A un mes exacto de la elección de alcalde de Bogotá, la disputa a estas alturas presenta varios escenarios que invitan a reflexionar.
El primero de ellos, a juzgar por las encuestas, es la consolidación de Carlos Fernando Galán en el primer lugar y cierta estrechez que pareciera percibirse en el segundo lugar, entre Gustavo Bolívar y Daniel Oviedo. Este último, apegado a una campaña intensa en calles y redes, tras haber superado una demanda en el Consejo Nacional Electoral, lo que parece haberle dado nuevos bríos a su proyecto político que hoy lo mantienen con posibilidades de colarse, incluso, en una posible segunda vuelta.
El caso de Bolívar es inquietante. Podría decirse que desde el inicio de campaña luce estancado con un promedio de 20 puntos en los sondeos. Para alguien que representa al partido del Presidente, que en la misma plaza le dio el triunfo con 2,3 millones de votos, debe ser frustrante no estar mejor ubicado. O el candidato no seduce o Bogotá se desencantó del petrismo. O el tema de su apoyo a la primera línea sigue pasándole cuentas de cobro, como él mismo ha reconocido.
Eso solo se sabrá en la próxima encuesta, que incluirá el impacto de las marchas de esta semana y los dos consejos de gobierno del Presidente en las localidades más populosas de Bogotá. Si Bolívar consigue sumar puntos, querrá decir que los críticos tenían razón: que entre las razones estaba la presencia del presidente Petro para darle oxígeno. Si pasa lo contrario y las tendencias en las encuestas se mantienen, su candidatura seguirá condenada a un segundo o tercer lugar, pues parece haber llegado a su techo.
Galán sigue estando a menos de diez puntos de ganar en primera vuelta. Con un discurso sosegado, invitando al optimismo, a no paralizar la ciudad y con adhesiones importantes, ha conseguido picar en punta. Solo le resta seguir sumando y que los demás no lo hagan para acabar la contienda el 29 de octubre. Probabilidad difícil, sobre todo porque en este mes puede pasar de todo, incluyendo la intensificación de la campaña sucia.
En cuanto a los demás candidatos, se abona la altura con que han asumido los debates, las salidas en público y los mensajes. Y a menos que algunos logren la hazaña de superar los diez puntos en las encuetas, seguirán jugando como determinantes en lo que resta de la contienda electoral, especialmente para la segunda vuelta. Y todavía faltan muchos debates.
Alguien decía que la campaña en Bogotá estaba fría. Que en otros tiempos había más emoción y expectativa. No estoy muy seguro. Tal vez otros temas como los desplantes del Presidente con Bogotá o la misma coyuntura nacional, como la discusión de las reformas, se estén robando el protagonismo. Lo cierto es que este mes todas las campañas se activarán a fondo, las adhesiones se multiplicarán y los ataques también.
Ya la presencia del presidente Petro desesperó a Galán, que pidió garantías a las autoridades electorales, algo que a muchos tomó por sorpresa. Bolívar les ha cogido fastidio a los debates por los ataques permanentes de Diego Molano, y Rodrigo Lara la ha emprendido contra las firmas encuestadoras por el vaivén en el que lo mantienen.
Entre tanto, el general Vargas sigue manejando un discurso enfocado en la seguridad, pero ese mismo ímpetu debe aplicarlo a otros temas en los que no ha lucido como los demás; mientras que Robledo, después del debate que logró posicionar frente a la gratuidad del transporte público, no ha vuelto a impactar con nuevos y provocadores mensajes.
Sería deseable que desde el Gobierno no se le metiera ruido a la campaña en Bogotá. Eso daña el ambiente, genera desconfianza, polariza más a la gente, llena de dudas el proceso y pierde la democracia.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
EDITOR GENERAL EL TIEMPO
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