Cartagena: viejas casonas en riesgo de colapso serían declaradas en ruina y pasarían a manos del Distrito

Media tonelada de piedra y hierro de una vieja y abandonada casa republicana, que data del siglo XX, se desplomó en la madrugada del pasado jueves primero de agosto en la populosa Calle de la Media Luna del barrio Getsemaní en el Corazón Histórico de Cartagena de Indias.

La vieja estructura, con su balcón y una pared posterior, se desplomó sobre la vía púbica sin dejar personas heridas, por fortuna. La peor parte la llevó un taxi que estaba estacionado a pocos metros y que resultó con daños en su parte delantera.

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Una cámara de seguridad captó el hecho que no es menor, porque la Calle de la Media Luna en horas de la madrugada es un hervidero humano, en su mayoría turistas y vendedores ambulantes que disfrutan de la rumba cartagenera en los bares de Getsemaní. Si bien no hubo heridos ni vidas que lamentar, si es un llamado urgente a las autoridades Distritales para poner en cintura a los dueños de estas edificaciones.

El instituto de Patrimonio y Cultura de la ciudad informó que se trató de una casa que hace parte del inventario de bienes inmuebles en el Centro Histórico de la primera ciudad turística del país que presentan daños estructurales, que están a punto de desplomarse, y que hoy representan un riesgo para los peatones.

“La estructura que se desplomó en Getsemaní hace parte del inventario de 78 inmuebles a cuyos propietarios les hemos hecho un llamado al mantenimiento. Deben ejecutar obras de reforzamiento. Puntualmente el propietario del inmueble que se desplomó nunca ha respondido”, señala Emilio Molina, director de la oficina de control urbano del Distrito.

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No obstante, según la misma dependencia, solo 19 propietarios- de los 75 inmuebles en riesgo- han a cogido el llamado del Distrito a intervenir las vetustas edificaciones, algunas con más de 100 años de historia, “hay algunas con rasgos, aún, de arquitectura colonial”, agrega el director Molina.

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Menos de 24 horas después, en medio de un torrencial aguacero, el barrio Getsemaní volvió a ser escenario del desplome de una vieja infraestructura. Esta vez, el techo de una casona donde habitan cinco adultos y tres menores, en la Calle del Pedregal, cayó, la familia salió ilesa, pero al cierre de esta edición, a la intemperie, no tenían donde pasar la noche.

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Este año el Centro Histórico de Cartagena ha sido escenario de cuatro desplomes de balcones en viejas edificaciones que han dejado dos personas heridas. Dos desplomes se han producido en la Calle de la Moneda y los dos de esta semana en Getsemaní.

Según Lucy Espinosa, directora del Instituto de Patrimonio y Cultura (IPCC) las estructuras deterioradas que más les preocupan son: 12 en Getsemaní, 16 en el Centro y 12 en San Diego.

Las alertas por viejas edificaciones a punto de colapsar en el Centro Histórico de Cartagena tocaron fondo en septiembre del año pasado cuando la sala penal del Tribunal Superior de Cartagena tuteló el derecho a la vida de una niña venezolana de 5 años y ordenó la evacuación y demolición inmediata del edificio Zarur, ubicado en la Calle Segunda de Badillo, a pocos metros del Parque Fernández de Madrid, en barrio San Diego del Centro Histórico.

El fallo de segunda instancia alerta sobre el riesgo inminente para la vida de arrendatarios, incluida una familia venezolana con una pequeña de 5 años, quienes cuidan el viejo edificio de tres plantas. En el primer piso operaban restaurantes, incluida la marca Sándwich Cubano, que de inmediato cerraron puertas y hoy la mole permanece clausurada y el área restringida.

“Las evidencias son tangibles, se observa un deterioro progresivo por el fenómeno de la corrosión en los aceros de refuerzos, tanto en losa de la azotea como de las columnas que soportan los cuatro niveles, seguramente causadas por agentes externos tales como el ambiente agresivo del aire y el subsuelo de la ciudad. La edificación se encuentra en alto riesgo de colapso”, señala en uno de los apartes del informe del perito enviado por las autoridades.

Para enfrentar este enemigo silencioso en una ciudad que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la década de los 80, y donde el turismo ha estado en alza luego de la pandemia, en gran medida debido a su casco histórico de más de cuatro siglos, el Distrito implemento la ‘ruta para la gestión de los inmuebles en deterioro’, con una férrea vista a estos inmuebles.

Una de las edificaciones que más les preocupa a las autoridades de la ciudad está en la emblemática Plaza de los Coches, se trata del edificio Torre del reloj, una mole donde operaba la Superintendencia de Sociedades pero que fue desalojada luego de un estudio de riesgos. Sin embargo, los propietarios de los dos apartamentos superiores se niegan a evacuar y por el contrario alquilan por días los inmuebles para turistas. Los viajeros que llegan a pernoctar desconocen el riesgo para sus vidas. Frente a la vieja mole está ubicado el tradicional Portal de los Dulces, por donde pasan a diario cientos de personas.

“Antes de los desplomes de esta semana ya nos habíamos acercado a los ministerios de vivienda y cultura para decirles que las herramientas legales con que cuenta hoy la ciudad para enfrentar esta amenaza son insuficientes y si queremos actuar con contundencia antes estos privados hemos propuesto que muchos de estos inmuebles sean declarados en ruina, lo que, como señala la ley, nos da la posibilidad al Distrito de ejecutar la demolición”, añade el director de Control Urbano.

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Pero el trámite es largo y se requiere que la ley general de cultura sea modificada e incluya la declaratoria de ruina para este tipo de moles olvidades, y sí el propietario no responde al llamado de las autoridades, ese bien pase a manos del municipio o en este caso del Distrito, y se le permita a la istración ejecutar la demolición.

“También les hemos dicho al Ministerio de Cultura que no es posible que ante obras de emergencia que tengan que ejecutar muchos de estos propietarios se vean enfrentados a la tramitología que exige el ministerio por tratarse de un escenario patrimonial, eso retrasa los tiempos de las obras, se terminan cayendo los balcones, poniendo en riesgo vidas y siendo el Distrito el responsable al final”, concluye Molina.

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El funcionario reconoce que intervenir en el Centro Histórico no es económico y que este tipo de obras requieren un seguimiento del Distrito: que el propietario presente su permiso de obra, para que ejecuten con prontitud y bajo el acompañamiento de expertos del Instituto de Patrimonio y Cultura de la Ciudad, IPCC. La última palabra la tiene el Ministerio de Cultura.

Periodista de Nación

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