doctores sin tener doctorado y comer y vestir como millonarios, nos metieron el discurso de que eran la solución.
También nos dijeron que el sueldo de los congresistas era de escándalo, pero ahora que se lo ganan ellos es insuficiente, casi de hambre.
Hay que ver cómo lucían el día de la posesión del nuevo Presidente, y no solo hablo de la felicidad con la que posaban en las imágenes, sino de las pintas que usaron aquella tarde, todos sobreproducidos y altivos; ni en la coronación del nuevo rey de Inglaterra se vieron tantas figuritas. Envejecieron rápido y mal esas fotos, y sin embargo se siguen viendo congresistas usando sacos con logos gigantes de Carolina Herrera, por ejemplo.
Y no es que un político no se pueda vestir así, sino que, de dedicarse a otra cosa, el presupuesto no le daría para prendas tan caras. Nadie dice que ser político sea fácil, pero en la carrera por llevar una vida de lujos, ellos supieron elegir el camino más torcido, pero a la vez el menos complicado.
También nos dijeron que el sueldo de los congresistas era de escándalo, pero ahora que se lo ganan ellos es insuficiente, casi de hambre. ¿Y cómo no va a serlo, si gastan dos millones y medio al mes en comida vegana? ¿Cómo hará la gente para comer con menos?, deben preguntarse cada mañana antes de sentarse a desayunar. Qué desgracia gastarse solo un millón de pesos en comida de gente corriente, ¿quién puede vivir así?
Y eso cuando viven solo del sueldo, porque casos se han visto en que manejan cantidades de efectivo que ni idea de dónde salen y que guardan en caletas caseras, ¿y todo para qué? De nuevo, para darse la vida que con trabajo honesto les sería imposible: carros de doscientos millones, muebles nuevos para el hogar, viajes a Europa. Gente vulgar y desagradable que es.
Pero no solo eso, que además de soberbios se vuelven aburridos. Sé de alguien que, con el fin de vender una imagen de corrección y responsabilidad, dejó de portarse como una persona normal y ahora parece militante del Opus Dei. En fotos y videos en redes sociales aparece con cara de preocupación, gafas, pelo planchado y cuello de tortuga para que le crean el discurso. Yo la conozco y la impresión que siempre me ha dado es que detrás de esa pose prefabricada no hay nada, solo el vacío.
Pero que esto no los detenga para votar en octubre, que a alguien hay que elegir. Recuerden que hay cientos de personas que quieren una vida mejor con un esfuerzo mínimo. No les rompan ese sueño, no les quiten la oportunidad de subirse al poder y de vivir la experiencia de portarse como reyes que levitan por encima de sus súbditos.
ADOLFO ZABLEH

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