En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
La zapatería que tiene una de las mayores colecciones de vinilos
Don Elkin Giraldo, el propietario de este particular almacén ubicado en el centro de Bogotá.
Una colección de unos 200.000 vinilos se encuentra entre los arrumes de zapatos que don Elkin tiene en su zapatería Cosmos. Por eso, sus principales clientes son músicos y amantes de la música. Foto: Cortesía David Rondón Arévalo
Así como hay ratones de biblioteca, los hay también de vinilos. De unos años para acá y a ritmo acelerado, vienen proliferando –con el respetuoso uso de la acepción– los ratoncillos de discos, afiebrados por esas pastas musicales que hicieron eco a principios de la década de los 40, iniciativa de sellos americanos como Columbia Records y la RCA Víctor (la del perrito del gramófono), que irrumpieron con este revolucionario formato, también conocido como acetato, materia prima de su fabricación.
Una nostalgia que no solo tira del carro de los jubilados que aún conservan radiolas o tornamesas de antaño, sino de jóvenes con mentalidad de viejos que estiman el valor sentimental de estas formidables piezas: la originalidad y nitidez del sonido (superior al de formatos avanzados), el diseño de sus carátulas, la documentación impresa en las mismas, y el tiempo y las vueltas que se invierten en recuperarlas.
Cuando don Elkin Giraldo Giraldo abrió ilusionado y con el perrengue de negociante paisa su almacén de calzado Cosmos, en el corazón de Bogotá, seguramente no intuyó que años después esa quimera de iniciarse en la prosperidad como el comerciante del zapato de mejor calidad –el de manufactura nacional– le iba a deparar a la vez la satisfacción de albergar en su zapatería más de 200.000 vinilos.
Giraldo llegó a la capital a finales de los años 70, procedente de Medellín, con la ilusión de trabajar y hacer empresa. Venía con títulos de filosofía, latín y teología otorgados por la comunidad de los padres Agustinos Recoletos, y estuvo a punto de vestir los ornamentos sacerdotales en el Seminario de Manizales, de los cuales desistió por asumir una cátedra de vocacionales, humanidades y religión en la Pontificia Universidad Bolivariana, pero la irrisoria paga de toda la vida a los maestros lo defraudó.
A Bogotá llegó a trabajar a órdenes de los propietarios de la cadena de almacenes de calzado Cosmos, los hermanos Ortiz (Germán, Humberto y Gustavo), santandereanos ellos, y llegó al cargo de hasta 1985, cuando con un préstamo y sus ahorros decidió independizarse y abrir su propio local en Venecia.
Elkin Giraldo Giraldo (izq.) con el reconocido músico Fruko.
3. El cantante Noel Petro es otro de los asiduos visitantes de esta zapatería en el centro de la ciudad. Foto:Cortesía David Rondón Arévalo
Al poco tiempo, los Ortiz, que ya habían hecho capital suficiente con sus negocios y querían retirarse, le ofrecieron a Giraldo uno de sus locales en arriendo. Nadie más que él, por su capacidad de trabajo y responsabilidad, para confiarle la prestigiosa marca. Don Elkin aceptó honroso la oferta.
Comenzó tomando en arriendo un primer almacén, el de la calle 17 con carrera 8.ª, por el que pagó $ 350.000. A los seis meses alquiló el del frente por la misma suma, y con el paso del tiempo el resto de los locales, de ocho que integraban la cadena Cosmos. Al final, todos los terminó comprando. De ellos, a la fecha, solo quedan tres.
Lo curioso es que Giraldo, por su devoción a la música clásica, fue adquiriendo y dejando a la vista en sus almacenes de calzado las colecciones por entregas del sello Salvat, y otras de la misma rúbrica, las de blues y jazz, pero también discos raros que rescataba de anticuarios, del mercado de las pulgas y de cotizadas vitrinas musicales de esa época.
Fue así como se percató de que el cliente, a la par de interesarse por los zapatos, lo hacía por los vinilos. Le preguntaban que si estaban a la venta, y él, afirmativo y con su amabilidad de excelente vendedor, los facturaba a precios asequibles al bolsillo del consumidor. Cuando se dio cuenta, Giraldo tenía repletas sus bodegas, no solo de zapatos, sino también de discos.
A partir del año 2000, el negocio del calzado hecho en Colombia, ante la imperiosa afluencia del zapato chino de cargazón –del que se dice que no aguanta más de un aguacero– y su ridículo precio, fue decreciendo y, en consecuencia, perjudicando la industria nacional. Pero don Elkin, visionario, estaba más que preparado para enfrentar la crisis: la clientela del vinilo se hizo más solícita y frecuente, al punto de que en la actualidad vende más discos que zapatos.
