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El habitante de la calle al que premiaron por querer reciclar en orden
Luis Alfredo Muñoz es un hombre de 35 años con una historia de lucha y superación irable.
Luis Alfredo Muñoz, primer habitante de calle en ser ganador de una iniciativa en Presupuestos Participativos. Foto: Cesar Melgarejo- EL TIEMPO
Luis Alfredo Muñoz es un hombre de 35 años con una historia de lucha y superación irable. Lleva más de 20 años reciclando cartón y botellas plásticas en las calles bogotanas. Desde que era un niño ha sido testigo de las complejidades de la vida. Creció en medio de la violencia doméstica y la ausencia de su padre biológico.
Fue por esa razón que, siendo solo un niño de 12 años, quiso escapar del dolor en la calles. Ese fue su refugio. Ya estaba marcado por las agresiones físicas y psicológicas que recibía de sus padrastros, unos completos desconocidos.
Y en medio de las frías noches capitalinas, de la incertidumbre por su futuro, cayó en las drogas y al mismo tiempo comenzó el infierno, en el que se le fue toda su juventud. “Yo crecí acá en Ciudad Bolívar, pero he vivido en muchos lugares de Bogotá”, relató con melancolía y algo de resignación, pues tiene una particular conexión con esta tierra que lo vio crecer.
A la edad de 12 años se vio obligado a enfrentar la crueldad de la adicción. Consumía pegante, marihuana, ‘pepas’, perico y bazuco y, además, sufría el desamparo y el abandono de una sociedad que le negaba cualquier oportunidad.
Cuando ya pensaba que su vida no tenía sentido, un rayo de esperanza surgió en medio de la oscuridad cuando el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron)se cruzó en su camino y le ofreció una oportunidad para la rehabilitación.
Reciclar Foto:Archivo particular
“Fue bastante complicado dormir en las calles”, confesó al recordar esas épocas, evocando las noches heladas y los peligros que enfrentaba. “Uno está muy expuesto. Nunca se sabe si uno va a amanecer, si algo pasará, si alguien te robará o te matará”.
Hoy, 23 años después de que escapó de su casa, Luis duerme a la orilla del río Tunjuelito. Su cama no es precisamente un cómodo colchón, más bien una carroza de madera repleta de cartones, cubierta de plástico, con sus fieles compañeros, tres perros callejeros que le hacen guardia. “Yo hasta les pongo bozal porque me muerden a la gente y me meto en líos”.
Lo nuevo en esta historia, que podría ser la de cualquier reciclador, es que él, en medio de su situación, se convirtió en el primer reciclador que gana un proyecto de presupuestos participativos 2024, que es un programa que le permite a la ciudadanía elegir anualmente los proyectos de inversión de cada localidad.
Su idea consiste en mejorar la vida de los que como él habitan en la calle, a través del reciclaje. “Me gusta bastante el medioambiente, la naturaleza y todo este tema”, explicó con entusiasmo.
Yo no me las creía porque la gente siempre me veía con miedo por mi aspecto físico y ahora era diferente. Me sentí realizado.
Lo logró haciendo un video que luego compartió a través de la red social TikTok en el que presentó una maqueta de su proyecto. Este consiste en el montaje de ochenta casetas, distribuidas en lugares estratégicas de la localidad, que sirvan para albergar a sus colegas y ellos puedan allí clasificar lo que recolectan en un día de trabajo en las calles de Bogotá. Fue tanta la acogida de su propuesta que logró más de 2.000 votantes en su territorio. “Yo no me las creía porque la gente siempre me veía con miedo por mi aspecto físico y ahora era diferente. Me sentí realizado”.
Lucho, como le dicen sus amigos y amigas, ideó este proyecto inspirado en sus propias vivencias y el anhelo de rehabilitarse para ayudar a sus compañeros y compañeras, como él los llama. “Este era mi mayor sueño, poder contribuir a la sociedad de alguna manera. Los y las habitantes de calle también pueden salir adelante, progresar y cambiar. Lo único que necesitan es apoyo”.
Luis Alfredo Muñoz, primer habitante de calle en ser ganador de una iniciativa en Presupuestos Participativos. Foto:Cesar Melgarejo- EL TIEMPO
Explica con orgullo que “la idea es dignificar esta población y contribuir con los residuos al medioambiente”. Este proyecto, gestado en las entrañas de la necesidad y la empatía, se convirtió en un faro de esperanza para una comunidad marginada y olvidada.
"Me sentí muy contento”, recordó con emoción.
La victoria de Luis en el concurso de Premios Participativos fue el reconocimiento merecido a años de dedicación y sacrificio. “Me sentí muy contento”, recordó con emoción. “La gente hizo la tarea de colaborar votando por mi proyecto para que se me hiciera realidad”.
Hoy este hombre es más que un sobreviviente de las calles, es un símbolo de resiliencia y esperanza en una comunidad marcada por la adversidad. Su historia es un recordatorio poderoso de que quien cree en sus ideas, a pesar de estar en medio de la adversidad, puede convertirse en un gestor de cambio.