Los días de gloria de la zona de tolerancia de Bogotá parecen haber desaparecido. La avenida Caracas con calle 22, justo en la entrada al barrio Santa Fe, fue el punto de encuentro, por muchos años, de hombres de todos los rincones de Bogotá que buscaban rendirles culto a la rumba, el alcohol, al sexo y las drogas en dos de los clubes o prostíbulos más prestigiosos de la ciudad: El Castillo y La Piscina Nigth Club.
La suerte de estos establecimientos fue la misma y hoy ambos están cerrados. El Castillo, que ahora es un centro cultural, en 2014 fue sellado por ser el lugar de encuentro de la mafia, rumbo que le siguió ocho años más tarde la Piscina Nigth Club, que hoy está clausurada y en medio de un proceso de extinción de dominio por ser el presunto lugar desde donde operaba la banda delincuencial ‘los Compas’, dedicada a la venta y distribución de drogas en la capital del país y otros municipios aledaños.
El lugar de 7.000 metros cuadrados y ocho pisos conocido como la Piscina de la 22, donde cada semana laboraban un promedio de 300 trabajadoras sexuales, según la Policía Metropolitana de Bogotá y la Fiscalía General, estaba siendo utilizado por ‘los Compas’ para el tráfico de estupefacientes. “Aproximadamente entre 200 y 300 kilos de drogas se comercializaban en este sitio”, señaló el brigadier general Eliecér Camacho, comandante de la Mebog.
Pero la Piscina no solo era un sitio donde se vendían drogas para el consumo de los clientes, que día y noche visitaban sus instalaciones, de acuerdo con la información recopilada en la investigación. Por este sitio pasaban cargamentos enteros de droga que eran movilizados en tractocamiones desde dos rutas diferentes: la primera venía desde el Cauca, pasando por Neiva e Ibagué hasta Bogotá; mientras que la segunda ruta traía un cargamento directo desde Cali y Manizales a la capital del país. Los estupefacientes eran repartidos en varias localidades de la ciudad y se movían también con rumbo a los municipios de Soacha, Funza, Zipaquirá, Gachancipá y Tocancipá, todos en Cundinamarca.
Según el fiscal general, Francisco Barbosa, la droga viajaba en estos recorridos camuflada entre mercancía legal y camiones de alimentos que lograban superar los controles de la Policía de carretera; sin embargo, dice el funcionario, una labor de intervención de las autoridades mediante la estrategia de itinerancia permitió conocer el verdadero contenido de los camiones y unir los hechos que se venían presentando en las carreteras.
La historia del club nocturno que abrió sus puertas en 2003 no siempre fue igual. Antes de ser reconocido en el país como un lugar para el ejercicio de la prostitución, donde estaban algunas de las mujeres más bellas del país dedicadas a ese oficio, fue sede de la clínica Santa Fe y del reconocido hotel Metropolitano, y el sitio donde se grabaron varias producciones como la película argentina La sangre y la lluvia, La guaca y hasta comerciales de jabones y geles para el cuerpo.
También, como lo describió un existrador del lugar, fue el sitio de encuentro de algunos hombres poderosos en el país, personalidades de la farándula y varios deportistas, quienes encontraban en ese establecimiento un lugar para todo tipo de celebraciones desenfrenadas.
Sin embargo, esa época de diversión misteriosa y en las sombras fue empañada por un escándalo de narcotráfico que terminó con los días de fiesta en la Piscina. Según la Policía de Bogotá, los delitos se fraguaron desde su interior, pues a la cabeza del negocio de las drogas estaba Jhon Edison Jiménez, alias ‘el Caqueteño’, quien desde el prostíbulo, presuntamente, coordinaba el transporte de las cargas de estupefacientes con ayuda de ‘el Paisa’ o José Arbey Giraldo, quien, hasta el momento de la captura, fue el del club nocturno.
Según el fiscal general de la nación, el negocio de las drogas que manejaba esta agrupación delictiva dejaba ganancias mensuales del orden de los 1.600 millones de pesos. Además, tenía una tercera ruta de distribución que era la encargada de llevar las drogas hasta el golfo del Urabá, pasando por Pereira, Manizales, Honda, Magangué y Necoclí y que posteriormente serían enviadas a países como México, Panamá, Canadá y Francia.
El seguimiento del caso y el allanamiento del club dio como resultado la captura de 13 presuntos de la organización narcotraficante, entre los que se identificaron Jhon Edinson Jiménez, ‘el Caqueteño’; Marleny Calderón; Nini Barrera, Felíx Mejía, ‘ Negro’; José Arbey Giraldo, ‘Paisa’; Carlos Cervera, Ferney Bahos, ‘Indio’; Dora Suárez, y Cruz Melo, ‘Viky’.
Sin embargo, la red desarticulada por la Policía Metropolitana era solo una parte del entramado de personas que venían operando bajo este esquema delictivo desde hace años y que ya habían sido identificadas un año atrás.
En octubre de 2020 la Fiscalía General y la Policía de Bogotá ya habían propinado el primer golpe a la estructura criminal, cuando capturaron a 25 integrantes de la banda de microtráfico ‘los Mai Mai’, que se dedicaba a la distribución de estupefacientes en las zonas de ocio de la localidad de Kennedy y que trabajaba para los cabecillas de ‘los Compas’ istrando el negocio en esta zona de la capital. Así lo notificó José Manuel Martínez, director sección de la Fiscalía Bogotá.
Así las cosas, el organismo investigador les imputó a los capturados los cargos de concierto para delinquir; tráfico, fabricación o porte de estupefacientes y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, rios, partes o municiones. Todos ellos fueron presentados ante un juez de control de garantías que resolvió dictarles prisión intramural.
Por el lado del prestigioso club nocturno la Piscina, sus puertas fueron clausuradas desde el pasado 12 de noviembre, y la Fiscalía anunció un proceso de extinción de dominio debido al grupo de delitos que se cometían en esas instalaciones, que no solo tenían que ver con el narcotráfico, sino que, a la vez, era el lugar donde diversas estructuras criminales que frecuentaban el lugar hacían sus negocios.
Una historia que se repite
La Piscina Night Club no fue el primer caso. En 2017, El Castillo, propiedad de los narcotraficantes José Ricardo Pedraza y Carlos Manuel Medina, era reconocido por ser el prostíbulo más exclusivo de la capital y también fue clausurado por tener nexos con estructuras dedicadas al narcotráfico y la delincuencia. Según la investigación de ese entonces, Pedraza y Medina estuvieron vinculados a una red que lavó millonarias utilidades del narcotráfico entre 2001 y 2002, por lo que la Fiscalía ordenó la extinción de dominio de todas las propiedades involucradas en operaciones ilegales, entre las que se halló la Corporación Privada El Castillo, el Hospedaje VIP y otras propiedades, en otros departamentos, que sumaron 800 millones de pesos.
JONATHAN TORO
Redacción Bogotá