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Consumidores de droga, en aumento en Bogotá: nueva batalla tras la pandemia
El aislamiento por el covid incidió en un consumo de drogas más descontrolado.
Sí, antes de la pandemia el consumo de drogas ya era un problema en Bogotá, pero tras el confinamiento esta enfermedad terminó por minar la vida de muchos ciudadanos. Hubo cese de ingesta de algunas sustancias usuales en fiestas, pero hoy esto es una bomba de tiempo tras la apertura de la rumba y el retorno a la ‘normalidad’.
Según cifras de la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá (SDS), entre 2020 y lo que va corrido de 2021 se han presentado 1.406 atenciones en la red pública relacionadas con consumo de sustancias psicoactivas y alcohol. De ellas, 1.264 corresponden a 2020, y 142, a 2021, según datos preliminares.
Las causas son variadas: trastornos mentales y del comportamiento por intoxicación con alcohol, uso de múltiples drogas y utilización de otras sustancias psicoactivas que generaron dependencia. Estas tres agrupan el 41,2 % del total de atenciones.
Pero una cosa es ver las cifras y otra escuchar el drama en boca de una víctima. Luisa tiene solo 27 años y comenzó a consumir marihuana cuando apenas tenía 15 años. “La compré cerca de San Andresito del norte, muy fácil, solo con preguntarle a un señor que ubicaba a los carros en la calle conseguí una bolsita. Yo era una niña rebelde y me quedó gustando”. Luego, su consumo era en fiestas, pero ya de alucinógenos como el LSD y también de cocaína.
drogas ilicitas Foto:Archivo EL TIEMPO
Ella estudió actuación en Bogotá y luego viajó a Argentina a culminar sus estudios, pero allá la vida le dio un vuelco y terminó por trabajar en cocina y le quedó gustando la profesión. Sin embargo, sus relaciones sentimentales le generaban quiebres y eso, unido a la soledad, perpetuó el consumo.
La pandemia la cogió en su retorno a Bogotá y tras una crisis amorosa que la dejó sumida en una profunda depresión. “Luego de durar días sin comer y dormir en casa de mi mamá terminé otra vez drogándome, y luego ya tuve las fuerzas de conseguir un trabajo, pero ya estábamos en confinamiento”.
Consiguió trabajo como mesera en una reconocida pizzería y pronto fue ascendida a la cocina, sabía mucho de recetas y coctelería. “Al comienzo todo fue genial, pero tras el aumento de trabajo debido a la demanda de domicilios por la pandemia comencé a tener cambios de ánimo muy terribles. Así que volví a la cocaína. Me hacía sentir más funcional. Podía trabajar mejor”. Logró llegar a ser entrenadora de cocina, pero la pandemia le tenía sorpresas. “Los restaurantes decayeron mucho y empezaron a buscar cabezas”, contó.
No la echaron, pero la bajaron a una cadena de pizzerías de una línea más baja cuya demanda de domicilios era desenfrenada. “Me deprimí mucho. Además, andar en la calle como mujer era como tenaz en esa época de restricciones. Consumía droga hasta la madrugada, la pedía a veces a domicilio”. Cuando por fin, luego de muchos meses de arduo trabajo, pudo salir a vacaciones, Luisa tocó fondo. “Terminé en una crisis nerviosa corriendo por las calles más peligrosas de Pereira. Un taxista me salvó”. Otra vez en Bogotá, no tuvo otra opción que internarse en una fundación para su rehabilitación. “La pandemia, el confinamiento, la soledad, el exceso de trabajo... todo eso afectó más a los consumidores y ahora la necesidad de drogas va a ser peor”.
Lo más grave es que aún no se ha hecho ningún rastreo oficial para identificar a los afectados cuyo problema se agravó en el confinamiento. Según la SDS, los pacientes atendidos en la red de prestadores provienen de diferentes sitios de la ciudad. Las localidades donde se registraron más atenciones en salud por parte de la red pública son Antonio Nariño, Kennedy, Usaquén y Tunjuelito. El de Luisa no es el único caso, hay muchos más. Fiebre, dolor de huesos, frío intenso, insomnio, depresión. Si para una persona del común fue duro vivir en confinamiento a causa de la pandemia de covid-19, para un adicto a las drogas la mejor palabra para describirlo es ‘tortura’.
Camila es una joven de 27 años que desde los 12 probó la droga, pensaba que se podía comer el mundo. “Mi consumo comenzó siendo una niña. He probado de todo. Pero con la heroína comencé cuando iba a fiestas de electrónica. En ese momento, uno no piensa que la diversión se puede convertir en una pesadilla”.
Su situación, unida a la crisis por el covid, la dejó sin trabajo; solía ser cuidadora de animales. “No se imaginan lo que hemos sufrido los enfermos. Ahora, pues, todo abrió y, pues, la verdad uno sale descocado a drogarse, con lo que sea sin importar la calidad”.
Y esta crisis en la ciudad no solo la han evidenciado los enfermos, también las fundaciones que ayudan en su rehabilitación. “Incrementó el consumo de alcohol y drogas y, por ende, la enfermedad mental. La pandemia fue un factor de recaída en el consumo, sobre todo en poblaciones vulnerables. Puedo decir que tengo tres veces más pacientes que antes de la pandemia”, dijo Martha Suescún, directora de la Fundación Libérate.
Explicó que factores psicológicos, sociales y ambientales incidieron durante el distanciamiento. “Hablamos incluso del miedo o la incertidumbre de lo que va a pasar en el futuro. Hay ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y, claro, consumo de sustancia psicoactivas. Cuando las personas no pueden controlar esto, vienen adicciones más graves”.
