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Vanessa Blum, la mujer que ideó las compotas orgánicas para los bebés

Se propuso ser una gran empresaria y hoy es la dueña de la compañía que más vende este producto.

Vanessa Blum desarrolló el concepto de Baby Evolution (BE). La marca ya exportó el producto a dos países en 2018 y cerró acuerdos comerciales en cinco países adicionales.

Vanessa Blum desarrolló el concepto de Baby Evolution (BE). La marca ya exportó el producto a dos países en 2018 y cerró acuerdos comerciales en cinco países adicionales. Foto: Baby Evolution

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SUBEDITORA DE BOGOTÁ Actualizado:

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Siempre recuerda esta escena del año 2016, la de ella entrando en la oficina de los empresarios del retail más importantes de Colombia. Entre los nervios y la emoción se sentó y empezó a explicar en qué consistía su proyecto: el de ofrecer productos orgánicos para niños, una idea que muchos tildaron de insólita.
Pero el sueño de ser toda una emprendedora comenzó desde que Vanessa era tan solo una niña en una época en la que este término ni siquiera sonaba.
Solía internarse en la oficina de su padre, que quedaba muy cerca de su hogar, a escarbar cajones, jugar con la máquina de escribir y deleitarse con ese sonido del tubo devolviéndose cuando había que cambiar de reglón.
También disfrutaba ver cuando estampaban la tinta en el papel. “Recuerdo que en esa época todas las oficinas tenían una cantidad impresionante de sellos. A mí me fascinaba jugar con estos. Cada escritorio era un universo y algún día viviría en el mío”.
Recuerda con mucha alegría una Navidad en la que le regalaron un horno de juguete para hacer tortas de verdad. Su emoción nunca fue por lograr una receta con ingredientes reales sino por el plan que tendría que emprender para comercializar sus postres en el edificio, así fuera timbrando de uno en uno y probando la mercancía para ver si era de calidad. “Cuando me pagaban se acababa la emoción. Muchos creen que montar una empresa es solo para hacer plata, yo creo que es más que eso, los emprendedores sabemos que hay más”.
Pero esto no fue lo único que hizo con tal de generar sus propios ingresos. Recuerda que solía montar puestos de venta de gaseosa en la calle. “Ofrecíamos con mis amigas un vaso de gaseosa fría con hielo a todo el que pasaba. Nos emocionaba mucho todo el proceso: hacer los letreros, buscar nuestros muebles con asientos, montar el stand y ofrecer nuestro producto sin pena”, recordó. El calor de Cali, de donde es oriunda, era perfecto para ese tipo de negocios.
Vanessa dice que en ese momento sentía que estaba lista para tomarse el mundo, solo que no sabía que en la adultez el asunto no sería tan fácil. Claro, primero se graduó de bachiller en el colegio Bolívar, en Cali, y luego no dudó en decidirse por la carrera de istración. “Me fui para Nueva Orleans a estudiar en la Universidad de Loyola. Hice dos carreras en Negocios Internacionales y Mercadeo”.
Como todo emprendedor tuvo aciertos y fracasos, pasó por días de llanto y de decepción, pero al final siempre lograba sobreponerse. Pensó en montar una empresa boutique de chocolates con cacao colombiano y ecuatoriano y venderlo en Estados Unidos en tiendas propias. “Pero el plan quedó en papel y aunque nos apasionaba el tema no era el momento para haberlo hecho”.
Diez años después, más madura, sintió el mismo temor. “A todos los emprendedores nos da miedo empezar nuestro primer negocio, apostarle a una idea que no ha sido validada, arriesgarse a fracasar. Ese primer arranque es lo más difícil”.
Entonces Vanessa entró a trabajar en ProColombia. “Manejé los proyectos de Cooperación internacional que involucraban expertos holandeses que venían a Colombia para asesorar a las empresas en su proceso de exportación a la Unión Europea. Valoré el comportamiento de la empresa en temas de responsabilidad social, el trato y la seguridad de los empleados, la contaminación etc. El mundo estaba cambiando”, afirma.
Hoy, cuando los padres conocen los impactos negativos de los productos con azúcar, estas compotas son una posibilidad de alimentación muy llamativa.

