Suele saludar con múltiples palabras, pues no queda satisfecha con un solo término para referirse al otro. “Tierni, boniti, lindi” son soluciones a la incómoda situación del lenguaje inclusivo. Ni masculino ni femenino. En el vocabulario de Dany (nombre también andrógino) se recomienda agregar una i a la última sílaba, en caso de no sentirse bien.
También, para ahorrarse ese extremado raciocinio del lenguaje, utiliza el nea –que en Medellín cada vez se dice más– o el parce. Expone que es un sustantivo neutro, que no genera discordias. Luego de los sustantivos, vendrían sus verbos: cuestionar, indagar y reflexionar.
Habla directa y sin tapujos. Su mirada y sus gestos son contundentes, al igual que sus sentencias. Es explosiva, sensual y ya no busca callar para evitar ser señalada.
Su infancia está edificada con recuerdos de amor y
violencia. A sus 9 años sufrió su primera violencia sexual. Hoy se cuestiona sobre por qué fue víctima de ello y no encuentra más razones que la de haber sido “un niño afeminado”.
Dany es un ser humano que llegó desde La Ceja, Antioquia, para vivir en Medellín. Esta es hoy su ciudad, pero en su mente habita un mundo donde las minorías son protagonistas.
Se reconoce como figura líder de los más vulnerables. “Empiezo a conocer, a través del discurso, de la lucha de las personas que no encajan, pues acá no tenemos ningún problema con el gay de El Poblado, pero sí el maricón de barrio”.
Hace seis años se encontró en la tarea de identificarse a sí misma. “Yo llego a
Medellín a renacer... con otro nombre. Comienzo mi tránsito de pasar de ser un varón, a construirme como una persona que recibe toda su feminidad”.
En sus palabras, se reconoce como un ser no binario y su identidad de género es de naturaleza fluida, pues se puede ubicar en diversas identidades.
Dos años atrás, con el anhelo de subirse a cantar a un escenario sin pena, decidió crear un personaje y montar un ‘performance’ que muchos pueden catalogar como arte ‘drag’. Ácida es su nombre artístico. “Ella es una mujer bonita, guerrera, indígena, ‘muchóloga’, empoderadísima de sí misma. Exploradora de su identidad y de los discursos”.
Para el video de la serie Somos, llevó su personaje a una de las
calles más peligrosas de Medellín.
Con gestos delicados respondió a las miradas, unas cargadas de lujuria y otras de repulsión.Ahora ve con claridad que su activismo está dirigido a trazar caminos más amables para los niños. A pesar de que alguna vez Dany Gouttiere (como ella misma se presenta) sintió miedo de vivir en libertad, hoy opina que asumió su amor propio.
“Nadie va a venir a quitármelo y, quien venga a quitármelo, es porque viene con un disparo. Y yo no le voy a regalar el mismo odio que la sociedad me dio a mí”.
MARIANA POSADA MORENO
Redacción Medellín