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Justicia por mano propia: ¿por qué más de la mitad de los bogotanos la apoya?
Desconfianza de las autoridades e incremento de las conductas violentas, entre las razones.
Esta riña se presentó en la avenida Boyacá con calle 26 Foto: César Melgarejo / EL TIEMPO
La situación de inseguridad en Bogotá ha llevado a que cada vez sean más los ciudadanos que creen que una salida ante la crisis es poder ejecutar con libertad la justicia por mano propia y poner freno a los delincuentes que están sueltos en la ciudad.
Un reflejo de esto son los resultados que reveló la más reciente medición de percepción de Bogotá Cómo Vamos, según la cual el 53,9 por ciento de los ciudadanos encuestados están de acuerdo con defenderse por su cuenta.
En esa misma línea, un 24 por ciento de las personas aseguraron haber usado algunos mecanismos autónomos para defenderse y no haber acudido a ninguna institución de seguridad.
De hecho, ese dato es superior al de los que afirmaron haber ido a un CAI, a la Fiscalía, a la comisaría de familia, a un juzgado o a una inspección de policía.
Estos resultados, según los expertos, denotan dos factores claves: el primero, que hay cierta desconfianza en el trabajo de las autoridades, intensificado por la percepción de demora en la solución de los problemas. Por otro lado, un incremento de las conductas violentas en los ciudadanos que fue la consecuencia del prolongado encierro en la pandemia.
Orlando Carrillo, especialista en seguridad ciudadana, explicó que el aumento en este indicador es preocupante, toda vez que la intención de la ciudadanía de hacer justicia por sus propios medios podría generar aún más problemas que soluciones.
"Es entendible que los ciudadanos demuestren el disgusto porque el sistema judicial no ha sido contundente en la istración de justicia (...); sin embargo, hay que tener en cuenta que el hecho de tomar la justicia por mano propia no es una formalidad, ya que, por el contrario, se podría ver inmerso en delitos como las lesiones personales y otros que sean la consecuencia de la ira", explicó.
Y es que el panorama de inseguridad en la ciudad es tan volátil e incierto que, incluso, el gremio de comerciantes Fenalco asegura que una de las formas para frenar la crisis que los azota es permitir que los tenderos y empresarios, que tengan salvoconductos vigentes, puedan circular y usar sus armas para defenderse contra el delito.
Yo creo que a los comerciantes que tienen arma con salvoconducto se les debería permitir portarla
"Hay una propuesta y es quitar la restricción del porte de armas con salvoconducto, que muchos de los comerciantes tienen, pero que no pueden usar debido a la legislación actual. Yo creo que a los comerciantes que tienen un arma con salvoconducto se les debería permitir portarla, y así los delincuentes lo pensarían dos veces antes de cometer muchos delitos", anotó Juan Esteban Orrego, director de Fenalco Bogotá-Cundinamarca.
Sin embargo, el de la legítima defensa o la justicia por mano propia no es un asunto que se quede solo en las encuestas.
EL TIEMPO conversó con Jesús Miranda, líder de un frente de seguridad y defensor de la implementación de la legítima defensa, quien explicó que esto es necesario porque debe haber alguien que tenga una reacción inmediata ante las situaciones de criminalidad. "Yo coordino un grupo de vigilancia que está armado, y usamos las armas traumáticas para disuadir al delincuente (...); a veces, las autoridades se demoran o, incluso, no llegan".
Miranda señaló que en algunos frentes de seguridad de la ciudad los integrantes "andan con armas letales o traumáticas" que les permitan contener la delincuencia. Según él, no hay un apoyo efectivo de las autoridades, lo que los lleva a armarse para poder resguardar la integridad de sus comunidades ante la ola de delincuencia en la ciudad.
Joven colombiano resultó muerto luego de haber ingresado a una licorera a robar. Foto:iStock
"Usamos un tipo de arma que genere algún tipo de lesión en el momento de la disuasión para evitar que el delincuente nos regrese el ataque (...), así lo hemos manejado y así lo seguiremos haciendo porque, lamentablemente, la comunidad no cuenta con el 100 por ciento de la seguridad y la defensa legítima, por eso nosotros mismos nos armamos", explicó.
Justamente, Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, afirmó que el sentimiento que impulsa la práctica de la legítima defensa tiene que ver con tres aspectos claves: la burocracia excesiva para denunciar, los largos periodos de tiempo que llevan los procesos judiciales y la poca probabilidad de que los criminales sean enviados a prisión.
Ahora, el experto va más allá y explica que el crecimiento del fenómeno de la justicia por mano propia tiene matices culturales que hacen referencia a la necesidad de la ciudadanía de aplicar violencia que sea ejemplarizante.
Por otro lado, "con estos actos la gente cree que puede generar una disuasión de los delitos porque considera que si los golpean o los hieren, los delincuentes no volverán a cometer estas fechorías, pero eso no es así".
Finalmente, Francisco Alvarado, psicólogo social de la Universidad Nacional, señala que el comportamiento violento y reaccionario de los bogotanos se incrementó luego de la pandemia.
Para él, el retorno a la presencialidad generó un incremento del estrés en los sujetos que detonó sentimiento de frustración e impotencia que, a su vez, disminuyen los niveles de tolerancia y racionalidad que resultan en escenarios donde se canaliza la ira de manera violenta.
Aunque los expertos consideran que la justicia por mano propia está en una línea muy delgada entre la legítima defensa y las situaciones que se pueden convertir en delito, lo cierto es que todavía no hay un mandato que logre regular con claridad las situaciones en las que un ciudadano puede o no defenderse y qué instrumentos tiene para hacerlo; incluso, la ley de seguridad ciudadana, que establece ciertos criterios para estos casos, tampoco ha logrado ejecutarse satisfactoriamente.