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Noticia
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‘Valentina, muerte y vida’, el libro que devela los detalles del caso que podría terminar en una condena por feminicidio
Las autoras del texto, Maureén Maya y Laura Hincapié, hablan de los pormenores de la investigación sobre la vida de la DJ asesinada y de los sueños truncados de toda una familia tras el crimen.
Valentina Trespalacios era una joven bogotana de 21 años que, con mucho esfuerzo, logró ocupar un lugar en el mundo de los DJ. Su sueño era sacar adelante a su familia y triunfar en la profesión que había escogido como proyecto de vida. Por redes sociales conoció a John Poulus y ese fue el preludio de la tragedia, pues fue asesinada por él, el 22 de enero de 2023. El estadounidense ocultó su cuerpo en una maleta y lo arrojó en un contenedor de basura.
Maureén Maya (MM), Laura Hincapié (LH) y Juan Guillermo Mercado unieron el periodismo y la escritura para develar cada detalle de este caso que conmocionó a Bogotá y al país en su libro ‘Valentina, muerte y vida’. Hoy ya está a la venta y en entrevista con EL TIEMPO, contaron todos los detalles de su investigación para la consolidación de esta obra.
¿Qué significó buscar a la familia de Valentina Trespalacios en un momento de tanto dolor?
LH: Trabajar con las víctimas y más cuando los casos son tan recientes es un gran reto porque hay que hacerlo con toda la empatía y la responsabilidad, pero también es nuestro trabajo buscar la noticia y este, en particular, fue un caso muy mediático que se cubrió desde el primer momento. Cuando llamé a la mamá de Valentina Trespalacios, Laura Hidalgo, y lo que me encuentro es a una mujer que no solo está sufriendo el asesinato de su hija sino una ráfaga de comentarios crueles hacia ella, que estaba totalmente revictimizada, me di cuenta de que esa historia merecía ser contada en otro formato. El país tenía que conocer quién era la DJ que aparecía en miles de titulares y de la que no se sabía su historia real. Ahí empezamos un trabajo con esta familia. Habían pasado dos meses de ocurrido el crimen y fue un gran reto que Laura confiara en nosotros.
El país tenía que conocer quién era la DJ que aparecía en miles de titulares y de la que no se sabía su historia real
¿Cuáles son los errores que se cometen al contar este tipo de historias?
LH: El principal error es cuestionar a la víctima. De plano es algo absurdo, fue una mujer asesinada. Todos los periodistas hemos cometido errores y este libro también es una reflexión para que nos preguntemos cómo estamos cubriendo estos casos. Lo que veíamos en las noticias era que se contaba que ella había sido asesinada, pero también quién era ella, pero se recalcaba mucho en el mundo de la noche, en cómo se vestía y solían mostrar muchas fotos. Hasta la imagen que uno escoge como periodista para encabezar una historia de una víctima de feminicidio es importante. Valentina era una joven que se mostraba, pero eso no tiene nada que ver con lo que pasó. Y entonces el riesgo que se corre es que el asesino deje de ser señalado y, en cambio, sí la víctima. A veces caemos en unos juzgamientos sociales con la víctima. Seguramente Valentina no eran la víctima que muchos querían ver, era una joven de 21 años que cometía errores como todos los seres humanos.
Carátula del libro Valentina Muerte y Vida. Foto:Nicolás Alvarado.
¿Por qué es importante no dejar como algo rio la vida de la víctima?
MH: Fue un propósito claro desde el inicio de este proyecto. A Valentina la mataron dos veces. Primero, por el feminicidio del que ella fue víctima, recordemos que su cuerpo quiso ser desaparecido como si no valiera nada; y luego se da la muerte simbólica, que es cuando se le trata de responsabilizar de su propia muerte. Es decir, muchos piensan que como era linda, tenía buena figura, aparecía en redes sociales y tenía un oficio de noche, se puede justificar lo que pasó. La gente es irresponsable, toman el tema a la ligera, hablan de lo que no saben y acaban con la reputación de muchas personas. En este caso nadie sabía quién era Valentina, cuál era su historia de vida, cuáles eran sus sueños. Ella era el eje emocional y financiero de su familia. El daño que hace el juzgamiento social termina derrumbando a una familia. Laura Hidalgo no solo lucha para que se haga justicia en el crimen de su hija, sino que también tiene que limpiar su nombre sin haber terminado el duelo.
