Para llevar a cabo sus proyectos urbanísticos los alcaldes y alcaldesas frecuentemente se guían por su instinto, se acuerdan de sus viajes o, a veces, simplemente siguen instrucciones de los financiadores de sus campañas. Y si se hacen estudios, lo mínimo que se espera es que sirvan para respaldar lo que se quiere hacer. Por eso es sorprendente que el Corredor Verde de la carrera Séptima se apoye en un estudio técnico elaborado por la misma istración Distrital que recomienda una solución muy distinta a lo que la alcaldesa de Bogotá insiste en ejecutar.
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El estudio se llama: ‘Componente de tránsito de la factibilidad estratégica para el corredor verde de la avenida carrera 7.’. Fue elaborado por la Secretaría Distrital de Movilidad (SDM) con participación de la Dirección de Planeación para la Movilidad, la Dirección de Inteligencia para la Movilidad y la Subdirección de infraestructura. Tiene 349 páginas y se terminó en enero de 2021.
Como todo estudio de movilidad, tiene muchos planos, estadísticas, mediciones, fórmulas matemáticas y matrices. En total hay 251 figuras y 60 tablas. El trabajo se centra en evaluar tres escenarios estratégicos (modelación macroscópica) y varias opciones para sitios puntuales (Calles 92, 85, 72 y Parque Nacional).
La conclusión del estudio es contundente: para eliminar y desviar el tráfico mixto de la 7a en sentido norte sur entre las calles 92 y 34, es necesario revertir el sentido del tráfico, primero de la carrera 15 entre las calles 100 y 72, y segundo, de la carrera 5 entre la Avenida 19 y el Parque Nacional. Sólo así es posible lograr los carriles exclusivos para el BRT o TransMilenio que quiere implantar la alcaldesa.
Según el estudio, de los escenarios estratégicos evaluados, el que muestra “los mejores indicadores de desempeño” es el “Escenario 1” (página 339), precisamente el desechado por la alcaldesa. Este escenario demuestra claramente que sacar el tráfico mixto de la carrera séptima, requiere que además de hacer que la carrera 15 vaya en dirección norte-sur y la carrera 5 en dirección sur-norte, se rediseñen las calles 77, 74 y 34 entre otras.
Los otros dos escenarios evaluados no los recomienda el estudio porque según los indicadores matemáticos utilizados generan más trancones, largas esperas en semáforos, altos riesgos de accidentalidad, etc.
Es muy curioso que la istración Distrital haya elaborado un estudio técnico y decida no seguir sus recomendaciones, a pesar de advertencias recurrentes y enfáticas de los funcionarios ejecutores del trabajo. ¿Por qué tomar el riesgo ético, técnico y legal de hacer este estudio y no aceptarlo?: ¿Arrogancia? ¿Desconocimiento de la existencia del estudio? ¿Deficiente asesoría técnica?
La insistencia en ir contra el estudio tiene implicaciones negativas ya evidentes. Primero, para ajustarse a las fallas que se van detectando por parte de la comunidad se improvisa. Este es el caso de la ampliación a última hora del puente de la calle 92 a dos carriles que por falta de espacio se hace sin cumplir las especificaciones mínimas de ancho de la SDM (página 327).
Segundo, se hacen anuncios a la ligera que después se deben desmentir. Por ejemplo, la intención de ampliar la carrera 11 a 4 carriles sólo se puede llevar a cabo parcialmente desde la calle 100 hasta la 82. A partir de ese punto, solamente habrá 3 carriles y la congestión se extenderá por 48 cuadras hasta la calle 34.
El resultado de esta serie de improvisaciones es una colcha de retazos que no soluciona ninguno de los problemas evidentes que hay hoy en la vía más emblemática de Bogotá.
¿Y hay solución? Por supuesto que sí. El primer paso es aceptar que el origen de todas las dificultades es que el TransMilenio no cabe por la Séptima.
Mario Noriega
Arquitecto urbanista