Añadió que hubo un crecimiento exponencial en el consumo de drogas y nuevas personas que hoy viven el problema. “Personas que consumían eventualmente comenzaron a depender. También surgieron nuevos afectados de las drogas”.
Muchos optaron por tomar alcohol y drogas para manejar el estrés y como un mecanismo para afrontar las consecuencias de la pandemia. “La Organización Mundial de Salud (OMS) dijo en un informe que unas 275 millones de personas consumieron sustancias en 2020, lo que significa un incremento del 22 % con respecto al año 2010. El cannabis es la droga más popular, con 200 millones de consumidores, y en Estados Unidos hubo 50.000 muertes por sobredosis de opioides. Esta consecuencia de la pandemia es alarmante, no había estabilidad para vivir un momento tan estresante y por eso acudieron a las drogas”, dijo Suescún.
Y si aumenta el consumo, aumenta la demanda. Según la Secretaría de Seguridad, en el marco del plan para contrarrestar la comisión de delitos en Bogotá se han incautado cerca de 660 kilos de estupefacientes este año.
Organización Échele Cabeza. Foto:Archivo particular
La organización Échele Cabeza cuando se Dé en la Cabeza publicará hoy un informe preliminar sobre su tour psicoactivo, con el que ha viajado por varias regiones del país recolectando muestras sobre el consumo de sustancias y los comportamientos en las fiestas.
Parte de lo que se encontró fue que antes de la pandemia se redujo en un 50 por ciento el consumo de drogas, sobre todo de aquellas usuales en las fiestas, pero aumentó la ansiedad por tener vida social. “Cambiaron las dinámicas de distribución y entrega. No hubo cambios en la calidad, pero sí en el precio”.
Hoy, las cosas han cambiado con la reapertura de la economía. Hay una baja tolerancia de las personas al consumo de sustancias, pues al reducirlo, las mismas drogas les causan más efecto. Por otra parte, están apareciendo nuevas. “Hubo un cambio en la calidad”, dijeron investigadores de la organización.
Ellos temen por las consecuencias de la ansiedad debido al deseo de salir del encierro, sobre todo en la generación de jóvenes que hoy tienen 18 años y que no han tenido vida social o fiesta. “Para ellos el riesgo es muy alto, y a eso súmele que la crisis vivida por sectores comerciales como las discotecas o los bares hace que hoy el control sea menor, por ejemplo, en temas de aforo o venta de agua a bajos precios”.
Solo el fin de semana de la reapertura del 11 de junio, la organización Échele Cabeza recibió 135 solicitudes de atención en el chat de emergencias de personas intoxicadas o con malas experiencias. “Ese mismo fin de semana, tres personas resultaron hospitalizadas por intoxicación y una persona terminó en coma durante 8 días por haber abusado de éxtasis”.
Ellos han encontrado suplantación del éxtasis por catinona sintética. “Genera intoxicaciones, contracciones musculares, disociación, paranoia y autoagresiones, y si se mezcla con alcohol, peor”, explican los investigadores.
A drogas como el TUSIBI, un preparado casero que mezcla varias sustancias al calor, le están añadiendo otros elementos muy peligrosos que incrementan los efectos depresores. “Les mezclan drogas psiquiátricas que junto con alcohol pueden ser fatales. La recomendación es tener mucho cuidado. Es mejor rodearse de buenas personas, no recibirles drogas a extraños, tener a la mano teléfonos de emergencia. A los organizadores de eventos les decimos que hay que seguir con los controles de aforo y ventilación y oferta de agua a bajo precio, y al Gobierno Nacional, que urgen investigaciones y lineamientos ante este fenómeno”.
Urgen investigaciones actualizadas
El estudio más reciente publicado por la SDS sobre consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá es del 2016. Según este, las sustancias legales como el tabaco y las bebidas alcohólicas son las que más se consumen en la ciudad. En cuanto a sustancias ilícitas, hay un alto consumo de marihuana. En el segundo lugar, el consumo de cocaína se perfilaba ese año como relevante y el de bazuco perdió presencia.
Algunas sustancias sobre las cuales no se indagó su consumo en los últimos 12 meses deben considerarse en próximos análisis, tales como hongos, LSD, popper y analgésicos opioides usados por fuera de un tratamiento médico.
Según la SDS, estos últimos datos se reafirman a través de los hallazgos del Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas Colombia-2019, en población desde 12 hasta 65 años, en donde se evidencia que en Bogotá se presenta un consumo reciente de alcohol con una prevalencia del 33,4 %; respecto al tabaco, dicha prevalencia alcanzó el 13,7 %, la segunda de consumo reciente más elevada en el país. En relación con la marihuana, se estimó un consumo reciente del 3,6 %.
¿Está preparado el Distrito?
La Secretaría de Salud dice estar comprometida con la disminución del consumo de sustancias psicoactivas y la prevención de posibles consecuencias para la salud mental por su abuso. Implementa la estrategia Vincúlate, dirigida a la población que se identifica con mayor riesgo. Se hacen valoraciones, atenciones y tratamientos a las personas afectadas.
Existe la línea psicoactiva, que implementa acciones de información, orientación, intervención breve, canalización y seguimiento a la población de Bogotá. Entre el 13 de marzo de 2020 y el 7 de octubre de 2021, se realizaron más de 20.000 intervenciones, de las cuales el 2,5 % están relacionadas con la pandemia. Línea gratuita: 01 8000 112 439. Línea de WhatsApp: 301 276 1197