Laura Hidalgo no solo lucha para que se haga justicia en el crimen de su hija, sino que también tiene que limpiar su nombre sin haber terminado el duelo.
¿Cuándo y quién toma la decisión de escribir este libro?
LH: Es cuando siento, en las palabras de Laura, una bofetada. Ella me dice, si usted quiere contar realmente la historia de mi hija, de la Valentina que nadie conoce, escriba un libro. Pensé que la vida me estaba dando una oportunidad. Yo soy periodista con muchos años de experiencia contando historias, pero nunca había escrito un libro. Y allí surge este proyecto de Mercado de Contenidos, con la investigación de Juan Guillermo Mercado, para aliarnos con la editorial Testigo Directo y contar esta historia. Pensé entonces que necesitábamos a una gran escritora que fuera conmigo de la mano, que sea una maestra, que además sienta empatía por el caso, que tenga convicciones y ahí es cuando me recomiendan a Maureén Maya, gran escritora.
La joven Valentina Trespalacios fue encontrada muerta metida en una maleta azul tirada en un contenedor de basura. Foto:Facebook: Valentina Trespalacios
¿Se conocían?
MM: No. Nos reunimos en un café. Yo al principio dudé, un poco permeada por lo que veía en redes sociales y en la prensa. Todo era muy oscuro, sórdido, aterrador y pensé: ¿de verdad quiero meterme en esta historia? Pero, cuando empiezo a indagar, a meterme más en el caso y me doy cuenta de que la gente está juzgando como culpable a Valentina y hablando de su asesino como el pobre hombre que se dañó la vida, que ella lo sedujo, que le sacaba dinero y otro montón de cosas sobre Valentina solo podía pensar en que a ella la habían matado de la manera más vil en una relación de confianza y amor con su pareja. A ella la asesinaron, fue víctima de feminicidio, la estrangularon, la tiraron a la basura. Eso me ofendió y me dolió muchísimo. Traté entonces en ponerme en el lugar de la familia. Ahí quise empezar a trabajar porque nada justifica un feminicidio. Valentina no era perfecta y no tenía por qué serlo.
La reportería en estos casos es complicada, se cierran las fuentes oficiales, las familias no quieren hablar por miedo. ¿Con qué barreras se encontraron?
Muchas. No solo porque íbamos a contar la vida de Valentina, sino porque necesitábamos tener a todo el expediente. Ahí contamos con la fortuna de que el abogado de las víctimas, Miguel Ángel del Río, creyó también en este proyecto y nos abrió un poco la puerta con Laura Hidalgo y con todas estas fuentes. La Fiscalía General de la Nación también fue muy diligente en entender el propósito del libro y logramos obtener material. Además, en esa confianza que obtuvimos con Laura Hidalgo, ella nos entregó las claves del correo de Valentina que estaba enlazado a su celular y allí había muchos archivos suyos y por eso el libro tiene datos que ni siquiera se tomaron en cuenta en el proceso y que demuestran que hubo un feminicidio. Ahí estaba gran parte de la vida de Valentina, fotos, videos, todo lo que ella documentaba no solo de su experiencia como DJ sino de su relación con John Nelson Poulus. Tuvimos un material inédito que nos permitió entender por qué sí hay un feminicidio.
¿Cómo manejaste esa línea del tiempo para hacer más interesante el relato?
MM: Nosotros supimos de Valentina por su muerte, pero nos interesamos en su vida. Y desde el comienzo teníamos claro que eran dos historias. Por un lado, la muerte, y por el otro lado, la vida. Nosotros empezamos entonces con la línea judicial que es cómo murió Valentina, en qué circunstancias, cómo se fueron reuniendo pruebas y elementos para mostrarle a la justicia y dar con el victimario para que fuera traído desde Panamá y asumiera su responsabilidad en Colombia y, por otro lado, quisimos contar quién era Valentina, cómo incursiona en el mundo de la música electrónica, cuál es su historia de vida, a qué luchas se enfrentaba. Valentina amaba su oficio, un oficio por muchos años monopolizado por hombres. A ella le costó, pero lo logró con sacrificio. Nos sorprendió el nivel de disciplina y responsabilidad que tenía. Ella venía de un entorno difícil, enfrentó muchas dificultades e incluso renunciaba a almorzar para poder llegar a sus clases. Eso nos lo contó el profesor, que tenía que caminar, coger Transmilenio, caminar más, coger alimentador y además estar pendiente de sus hermanitos.