Hoy, cuando los padres conocen los impactos negativos de los productos con azúcar, estas compotas son una posibilidad de alimentación muy llamativa. Foto:Carol Malaver

Pronto, Vannesa pasó a ser asesora en temas internacionales. Muy joven viajó a China, Japón, Argentina, Singapur, entre otros países, el trabajo soñado para muchos, pero algo faltaba. “Renuncié y me fui para Nueva York. Allí, estaba segura, se me prendería ese bombillito”.
¿Cómo vas a dejar semejante trabajo?, ¿cómo te vas a ir sin casarte?, fueron solo algunas de las preguntas que le hicieron en esa época. “A mi novio de entonces y hoy esposo nunca le dijeron nada así, y sigo creyendo que el machismo de nuestra cultura limita profundamente el potencial de las mujeres”.
Allá la aceptaron en la universidad de Columbia. Sabía que en ese país encontraría una idea que le permitiera montar una empresa sostenible. “Vivir en Nueva York es estar en un laboratorio de investigación. Todas las tendencias sanas y saludables son una realidad. Me empecé a meter en esta onda, a conocer, entender y aprender realmente sobre el cuerpo, sobre la nutrición y alimentación. Volvía a Colombia y la oferta, el surtido y la calidad de este tipo de productos era mínima en comparación”.
Ya en el país se dio cuenta de que acá era casi imposible conseguir alimentos orgánicos y así surgió la idea. “Era necesario, los niños en Colombia no tenían opciones orgánicas y saludables”, contó Vanessa.
Muchos la tildaron de loca, le dijeron que no perdiera el tiempo, pero su terquedad la hizo persistir, a pesar de la competencia desleal y las malas jugadas del mercado. “Dueños de cadenas me llamaban a decirme que ciertas empresas estaban condicionando inversiones a cambio de que me sacaran”.
Hoy, después de dos años de luchar y luchar, su empresa de productos orgánicos Baby Evolution es la que tiene más puntos a nivel nacional y la que más está vendiendo compotas orgánicas. “Ya estamos exportando a dos países y con negociaciones cerradas para otros cinco países de la región. En el 2019 esperamos ampliar en 150 % el portafolio”.
Aprendió que un “no” nunca es definitivo, que es un tal vez y que la energía de su empresa, Baby Evolution, sigue contagiando hasta a los negociadores más agresivos de la cadenas. “Para mí la satisfacción más grande es saber que sí se puede. Saber que con mi esfuerzo puedo ayudarles a tantas familias a consumir productos saludables, que puedo revolucionar la forma como los niños colombianos se están alimentando y además demostrar que una mujer puede triunfar. Seremos la empresa más grande de alimentos orgánicos para niños en Colombia”.
Hoy emprende otro reto: ser mamá, pero, a sus 34 años, sabe que también lo logrará.

Baby Evolution promete aumentar su número de exportaciones

Los colombianos se inclinan cada vez más por productos y empresas sostenibles y saludables. Esa fue la conclusión a la que llegó Vanessa Blum después de analizar muchos estudios y lo que luego le permitió desarrollar el concepto de Baby Evolution (BE) mientras llevaba a cabo una maestría en gerencia sostenible en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Pronto ese trabajo dio frutos porque Baby Evolution fue galardonada por la Fundación Bavaria, la Fundación Postobón, la Fundación Bolívar Davivienda e Innpulsa Colombia como uno de los emprendimientos con mayor potencial en el país. Luego de esos reconocimientos fue que BE lanzó su primer producto: compotas orgánicas para bebés.
Los productos orgánicos son cultivados sin pesticidas químicos o fertilizantes sintéticos, lo cual les permite ser amigables con el ambiente al emitir 50 % menos dióxido de carbono y utilizar 45 % menos energía que los cultivos tradicionales. “Existe una gran oportunidad en el mercado, pues las madres y padres colombianos cada día son más conscientes de la importancia de la nutrición en la etapa más crítica de desarrollo del cerebro y del sistema nervioso. Hoy ya conocen los impactos negativos de darles a sus pequeños productos llenos de fertilizantes, químicos y azúcar”, dijo Vanessa.
Las compotas de BE son hechas de pura fruta y verdura, no contienen azúcar ni sal agregadas artificialmente, tampoco agua ni espesantes como el almidón. “Estas adiciones son perjudiciales para los niños, pues, según el doctor Komaroff, de la Universidad de Harvard, comer productos con sal y azúcar durante la infancia pueden hacer que los niños sean obesos y tengan presión alta”, explico Blum.
Hoy, Baby Evolution es la empresa líder en ventas de Compotas orgánicas en Colombia. Actualmente esta marca está en la mayoría del país y en grandes superficies como Farmatodo, Éxito, Carulla, Jumbo, Colsubsidio, Olímpica, Alkosto, La Rebaja, Baby Ganga y PriceSmart.
El éxito de la misma ha suscitado interés a nivel regional el cual se ve reflejado en la exportación del producto a dos países durante el año 2018 y a cerrar acuerdos comerciales en cinco países adicionales. El 2019 se perfila como un año de crecimiento con un incremento del portafolio en 150 %.
REDACCIÓN BOGOTÁ

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