Opinión

Seguir siendo liberal después del gobierno Petro

La respuesta a los fracasos del Gobierno no podrá ser conservatizarnos, sino defender el pensamiento liberal.

Consultor en comunicaciones y políticas públicasActualizado:
El presidente Gustavo Petro ha repetido en muchas ocasiones, a lo largo de los años, que antes de ser de izquierda es un liberal de avanzada. Desde el inicio de su periodo y ante cada uno de los innumerables episodios de caos, desorden y soberbia protagonizados por su gobierno, miles de personas que nos identificamos con las ideas liberales hemos quedado en un escenario de absoluto desconcierto.
Ni en primera ni en segunda vuelta voté por la propuesta del presidente Petro, en gran parte porque viví su improvisada alcaldía de Bogotá y también porque nunca he creído en el contenido de su discurso, cargado de vieja charlatanería, cálculos alegres y vocación de dividir a la ciudadanía. Creo, con profunda convicción, que una agenda que irresponsablemente busca enfrentar a una misma nación de manera premeditada de ningún modo representa las soluciones que necesita el país.
Desde el comienzo del mandato del presidente Petro, creí que me pasaba lo mismo que las encuestas han reflejado sobre la identidad política de la ciudadanía: que la tendencia es hacia la derechización, como respuesta a los fracasos de un gobierno terco y fundamentalista. Solo con el paso del tiempo he entendido que no me he derechizado, ni mucho menos conservatizado: sigo siendo tan liberal como antes, y precisamente por eso he sido un crítico de esta istración. Soy liberal en mi forma de entender el Estado, las libertades, la sociedad, los mercados, la individualidad, la familia y la historia. Nada más alejado, por cierto, de lo que hoy ocurre con un partido que lleva ese nombre.
Petro dice ser un verdadero liberal, pero la demagogia de su discurso, su forma de querer adjudicarse la representación absoluta de “el pueblo” y su enemistad declarada a todos los sectores que lo critican son la verdadera antítesis del liberalismo. Su uso recurrente de insultos contra todos los sectores contrarios, con ataques tan poco propios de una discusión respetuosa como “alcaldes de la muerte”, “vampiros” y su descuidado uso de un término cargado de tanto horror histórico como “nazis”, es todo menos el discurso de un liberal. En cambio, sí son las palabras de un demagogo experto en dividir y buscar la capitalización política de esa rivalidad.
Su incapacidad de recibir críticas de parte de su propio entorno también ha sido más que evidente en su gobierno y lo separa de los grandes estadistas de la historia, dispuestos a escuchar a sus equipos y replantear algunas de sus ideas si la evidencia muestra que son inconvenientes. Quien piensa desde el dogma y la terquedad es incapaz de reconsiderar y recibir críticas, y en cuestión de meses, Petro despidió de sus cargos a todas las voces que representaban la diversidad ideológica. Desde este frente, también define lo que es la antítesis en la teoría y la práctica del liberalismo.
Al mismo tiempo, en vez de buscar tramitar y concertar desde la vía democrática sus reformas, lo que conlleva a tener que aceptar derrotas y triunfos, Petro ha preferido el camino menos propio de un demócrata y un liberal: el de retirarse de la arena de la institucionalidad cuando sus decisiones no son de su gusto. Lo hizo con el llamado a una constituyente, que no llegó a nada, y ahora lo hace con una convocatoria a una consulta popular que ojalá también se quede en nada. El espíritu de estos rumbos tomados por el Presidente no es otro que patear el tablero de la institucionalidad cada vez que las decisiones de las cortes y del Congreso no son las que esperaba. Y no hay cosa menos liberal, en ese sentido, que un apego a las normas tan lleno de restricciones y de excepciones. Tampoco es compatible con el pensamiento liberal el discurso de Petro contra la libertad de prensa y los medios de comunicación. Aún menos liberal es su supuesta solución a lo que él llama un engaño masivo, convirtiendo los medios públicos en la más burda e insultante forma de propaganda. Ningún liberal podría preferir la propaganda oficial sobre la pluralidad informativa.
Las propuestas de Petro en casi todos los frentes parten de una base que solo conduce a los fracasos y que representan la mirada menos liberal posible
No podemos caer tampoco en la trampa de creer que todo en Colombia funcionaba a la perfección antes de 2022. El país necesita con urgencia reformas en campos como la justicia, el a las tierras, el sistema pensional y el modelo de tributación. Pero las propuestas de Petro en casi todos esos frentes parten de una base que solo conduce a los fracasos y que representa la mirada menos liberal posible: el sesgo en contra de la creación de riqueza, la libertad de empresa y las alianzas público-privadas. Su propuesta de volver a estatizar servicios que habían mejorado en su funcionamiento gracias a las alianzas entre el Estado y el sector privado recuerdan más a una izquierda quedada en el tiempo e inspirada en el marxismo que a las ideas liberales y socialdemócratas de países de avanzada en la actualidad.
No: no me he conservatizado, ni he dejado de creer en las ideas liberales. Es que Petro es un gobernante –como siempre lo hemos sabido– completamente antiliberal en la práctica y en sus tesis. La respuesta no podrá ser conservatizarnos, sino seguir defendiendo el pensamiento liberal de los impostores que buscan disfrazar con color de liberalismo sus tesis fundamentalistas y radicales.
FERNANDO POSADA
En X: @fernandoposada_

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