En rincones recónditos del país la esperanza vuelve de a poco. Los trapos rojos, símbolo de la necesidad y el hambre en épocas de pandemia, han caído en algunos hogares donde la solidaridad de los colombianos intenta vencer las dificultades.
Uno de esos granos de arena para ayudar a las familias necesitadas lo aporta el programa ‘Ayudar nos hace bien’, impulsado por María Juliana Ruiz, primera dama de los colombianos, el cual llegó a una de las metas: entregar 400.000 mercados, de un millón prometidos.
Uno de los beneficiarios es el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo, cuyas donaciones para el programa son 400.000 mercados, de los cuales se ha repartido 206.000 y se seguirán entregando más en las próximas semanas.
Los grandes escuadrones de voluntarios que ayudan a entregar los mercados en municipios o barrios vulnerables son recibidos con alegría por los cientos de beneficiarios, quienes toman las bolsas repletas de granos, pescado enlatado, arroz, aceite, entre otros víveres que en muchos casos no se percibían desde hacía semanas por la imposibilidad de ganarse un sustento debido a la situación provocada por el covid-19.
Para la Primera Dama, esta campaña es una muestra de la unión y la esperanza de los colombianos. Tras llegar a esta meta envió un mensaje de gratitud a las personas que se solidarizaron con quienes más lo necesitan.
“La campaña ha confirmado que es posible generar una cadena de conversaciones y de acciones positivas. He podido sentir la motivación diaria viendo la generosidad con que tantos colombianos han hecho aportes y la gratitud de quienes son beneficiados por esas ayudas alimenticias”, dijo Ruiz.
La vereda El Desengaño, en Baranoa (Atlántico), fue uno de esos lugares alejados donde uno de esos escuadrones llegó cargado de ayudas. Luis Mora, habitante de esta población, contó que las cosas están complicadas, pues no hay recursos con los cuales garantizar la alimentación, por lo que un mercado como el que les llegó es más que un bálsamo.
En este poblado costeño, los vecinos se ayudan los unos a los otros para no sucumbir en estos momentos, teniendo en cuenta que muchos se dedican a trabajar como jornaleros en cultivos de maíz, melón, ahuyama o patilla, pero la cosecha se atrasó por la sequía y, de momento, no hay en qué ocuparse. “Pensamos que nadie se acordaría de nosotros y la esperanza era prácticamente nula”, manifestó Mora. En esta vereda, 1.300 familias se beneficiaron de estas ayudas.
Al distrito de Aguablanca, en Cali, una de las zonas con más necesidades y aquejadas por el covid-19, también llegó el programa. El sacerdote Dagoberto Cárdenas y colaboradores de la fundación ProPacífico se encargaron de repartir en hogares tres paquetes, uno con alimentos sólidos; el segundo con aceites y otros líquidos para consumo; y el tercero con implementos de aseo personal y para el hogar.
En muchas de estas casas viven hasta 14 personas, como el de Diana Yepes, quien cuenta que todo lo que viene pasando es muy duro, debido a que no tienen cómo pagar arriendo o servicios. “Agradecemos muchísimo estos mercados. Llegan como un alivio caído del cielo”, añadió Yepes.
Los barrios vulnerables de Bogotá también fueron cobijados por la solidaridad. En Paraíso Alto, en la localidad de Chapinero, los vecinos recibieron con alegría a la caravana que entregaba los mercados. “Andábamos acá sobreviviendo, porque sin ninguno trabajando esto iba a ser muy difícil. Con el mercado vamos a vivir mejor”, contó Clara Beltrán, una de las habitantes de este barrio. Los escuadrones de ‘Ayudar nos hace bien’ seguirán llevando estos alivios a los distintos departamentos del país.
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