La historia que cuentan Honda y su Camino Real

Recorrerlos permite entrar en o con la época de la Colonia, la Independencia y la República.

A Honda se la conoce como la Ciudad de los Puentes, dado que tiene decenas de ellos, como el de la imagen. Foto: Andrés Hurtado García

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Los dos caminos principales de Colombia durante la Conquista, la Colonia, la Independencia y la República fueron los que unieron a Santafé con Quito y con Europa. El primero descendía de la sabana, cruzaba la cordillera Central y se unía con el que venía de Antioquia y seguía hacia Quito.
El segundo unía a Santafé con Europa y se dice que por él “subió la conquista en el siglo XVI y bajó la colonia en el siglo XIX”. O de otra manera, “por este camino llegaron el pensamiento y la cultura europeos y descendieron el oro y las riquezas de la Nueva Granada”.
En ambos caminos, Honda era la puerta crucial. Los que iban a Quito hacían escala en Honda y luego seguían hacia el occidente, y los que venían de Cartagena por el Magdalena recalaban en Honda y desde allí remontaban la cordillera hacia Santafé. Honda fue el primer puerto fluvial de la Nueva Granada, le seguía en importancia Mompox.
Recorrer las calles de la Honda colonial es un deleite para el espíritu; es una ciudad fascinante con sus calles adoquinadas y sus casas de colores, guarnecidas con trabajados balcones de madera y faroles.

Una de las coloridas calles de la Honda colonial, fundada en 1539. Foto:Andrés Hurtado García

Al caminar por la Calle de las Trampas, el viajero ilustrado se traslada a los años de la Colonia y de los caballeros y se imagina los séquitos y los carruajes de los engominados virreyes José Solís, Antonio Amar y Borbón y del cruel Juan Sámano, que aquí se alojaban en sus viajes entre España y Santafé.
Visitada la zona de los indios ondaimas y gualíes por Gonzalo Jiménez de Quesada, la ciudad fue fundada por Francisco Núñez Pedroza como San Bartolomé de Honda el 24 de agosto de 1539. Felipe IV la dotó con escudo de armas de la Casa de Austria y de los Borbones.
Honda fue una ciudad valiente durante la Independencia. Durante la Patria Boba declaró su independencia de España y del estado de Cundinamarca. En 1816, los hondanos colgaron de la horca y quemaron los retratos de Carlos IV y de Fernando VII. Pero se les escapó Juan Sámano, que después de la batalla de Boyacá huía hacia España y se embarcó en Honda. También allí se embarcó Bolívar en su viaje a Santa Marta en 1830 y debió pagar con un empréstito los champanes que lo llevaron a su último destino.
Impacta la plaza de mercado de Honda con sus 148 columnas y 108 portales. Dos museos de obligada visita son el de Alfonso López Pumarejo y el del río Magdalena. Además del expresidente, aquí nacieron Pepe Cáceres y Alfonso Palacio Rudas.
Por Honda pasó la cultura que vino de Europa y “sus trebejos”, como instrumentos musicales y libros. Es gracioso imaginar pianos subidos a lomo de mula por los arrieros hasta Santafé.
Para el imaginario popular, Honda es la “ciudad de los puentes”. Son 40 sobre los ríos Magdalena, Gualí, Guarinó y Quebrada Seca. Tiene el primer puente metálico construido en Suramérica, el puente Navarro en el siglo XIX. Otro título que engalana a la ciudad es Villa de la Paz, pues por allí no pasó la violencia de los años 50.

Puente Navarro, en Honda, el primero metálico en Suramérica. Foto:Andrés Hurtado García

Honda celebra el Festival de la Subienda entre enero y marzo, cuando los peces remontan el río luego del desove en las ciénagas del norte del país. El bagre, el capaz, el bocachico y el nicuro esperan a los visitantes que por miles bajan de Bogotá y vienen del interior del país.
No pude escoger mejor compañero para hacer el Camino Real de Honda a Bogotá, que a Mauricio Soler, cartógrafo de la CAR Cundinamarca. Con su habilidad nos fue posible encontrar fácilmente los tramos del camino que pudimos recorrer.
En aquellos tiempos, este se recorría en tres apretados días, nosotros lo hicimos en seis, en dos etapas de 3 días cada una. Alfonso de Olalla y Hernando de Alcocer hicieron por mandato de la corona el Camino a costa de su bolsillo y cobraban peaje por carga para recobrar la inversión. Eran de 23 a 24 leguas, 15 entre montañas y el resto en la sabana. Las etapas eran Honda-Guaduas-Villeta-Albán-Facatativá.
En Guaduas nos detuvimos. Allí nació Policarpa Salavarrieta. La ciudad surgió como lugar de descanso y relevo para cargueros y mulas en la ruta hacia Santafé. El lugar proveía excelentes pastos para las mulas y fue centro importante de la Expedición Botánica, cuyo más famoso pintor, Francisco Javier Matiz, nació aquí.
El rey de España concedió a Guaduas escudo de Armas. En Honda se conseguían dulces y perfumes de la Casa Guerlain de París o de la Casa Morton de Londres, traídos desde Cartagena y en camino hacia Santafé.

Posada Corinto, construida junto al Camino Real en Guaduas, Cundinamarca. Foto:Néstor Gómez - EL TIEMPO

Proseguimos nuestro camino hacia Villeta, cuya fundación se debe también a necesidades del camino, como escala para relevo de cabalgaduras. Los españoles trajeron la caña de azúcar y así Villeta es hoy importante centro ero de Colombia. En las fincas de los tramos del camino, en partes todavía empedrado y en otros en simple tierra, los campesinos nos acogían con cariño.
El camino pasaba también por Albán, que en ese tiempo se llamaba El Aserradero. En algunas partes nos mostraban las áreas que reservaban para el descanso y pastaje de las mulas.
Humboldt, uno de los viajeros ilustres del camino en 1803, con Bonpland e Isaac Holton, cuenta que “había viajeros tan gordos que necesitaban a determinados cargueros y pagaban el doble o triple… Hay gentes que comenten la barbaridad, sigue Humboldt, de espolear con tacones a los cargueros como si fueran animales”.
En los libros de la época se ven las ilustraciones de los cargueros llevando a la espalda a los viajeros. Para estos apuntes me he informado en el libro de Carlos Delgado Gómez Rutas camineras de Cundinamarca. Debo darle crédito.
Así, por los tramos donde aún existe el camino, avanzamos hasta llegar a la sabana. Partimos de 229 m s. n. m. en Honda y llegamos a 2.600, a Facatativá, donde tomamos carro para Bogotá. Termino con una cita: “Fue el camino de la evangelización, de los encomenderos, de los oidores, presidentes, virreyes, del ejército español, de obispos, arzobispos, letrados, artistas, artesanos y jesuitas desterrados”. Para nosotros fue un baño de Colonia, Independencia y República, un baño bueno para el alma.
El Tribunal istrativo de Cundinamarca le ordenó a la Nación preservar el camino.
ANDRÉS HURTADO GARCÍA - PARA EL TIEMPO

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