De aquella fecha, Cosmos ya es reconocida como la zapatería, seguramente única en el país, de puertas abiertas a artistas de la música como Julio Estrada Fruko, coleccionistas, disc jockeys, melómanos y radiodifusores como Marco Aurelio Álvarez, ratones de vinilos que no escatiman en tiempo para rebuscar en las estanterías de los almacenes la melodía como material de consulta, o para retroalimentar sus vinilotecas.
La sobrada ventaja que Giraldo le lleva a su competencia de comerciantes de acetatos, desde los mayoristas especializados en salsa, tropical o rock hasta los de escaso recaudo que trabajan al menudeo, es que él es depositario de una existencia musical que abarca todos los ritmos y géneros del mundo, como lo afirma Marco Aurelio Álvarez, asiduo visitante: “Desde que descubrí Cosmos, frecuento esos tesoros que don Elkin tiene tan bien conservados y clasificados: esa curiosa combinación de zapatos y vinilos, desde lo clásico hasta lo popular. Se pasa uno las horas esculcando y tomando nota entre pastas de 45, 78 y larga duración”.
El cantante Noel Petro es otro de los asiduos visitantes de esta zapatería en el centro de la ciudad. Foto:Cortesía David Rondón Arévalo
Igual es el parecer del periodista y coleccionista Éric Palacino Zamora, experto en música tropical colombiana y en folclore vallenato, que pondera los archivos musicales de Cosmos, no solo por la cantidad, sino por la variedad musical, las rarezas que se ha encontrado, y lo bien conservadas, no obstante el tiempo considerable de haber sido publicadas:
“Aquí uno viene a la fija a adquirir lo que le gusta, y sin dar tantas vueltas. Hay música para todos los gustos y es muy fácil ubicarla porque está organizada por géneros y en orden alfabético. Y entre registros y apuntes de valiosos documentos, uno comparte saberes y datos de entendidos de Colombia y del extranjero, que se enteran de estas formidables piezas a través de su cuenta en Instagram: discoscosmos”.
Que la conservación de los discos sea uno de los atractivos que más refiere la clientela, tiene su remitente: desde que Giraldo le apostó al negocio de la música, él mismo se ha encargado de revisarlos cuando llegan a sus manos, y dejar en perfectas condiciones sus carátulas. Cuarto aparte, en lo que él llama su clínica de curaduría, lo primero que hace es limpiarlos y desinfectar tanto pastas como carátulas.
Esto, porque aquellas viejeras, como dice Marco Aurelio, han estado expuestas al polvo, a los hongos y desechos de alimañas o roedores. Los empaques deteriorados los renueva con cinta transparente, cartones y fundas de plástico nuevas. Es una labor dispendiosa, de tiempo y paciencia, que él desempeña.
“Desde que descubrí Cosmos, frecuento esos tesoros que don Elkin tiene tan bien conservados y clasificados: esa curiosa combinación de zapatos y vinilos, desde lo clásico hasta lo popular
Don Elkin ostentala memoria novelesca derivada de ese notariado de más de treinta años de comprar y vender vinilos, y de tener los os que lo ponen al día de una posible discoteca en venta, o del llamado de una señora entrada en años que le oferta la colección de su difunto marido, bien porque ya le hace estorbo donde vive, pero regularmente por premuras económicas.
Paradojas de la vida: Elkin Giraldo Giraldo nació, como el Niño Dios, un 25 de diciembre de 1955, pero sostiene que no aprendió a bailar y que nunca ha asistido a una fiesta porque es un abstemio incorregible. La pregunta es obligada:
La colección de acetatos se volvió también un atractivo para los clientes que llegan buscando calzado. Foto:Cortesía David Rondón Arévalo
–¿Y entonces qué hace don Elkin un 24 o un 31 de diciembre?
“He sido distante de todo lo que tenga que ver con celebraciones. Eso no quiere decir que sea un tipo amargado o huraño. Acepto que soy un obsesionado por el trabajo. Para mí los domingos y festivos son días normales.
“El 31 de diciembre, por amor y respeto familiar bajo la reja, y como en la canción Cinco pa’ las doce, me voy para la casa a recibir la bendición de mi viejita que ya frisa los 90 años; saludo a mis hermanos, ceno con ellos, y si el ambiente se calienta con francachela y tragos, me escabullo y regreso a dormir al almacén”.
Es que don Elkin, el papá de los ratones de vinilos, con sus 65 diciembres, y desde el fondo de sus más de 200.000 discos, también le hubiera inspirado un paseíto al recordado Guillermo Buitrago.