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Paola Noreña reconstruyó el día en que su exnovio intentó matarla
Paso a paso relató los instantes que vivió desde que su agresor la apuñaló hasta que fue condenado.
El 6 de abril del 2017, cuando su exnovio, Miguel Rozo Trujillo, intentó degollarla en plena calle, Paola Noreña tuvo la suficiente lucidez para apretar su mano contra el cuello y evitar desangrarse, y además guiar a un conductor desconocido que la auxilió para encontrar una clínica donde le salvaran la vida.
Llegó caminando, o mejor, corriendo, a la sala de urgencias de la Clínica Partenón, y con el convencimiento de que moriría por la gravedad de las heridas, antes de que la atendieran les pidió a los médicos que dejaran constancia de que el atacante había sido su exnovio Miguel Rozo.
Hoy, después de más de 27 meses, con la misma lucidez que en esa ocasión le salvó la vida, reconstruyó para EL TIEMPO el ataque, sus consecuencias y el impacto del fallo que acaba de condenar a su atacante, Miguel Rozo Trujillo, a 21 años 10 meses y 15 días de prisión por intentar asesinarla.
El día del ataque
Trabajaba como coordinadora de Proyectos en la universidad Minuto de Dios. Iba saliendo, por la diagonal 77 con carrera 80, una avenida de cuatro carriles. Y en la mitad del separador soy abordada por la espalda, me halan del cabello hacia atrás e inmediatamente, sin mediar palabra, esta persona, el agresor, intenta degollarme.
Me hace dos heridas, una en el cuello que es de 19 centímetros con 9 de profundidad, que va a dos milímetros de la yugular. Y la segunda que empieza en la comisura del ojo derecho y termina en la nuca, de 17 centímetros. Pudo significar perder la vida en un instante.
Cuando siento el arma cortopunzante en mi cuello pienso que me va a matar. Lo único que puedo hacer en ese instante es con mis manos intentar coger el arma y hacer fuerza. Él intentaba atravesarme (el cuello) para quitarme la cabeza, y yo intentaba no dejarme atravesar. Me cortó las manos, perdí las uñas en ese instante. Entonces intento una última maniobra: lanzarme con fuerza hacia el costado izquierdo, de esa manera él se desacomoda y me hace el segundo corte. En ese instante a mí la cara se me abre en dos pedazos, siento toda la sangre a mi alrededor.
Cómo identificó a su atacante
Cuando yo bajo la cabeza lo veo corriendo, lo vi de espaldas. Desde que lo vi de espaldas le reconocí el jean, los zapatos, puedo decir puntualmente cómo estaba vestido. Y lo veo corriendo, y por donde huye, que es un parque que está hacia la diagonal 77.
Miguel Rozo Trujillo es acusado de agredir con arma blanca a la comunicadora Paola Noreña. Foto:Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO
Carrera por la vida
Corriendo, me cojo fuerte el cuello porque tengo todo el tiempo la sangre saliendo y empiezo a gritar auxilio, auxilio, ayúdenme. Un niño que va pasando del colegio Minuto de Dios queda impactado. Una señora se tapa la cara y dice ‘qué horror, que horror’. Yo intento parar los taxis, los carros, la gente no hace nada. Es una avenida, pero la gente sigue transitando como si nada. Yo digo tengo que salvarme, empiezo a correr hacia la carrera 80, y ahí frena un señor en un auto azul. Me dice súbete, me subo, y ahí el señor queda en 'shock' porque estoy completamente ensangrentada.
Y me dice ‘usted se va a morir’. Yo le digo con toda la tranquilidad en ese momento (agradezco que haya tenido en ese momento la fortaleza) a usted no le va a pasar nada, pero lléveme a un hospital, por favor. Y él me responde, no soy de la zona, no conozco este lugar, no sé dónde quedan los hospitales. Yo le indico que siga directo donde yo sabía que estaba la clínica Partenón.
Le dije al doctor: escúchame por favor, mi nombre es Paola Noreña, soy A negativo (porque sé que mi sangre es muy difícil), escriba que fue Miguel Rozo, mi exnovio
La llegada a la clínica
Cuando bajo del carro, salgo corriendo hacia la clínica, todo el tiempo lúcida. No tengo que decir nada, las personas me abren paso, voy bañada en sangre. De hecho, cuando mi mamá llega a la clínica le dicen 'esa niña está abierta desde la garganta hasta el abdomen', porque era tanta la sangre que no se sabía dónde estaba la herida.
Señalando al agresor
Yo llego, el vigilante abre la puerta, todo el mundo empieza a moverse, y en urgencias gritan código de vida. Yo con mi mochila agarrada le dije al doctor: escúchame por favor, mi nombre es Paola Noreña, soy A negativo (porque sé que mi sangre es muy difícil), escriba que fue Miguel Rozo, mi exnovio. En la epicrisis queda: llega joven de 26 años, refiere que fue su exnovio.
La mochila a la que se aferró
Luego me quieren quitar la mochila y yo no la quiero dar, porque tengo miedo que al darla la pierdan y digan que me iban a robar. Y a mí no me iban a robar, me iban a matar. El doctor insistía en que la soltara y yo no quería perderla de vista.
Cómo fue volver a la calle
Pasé un episodio fuerte, terminando los 45 días de incapacidad. Era la primera vez que salía a la calle después del ataque. Voy caminando por la calle y en la mitad de un separador una señora de avanzada edad se iba a caer, y ella simplemente pensó en tomarme a mí del brazo hacia atrás para evitar resbalarse. En ese instante me sentí morir, dije me cogió, me mató y me tiré al suelo y me puse a llorar.
Lloró con la sentencia
Es un cúmulo de emociones. Sentí tranquilidad y reposo de saber, que al fin me estaban reconociendo el hecho puntual que he dicho desde el primer día, que esta persona era la culpable y responsable de los hechos. Pero también siento un sinsabor por la responsabilidad del Estado de no haber aplicado la perspectiva de género y se haya tipificado en homicidio en calidad de tentativa, en lugar de tentativa de feminicidio.
Hoy Paola Noreña dice que seguirá en la lucha para que su caso sea fallado como un intento de feminicidio y no como un homicidio. Vea el contenido completo de esta entrevista en el video que aparece anexo a esta nota.