Transcurrido un año de gobierno de la alcaldesa Claudia López y en un contexto de pandemia, es hora de hacer balances en el área de salud. La primera causa de morbimortalidad en Bogotá, y en general del país, son las enfermedades crónicas no transmisibles, en especial la enfermedad cardiovascular; sin embargo, este grupo de enfermedades son las que menos indicadores de seguimiento tienen.
En Saludata, el observatorio de Salud de Bogotá, aparecen los indicadores de las tasas de mortalidad en menores de 70 años asociadas a los siguientes eventos: enfermedades crónicas, diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad renal crónica, enfermedad respiratoria inferior crónica, tumor maligno de mama en mujeres, tumor maligno de cuello de útero y tumor maligno de próstata. Todos, con corte a primer semestre del año 2019.
Las enfermedades crónicas no transmisibles se caracterizan por periodos de inducción y latencia prolongados. La inducción es un periodo de tiempo que va desde la exposición a un agente causal, como malnutrición, sedentarismo, humo de cigarrillo o contaminación del aire, hasta que el organismo tiene alguna alteración, pudiendo la persona estar asintomática.
El periodo de latencia comprende desde el momento en que ya hay daño orgánico y aparecen los signos y síntomas en la persona. Pueden pasar meses y años en estos periodos de inducción y latencia, lo cual va a depender de la capacidad diagnóstica de los servicios de salud o diagnóstico temprano. Las enfermedades o eventos crónicos no transmisibles son las enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas como el epoc (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), diabetes y enfermedades cerebrovasculares. Se pueden incluir también algunas condiciones de discapacidad.
Se ha reconocido que los principales factores de riesgo para las enfermedades crónicas no transmisibles a nivel urbano son: la malnutrición, que produce sobrepeso y obesidad; el sedentarismo, el hábito de cigarrillo y el consumo de alcohol, la contaminación del aire, el estrés o tensión psicosocial.
A lo anterior se une la transición demográfica de la población bogotana, caracterizada por envejecimiento progresivo. El índice de vejez en Bogotá, que expresa la relación entre la cantidad de personas adultas mayores y la cantidad de niños y jóvenes, ha variado de 8 % en el año 2005 a 13 % en el 2019, y una proyección de 14 % para el año 2020.
Primera causa de muerte
El informe presentado por la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá, en alianza con Bogotá Como Vamos y las universidades de los Andes, Javeriana y Juan N. Corpas, señala que para el año 2018, el 66 por ciento de las muertes en Bogotá fueron debido a enfermedades crónicas no transmisibles, mientras que a nivel nacional este porcentaje fue del 61 por ciento. También muestra que la principal causa de muerte en Bogotá son las enfermedades cardiovasculares y les siguen el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes.
Según el ‘Análisis de Situación de Salud de Bogotá’ (Asis) del año 2019, durante el periodo 2005-2017, entre las primeras causas de mortalidad específica por sistema circulatorio en Bogotá estuvieron las enfermedades isquémicas del corazón (70,31 × 100.000 habitantes), las enfermedades cerebrovasculares (26,21 × 100.000 habitantes) y las enfermedades hipertensivas (15,51 × 100.000 habitantes).
Se resalta la cada vez más creciente morbimortalidad por enfermedad cardiovascular en las mujeres. En este informe de la Secretaría de Salud de Bogotá también se afirma que, según la Encuesta Multipropósito de Bogotá de 2017, “el 50 por ciento de los bogotanos no practicó deporte ni realizó actividad física durante 30 minutos o más al día y el 8,4 por ciento se fumó al menos un cigarrillo en el último mes”.
También señala como factor de riesgo la contaminación del aire de Bogotá y que “en los últimos siete años, en la ciudad se han presentado cerca de 96.000 casos de enfermedad respiratoria que en alguna medida se encuentran asociados a la contaminación del aire”.
La contaminación de aire se da en Bogotá especialmente por material particulado, y aún en estos meses de pandemia, en especial durante los meses de abril y junio de 2020, cuando disminuyó casi un 60 por ciento la movilidad automotora en Bogotá, se siguieron presentando niveles altos de contaminación del aire por material particulado PM2,5 en espacial en la estación de TransMilenio La Sevillana, en las localidades de Bosa y Kennedy, en cercanías de la autopista Sur y el municipio de Soacha.
¿Es suficiente el enfoque de riesgo a nivel urbano?
El enfoque de riesgo a nivel urbano no es suficiente. El Ministerio de Salud y Protección Social diseñaron la estrategia 4 × 4, que hace prevención y atención, especialmente sobre cuatro factores de riesgo: malnutrición, sedentarismo, consumo de alcohol y cigarrillo; sin embargo, no incluyen los demás factores mencionados, como la contaminación del aire.
A nivel internacional, se reconocen especialmente dos tipos de enfoques en la prevención y atención de las enfermedades crónicas que son trasmisibles: el enfoque de riesgo ya mencionado y el enfoque poblacional basado en el modelo de los determinantes sociales y ambientales del proceso salud (DSS) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El solo enfoque de riesgo, aunque útil, es insuficiente y no logra hacer prevención ni reducir la morbimortalidad por este tipo de enfermedades. En cuanto a salud urbana en Bogotá, se debe avanzar en un modelo de abordaje de las crónicas basado en población.
Metas frente a enfermedades no trasmisibles
El Plan Territorial de Salud Bogotá D. C. 2020-2024 se comprometió con las siguientes metas frente a las enfermedades crónicas no trasmisibles:
1. A 2024, mantener la tasa de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles por debajo de 127 por cada 100.000 personas en edades de 30 a 69 años.
2. A 2024, diseñar e implementar una estrategia de promoción de prácticas y estilos de vida saludable para prevención.
3. Incrementar en un 30 por ciento la oportunidad en el inicio de tratamientos de leucemia en menores de 18 años.
4. Incrementar en un 40 por ciento la oportunidad en el inicio del tratamiento para cáncer en la mujer.
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Luis Jorge Hernández, analista experto de Futuros Urbanos
Especial para EL TIEMPO