El nivel del Sistema Integrado de Transporte Público (
SITP) de Bogotá ha llegado a tal grado de deterioro que en los últimos tres años
perdió 899 buses que se dañaron y no pudieron ser arreglados por falta de plata de los operadores, y, en parte, eso ha contribuido a que el servicio
haya perdido en ese periodo 11.251 pasajeros en hora pico, en promedio.
Las cifras reflejan el círculo vicioso en el que cayó el sistema por sus problemas financieros, las cuales fueron conocidas por EL TIEMPO tras el acuerdo entre los concesionarios y TransMilenio para firmar una modificación a los contratos que busca salvar el sistema inyectándole 1,7 billones de pesos en los próximos diez años.
La radiografía detrás de este pacto muestra un sistema al borde del colapso y unos pasajeros cada vez más agobiados por las fallas en el servicio. En los 15 meses previos a la firma del acuerdo, TransMilenio recibió 20.814 quejas de los s, es decir, un promedio de 1.387 al mes.
De ellas, el 40 por ciento hacen referencia a fallas en las frecuencias de los servicios; 23 por ciento, a problemas de comportamiento de los conductores y 22 por ciento, a omisión de las paradas programadas dentro de las rutas.
Lo que los s no sabían hasta ahora es que detrás de esos problemas hay unas fallas de fondo que se convirtieron en viaje sin retorno y, según TransMilenio, tenían el sistema al borde del colapso.
El asunto más delicado y que refleja la crisis es el de los buses. En el 2010, cuando se firmaron las concesiones, el SITP debía contar con 15.600 buses del antiguo Transporte Público Colectivo (TPC). Sin embargo hoy, nueve años después, 5.200 buses funcionan como provisionales y no se han integrado al SITP.
Aunque la diferencia entre 15.600 y 5.200 es de 10.400 buses vinculados al SITP, en el 2016, cuando comenzó la actual istración, el sistema contaba con 6.607. Y, al cierre del 2018, la cifra iba en 5.708. Significa que se perdió casi un bus por día.
La radiografía evidencia que se trata de buses que se vararon y no pudieron ser reintegrados al servicio por falta mantenimiento. En sus mediciones, TransMilenio logró determinar que cada 2.800 kilómetros de recorrido se reporta un bus del SITP varado.
Hay 700 vehículos desvinculados sin haber cumplido la vida útil por incapacidad financiera de los concesionarios para acceder a repuestos.
Lo que muestra el diagnóstico expuesto durante 156 reuniones previas a la firma del otrosí es que los concesionarios no tenían plata para repuestos ni conseguían que el gremio les fiara y que los bancos les dieran más créditos. De hecho, acumularon pérdidas por 504.000 millones de pesos y una caja en rojo del 5,9 %. No tienen capital de trabajo.
Las deudas de los operadores con los bancos llegaron a los 2,7 billones de pesos, y su incumplimiento llevó a que bajaran su calificación crediticia y a que el sector financiero cerrara la entrega de recursos o refinanciara las deudas. Los operadores se convirtieron en una papa caliente para los bancos: los créditos del SITP representan el 0,6 % de toda su cartera y el 3,5 % del patrimonio de los bancos, que se vieron obligados a destinar el 8,6 % de sus utilidades para hacer las provisiones por 805.000 millones de pesos que respaldaran las deudas del SITP.
El diagnóstico reseña que las validaciones con la tarjeta Tullave bajaron en 5’500.000 mensuales entre el 2016 y el 2018, periodo en el cual se detectó que la flota bajó en 13,6 %. “Se ha evidenciado tendencia negativa al número de flota vinculada al sistema”, que relaciona como causas la exclusión de vehículos por daños, inoperatividad y vencimiento de la vida útil.
El otrosí firmado debe solucionar el mal servicio a los pasajeros, que en tres años han tenido que soportar el aumento del tiempo de espera de los buses: de 13,73 a 17,42 minutos. Ese es el promedio, porque algunos reportan demoras de más de media hora para la llegada del bus.
YOLANDA GÓMEZ
EDITORA SECCIÓN BOGOTÁ