No son psicólogos expertos en traumas, pero logran con su sola presencia calmar ambientes tensos y rebajar la tristeza. Son los perros de terapia que en Estados Unidos tienen una especialización: los tiroteos masivos.
En lo que va de año han estado, entre otros lugares, en Monterey Park, donde un hombre mató en enero a 11 personas en un estudio de baile, y en Allen (Texas), donde otro atacante asesinó a ocho personas en un centro comercial.
Esta semana, un grupo de 10 golden retrievers acudió a Uvalde, en el estado de Texas, donde el 24 de mayo se conmemoró un año del ataque a la Escuela Primaria Robb, en el que murieron 19 niños y dos profesoras. Entre los fallecidos estaban dos amigas de Adalyn, de 10 años, quien el día del aniversario acudió con su familia al memorial que se instaló en la plaza central del municipio. Abrazada a su madre, estuvo un rato llorando mientras miraba las cruces con fotografías de los niños, juguetes y flores que fueron dejando decenas de ciudadanos o familiares a lo largo del día.
Pero cuando apareció Gideon, con su pañuelo al cuello y un peto bordado con la palabra ‘acaríciame’ se puso a tocarlo tumbada en la hierba y la tristeza desapareció de su rostro por completo. “Acariciar a un perro les trae calma y les ayuda, por un momento, a olvidarse de lo que sea que tengan en mente”, dice Bonnie Fear, coordinadora del proyecto perteneciente a las Lutheran Church Charities.
Los perros son usados en numerosas terapias en muchos países, pero en Estados Unidos este uso tiene una particularidad: la intervención en zonas donde se producen tiroteos masivos. Para ello, explica Fear, son “entrenados” desde cachorros para estar “capacitados para responder a una crisis”.
Niña acaricia a un perro de terapia en el evento. Foto:EFE
En total cuentan con 130 perros de la organización religiosa, pero en su día a día son cuidados por familias que viven en 27 de los estados en los que este proyecto tiene presencia.
En las intervenciones, cada uno va acompañado de una persona que sostiene la correa y que recibe entrenamiento porque es quien suele mantener conversaciones con quienes se acercan a acariciar a los perros.
"Estamos entrenados para escuchar y hablar con los niños y los adultos. Los escuchamos cuando quieren desahogarse, pero muchos no quieren hablar, solo quieren acariciar al perro", detalla Fear. Cuando hablan, añade, suele ser sobre "preguntas sobre el perro. "Nunca tratamos de preguntar cómo les va porque es obvio". En los años que lleva existiendo el proyecto, creado en 2008, han pasado por los sucesos más sangrientos que ha vivido el país, entre ellos el tiroteo de Las Vegas de 2017, en el que fallecieron 58 personas, la peor masacre en los Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
También en el segundo más mortífero, la masacre de la discoteca Pulse de Orlando, que causó 50 víctimas en 2016. Cuando no se dedican a acudir a estas tragedias, apunta Fear, van a hospitales o colegios, donde también se ponen de manifiesto sus beneficios terapéuticos. "Hemos estado en hospitales y visto como un paciente, cuando comienza a acariciar a un perro, el monitor muestra que sus pulsaciones se reducen y su presión arterial baja", afirma mientras observa a otro grupo de niños jugando con un perro, apartando por un momento la vista de las cruces que recuerdan el horror que hace un año vivió la ciudad.
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