LH: Ella sentía la responsabilidad de cambiar el destino de su familia, ese era su sueño y ella creía que podía lograrlo y ve este mundo de la música y esta carrera como una posibilidad de lograrlo a través de su trabajo, de su talento. Ella tenía muchas convicciones, un proyecto de vida, el proyecto de vida de todo un hogar.
¿Cómo se blindaron para no cometer errores que afectaran la investigación?
LH: Eso también fue un reto, sobre todo, en esos capítulos de juicio en donde estamos también haciendo unas interpretaciones como escritoras. Lo cierto es que también tuvimos que soltarnos y contar hechos que eran evidentes. Nosotras hicimos un trabajo muy juicioso de asistir a cada una de las audiencias, a las que no íbamos las seguíamos de forma virtual y también trabajamos en entender las pruebas de la Fiscalía. El libro tiene un material que no estaba dentro del proceso, pero lo mostramos con mucho cuidado entendiendo que no es prueba dentro del caso, pero sirve para entender quién era John Nelson Poulus. Eso fue basándonos en la acusación, trabajando con la Procuraduría, La Fiscalía, entendiendo también lo que significa un feminicidio. Estudiamos la ley Rosa Elvira Cely para saber en cuáles casos debe considerarse que hay un feminicidio. Fue un trabajo también muy juicioso con los abogados, pero en ningún momento afectamos la investigación, pues incluso las audiencias fueron públicas.
¿Cómo ponerle fin a un libro de una historia que todavía no ha terminado?
MM: De cierta manera lo teníamos claro desde el comienzo. Aunque íbamos trabajando casi que de forma paralela con el proceso judicial, asistiendo a todas las audiencias hasta llegar a la etapa final, sabíamos que había un riesgo de no lograr una sentencia, pero, como nosotros hacíamos un seguimiento a través de varias fuentes, eso nos permitió inferir de manera clara cuáles eran los elementos que nos permitían asegurar que se había cometido un feminicidio. Todo eso nos permitió llegar al final. La muerte de una mujer afecta a una familia, afecta a la sociedad. Valentina tenía un hogar que se rompió con esta violencia. El libro tiene unos mensajes muy potentes de cómo podemos protegernos las mujeres.
¿En qué va el caso?
LH: La última audiencia fue el 30 de abril y están pendientes los alegatos finales, es el último paso que se da antes de que se emita un sentido de fallo, una condena o una absolución. En este momento hay un tropiezo para las víctimas y para la Fiscalía, porque se debe esperar a que el Tribunal Superior de Bogotá defina una tutela que interpuso la defensa de John Nelson Poulus para que se incorpore el testimonio de Santiago Luna que está involucrado en el caso. Eso puso como un freno y hay un temor muy grande por parte de las víctimas de que Poulus pueda quedar en libertad por vencimiento de términos. Se espera que con la mayor celeridad, el tribunal defina esa tutela para que no se llegue a una libertad por vencimiento de términos, se pueda dar lugar a los alegatos finales y se dé un sentido de fallo.
¿Cuál es la invitación con este libro?
MM: Nosotras hicimos un esfuerzo muy importante para dejar un mensaje, no con el ánimo de responsabilizar a Valentina, sino para que las personas entiendan, por un lado, la diferencia entre amor y una relación tóxica, posesiva y abusiva. Poulus decía: si no me cela no me quiere. Eso no es normal. Otro elemento que trabajamos es la responsabilidad frente a las redes sociales, las niñas publican y publican sin saber a quiénes puede llegar esa información. En eso también hay que tomar medidas de prevención. Y lo otro es que un feminicidio no se puede naturalizar, estos no son solo cifras, hay todo un drama familiar detrás. El feminicidio es un crimen de odio.
LH: Es un libro que se escribió con todo el corazón, con toda la honestidad. Invita a los periodistas a reflexionar sobre cómo se están cubriendo estos casos, tenemos una gran responsabilidad. Tenemos que tener empatía. No podemos normalizar estos casos.