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Habitantes de La Candelaria denuncian exceso de ruido por aumento de bares en el sector; debido a esto, los hostales han sufrido pérdidas

Los altos niveles de ruido que generan estos establecimientos han tenido repercusiones en la salud de sus residentes y los dueños de hostales han perdido reservas, afectando así el turismo local.

Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo.

Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo. Foto: César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa

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Bogotá cada día se vuelve un referente en el turismo internacional y La Candelaria, su epicentro. Esto ha generado que crezcan el comercio y los establecimientos, donde se resalta la cultura colombiana y local. Aunque esto es un muy buen síntoma del crecimiento de la capital, está afectando a otra parte de la población.  
El incremento de los establecimientos como gastrobares, rumbeaderos y karaokes, entre otros, en el centro histórico de la ciudad, está causando afectaciones de salud a los habitantes y, paradójicamente, a la hostelería del sector, ya que en plataformas como Booking, en los comentarios, califican el sector como ruidoso, bajando así la puntuación del recinto.  
Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo.

Turistas y capitalinos recorren las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo. Foto:César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa

Diferentes habitantes y dueños de hostales del sector aron a EL TIEMPO para denunciar el exceso de ruido que generan estos comercios. Según le dijeron a este medio, se ha buscado todo tipo de alternativas para poder llegar a acuerdos, pero las autoridades no han hecho nada al respecto.  
Justamente, a finales del año pasado, la Nación sancionó la nueva Ley Antirruido, una normativa que busca reducir la contaminación auditiva en el país mediante controles más estrictos y sanciones más severas.  
Esta ley establece límites de decibeles en zonas residenciales, comerciales e industriales, además de exigir a los establecimientos nocturnos reforzar el aislamiento acústico. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, las principales fuentes de ruido en Colombia provienen del tráfico vehicular, la actividad comercial y las obras de construcción. En cuanto a la capital del país, se han registrado niveles de hasta 85 decibeles en sectores críticos, superando los 65 recomendados por la OMS.  
La ley contempla multas que pueden superar los 50 salarios mínimos para quienes incumplan las normas, además de cierres temporales para reincidentes. Expertos en salud han advertido que la exposición prolongada al ruido puede generar estrés, insomnio y afectaciones auditivas, por lo que la implementación de esta legislación se ha vuelto clave para mejorar la calidad de vida en las ciudades. 
Uno de los denunciantes, que lleva más de 20 años viviendo en La Candelaria, quien prefirió guardar su identidad, le contó a este medio que, hace varios meses, desde que se dio la apertura de El Establo de Pegaso, el se encontraba ubicado en la calle novena con carrera tercera, debido a la falta de sueño, comenzó a sufrir de estrés y durante el día tenía episodios en los que se sentía débil.  
Frente a esto, se puso en la tarea de, en un principio, ar a su dueño y buscar la manera en que se llegara a un acuerdo, ya que la música a alto volumen pasaba de las horas y niveles establecidos según la ley.  
Luego de no llegar a ningún acuerdo, durante varios meses se dedicó a llamar a la Policía Metropolitana de Bogotá para que, desde las autoridades, se lograra algún resultado. Debido a la insistencia del residente, la Policía comenzó a hacer presencia en el lugar.
Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo.

Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo. Foto:César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa

El establecimiento, en un inicio, no cumplió con los reiterados llamados de atención, así que un tiempo después, comenzaron a recibir las multas correspondientes, razón por la que, varios meses después, el establecimiento tuvo que cerrar. Hasta la fecha, este ha sido el único establecimiento que se encuentra en el sector que tuvo que cerrar sus puertas al público por el exceso de ruido, pero aún en La Candelaria siguen abriendo y existiendo comercios que se hacen llamar centros culturales, pero que realmente se dedican a la rumba.  
José Manuel Ríos, un empresario chileno que desde hace más de cinco años reside en Bogotá, es dueño de Onde Pepe Hostel y desde hace varios  meses se ha visto afectado por esta misma situación. Algunos de sus huéspedes reservan por varios días, pero luego de pasar una noche en la que no pueden descansar debido al ruido que genera el bar Museo de La Mafia, ubicado en la carrera tercera con calle 12c, que limita con su predio, cancelan la reserva y cambian de hostal. 
Además, contó que desde que se dio la apertura de este nuevo establecimiento, ha buscado la manera de poder llegar a acuerdos con el y el dueño del recinto, pues, aunque se supone que es un centro cultural, que tiene apertura en la tarde, luego de las cinco o seis de la tarde, comienza la rumba y el karaoke, que muchas veces finaliza a las cuatro de la mañana. 
En entrevista para este medio, David Celis, del Teatro de la Comedia, aseguró que el horario de su establecimiento no pasaba de las 12 de la noche y que, debido a las actividades que se realizaban en el lugar, este no contaba con espacios para la rumba. Y que, además, tenían un regulador de volumen, según las normas establecidas.   
Frente a esto, EL TIEMPO se quedó una noche en otro hostal que limita con ese comercio, Ulucaho Hostel. Una casa tradicional del barrio, alargada, con patio interno lleno de verde. La disposición de este recinto permite ver a lo lejos Monserrate, que, desde las cinco de la tarde, de domingo a domingo, empieza a perder protagonismo debido a la música a altos niveles que traspasan las paredes del Teatro de la Comedia. 
Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo.

Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo. Foto:César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa

Este comercio también se ha visto afectado por el exceso de ruido. Han perdido varias reservas tras una noche en la que sus huéspedes no pudieron descansar.  
“Ulucaho nace como una empresa familiar, pues llevamos más de 30 años viviendo en el sector. Y hasta hace poco nos empezamos a ver afectados por el exceso de ruido que generan los establecimientos que se encuentran en la calle del Embudo y en el Chorro de Quevedo, que son tipo bares”, le dijo Cindy Moya, a del hostal, a EL TIEMPO.  
Cindy y su familia viven del turismo de la capital y, aunque desde hace años han estado acostumbrados al ruido que generaban los bares del Chorro, con la llegada del Teatro de la Comedia, ya ni siquiera escuchan estos comercios.
La familia Moya también ha buscado alternativas para llegar a un acuerdo, no solo de manera directa con David Celis y el dueño de la casa, Juan Carlos Mahecha, sino a través de las entidades locales, como la Alcaldía de La Candelaria, la cual le comentó que esa responsabilidad le correspondía a la Policía y no a ellos, pero que le sugería tramitar una querella.  
Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo.

Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo. Foto:César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa

La alcaldía también le explicó a este medio que la Ley 1801 de 2016 y otras normas aplicables que establecen los comportamientos contrarios a la convivencia decreta que las autoridades competentes son la Policía Nacional y la Secretaría Distrital de Ambiente, razón por la cual las actividades de control realizadas por la Alcaldía Local a los establecimientos de comercio, en materia de emisión de ruido, son limitadas.  
En entrevista con voceros de la Secretaría de Ambiente, dijeron: “Esta entidad está encargada de realizar las acciones de evaluación, control y seguimiento a establecimientos de comercio, industria y servicios, según lo establecido en la normatividad ambiental vigente (que depende del uso del suelo) en materia de emisión de ruido y que, en los casos de peleas, problemas de convivencia entre vecinos o el ruido de mascotas, es competencia de la Policía y alcaldías locales”. 
Angélica Angarita, alcaldesa de la localidad de La Candelaria, le dijo a este medio que se han realizado operativos conjuntos de inspección, vigilancia y control a establecimientos de comercio de alto impacto o que cuentan con fuentes generadoras de sonido, con el fin de disuadir el uso de este tipo de elementos y socializar la importancia de su uso moderado.  
“Igualmente, ante hechos evidentes de afectación a la tranquilidad, se remiten los casos a las entidades competentes para el inicio de las actuaciones policivas y sancionatorias correspondientes”, agregó Angarita. 
Según la alcaldía local, durante el año pasado se realizaron alrededor de 36 mesas de trabajo con comerciantes y con la comunidad en general involucrada en situaciones que afectan la seguridad y la convivencia en la localidad por temas de emisión de ruido. 
Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo.

Turistas y capitalinos recorren algunas de las calles de La Candelaria y lugares típicos, como el Chorro de Quevedo. Foto:César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa

Y explicó que “en dichos espacios se han generado compromisos correspondientes al acompañamiento constante a los entornos de rumba, el espacio público y a la intervención interinstitucional por medio de operativos de inspección, vigilancia y control al comercio, así como a los ejercicios de acompañamiento, orientación y sensibilización realizados por gestores de convivencia, para mediar en situaciones que afectan la convivencia entre los comerciantes y habitantes de la localidad”. 
Esta es una situación que no solo atraviesa La Candelaria, sino que también es una problemática en otras localidades. Según datos de la Policía de Bogotá, el año pasado se llevaron a cabo 662 visitas técnicas en las 19 localidades urbanas de la ciudad, con el propósito de evaluar los niveles de ruido y garantizar el cumplimiento de la normativa vigente. 
Este seguimiento permitió identificar las zonas con mayores índices de contaminación auditiva, destacando a Antonio Nariño como la localidad con los registros más elevados, seguida de Usme, Puente Aranda, Engativá, Kennedy y La Candelaria. Estos sectores fueron señalados como críticos debido a la persistencia de niveles sonoros que impactan la calidad de vida de los ciudadanos y representan un riesgo para la salud pública. 
Laura Valeria López Guzmán
En X: @Lauravalerialo
Redacción Bogotá
EL TIEMPO

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