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Opinión
Columna de opinión de Ómar Oróstegui | El caos de las ciclorrutas
¿Por qué no logramos que mucha más gente se mueva en bicicleta a pesar de todas las apuestas de política pública?
Al igual que el sistema TransMilenio, las ciclorrutas en Bogotá cumplen un cuarto de siglo en la ciudad. Esta infraestructura nació con el propósito de favorecer los desplazamientos de aquellos que prefieren la bicicleta por encima de otros medios de transporte.
Se estima que el 11 por ciento de los bogotanos la utilizan como su principal medio de transporte, cifra que duplica el registro que se tenía para 2014, cuando los cálculos de la encuesta de percepción de Bogotá Cómo Vamos hablaban de un 5,7 por ciento de s de bicicleta en la capital.
Se estima que el 11 por ciento de los bogotanos la utilizan como su principal medio de transporte. Foto:Archivo particular
En algún momento se pensó que la pandemia incrementaría, aún más, la preferencia de los bogotanos por la bicicleta, pero la realidad muestra que no ha sido tan significativo el aumento teniendo en cuenta que para 2019 la cifra llegaba al 10,7 por ciento, un valor bajo en relación con los kilómetros de infraestructura exclusiva que se agregaron a la ciudad después de la emergencia sanitaria. Hoy, la ciudad tiene cerca de 630 kilómetros de ciclorrutas.
Paradójicamente, mientras los s de la bici crecen lentamente, los de las motocicletas pasaron del 6,9 al 10,6 por ciento en tan solo tres años, tendencia que se mantendrá en alza dada la alta satisfacción que registran estos s con su medio de transporte: 88 por ciento versus el 35 por ciento de quienes se mueven en TransMilenio.
Pero ¿por qué no logramos que mucha más gente se mueva en bicicleta no obstante todas las apuestas de política pública que se han implementado en los últimos años?
Las hipótesis pueden variar. Algunos dirán que por la situación de inseguridad de la que son víctimas los ciclistas. Otros opinarán que por temas de seguridad vial (el año pasado fallecieron 65 ciclistas en las vías capitalinas), y otros tantos podrán decir que se bajaron de la bici por las ventajas que ofrecía la motocicleta o hasta una patineta eléctrica. De cualquier manera, son hipótesis que requieren comprobación y más estudios.
Ciclorruta calle 13 Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Lo que no se puede negar es que los medios de desplazamiento en Bogotá han venido cambiando, significativamente, en los últimos años; tan es así que hoy vemos muchas personas usando las ciclorrutas sin desplazarse en una bicicleta.
Basta con ver la cantidad de personas que trotan y corren por estas vías, o los conductores de patinetas eléctricas que se desplazan por ellas a altas velocidades. En la misma categoría habría que agregarle las motos eléctricas y las bicicletas de motor, operadas, la mayoría de las veces, por domiciliarios que no respetan a los otros s de la vía. Y ni hablar de los bicitaxis.
Lo cierto es que en muchas ciclorrutas opera el caos, donde cada uno reclama como suyo este espacio. Tal vez por eso muchos ciclistas prefieren mezclarse con el tráfico vehicular, arriesgando, de paso, su vida.
Ya va siendo hora de repensar las ciclorrutas como carriles multipropósitos para los desplazamientos no motorizados, un debate no menor en el que, seguramente, los puristas de la bicicleta se opondrán. Es mejor abrir la conversación ahora, pues la realidad muestra que es un problema público que requiere mayor atención por parte de la istración.