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¿Cómo es vivir al lado del Volcán Nevado del Ruiz?
En el lugar hay cámaras y sismógrafos de monitoreo. En las últimas horas pasó a alerta naranja.
Foto del 30 de julio de 2020 de cómo se ve el Nevado del Ruiz tras el aumento en su actividad sísmica. Foto: Observatorio Vulcanológico de Manizales
A dormir con tranquilidad, sin temor a una avalancha o una lluvia de rocas, sembrando la tierra, cuidando las vacas y estudiando, así viven hoy los vecinos del volcán Nevado del Ruiz, el mismo que hace 35 años causó la tragedia natural más grande del país.
Quizá para la época los pobladores de las zonas cercanas al macizo volcánico cerraban un ojo, pero tenían el otro abierto para revisar qué tanto crecía el río o si la tierra vibraba. Pero eran tiempos pasados, hoy, la tecnología y el convivir con él les permite permanecer tranquilos.
William Suarez, vive hace más de 50 años en una de las zonas de mayor riesgo en caso de una eventual erupción , el sitio conocido como el viejo Río Claro, una zona rural del municipio de Villamaría (Caldas). Su casa queda a menos de cinco minutos caminando de uno de los afluentes por donde podría llegar una nueva avalancha, pero eso no le preocupa.
“Yo le tengo respeto, pero hoy en día tenemos la tecnología, monitores, celulares, los vecinos de más arriba pueden llamar y así, eso no es como hace años que no existía nada, que la única forma de saber era escuchando cómo sonaba el río y viendo hasta dónde crecía", expresó el caldense.
Y es que según lo informado por el Observatorio Vulcanológico de Manizales, alrededor del volcán hay cámaras, sismógrafos y herramientas tecnológicas diversas con los que se le observa y monitorea constantemente, información que es el insumo para disparar las alarmas.
Para Suarez, una de sus mayores seguridades es que las alarmas que han instalado al lado de su casa solo han sonado cuando van a ensayarlas.
“Eso ya es muy difícil que lo coja a uno dormido, aquí todos sabemos que si llegan a sonar corremos para arriba, la gente lo tiene claro y por eso ya no nos trasnocha. Yo me levanto todos los días, miro si hay ceniza, reviso el río y sigo con mis cosas, porque tampoco es que se me haya olvidado dónde vivo ni lo que pasó”, añadió.
Hace mucho que a Suarez ya su familia no le huele a azufre ni sientes tremores en la tierra, no han definido si no pasa o si ya se volvió cotidiano, lo cierto es que a veces en las hojas de la mata de plátano se ve que cayó ceniza, pero se va con la lluvia. “Yo me acostumbré a vivir con él, creo que eso es lo que pasa”, comentó.
Con el paso del tiempo y dado que el nivel de alerta amarillo persiste hace más de 12 años, cada vez son más las familias que compran terrenos en la zona. Luego de la avalancha quedaron tres, ahora son 20 las que viven allí. Lo mismo ha pasado con el turismo, antes eran escasos los caminantes, ahora la zona es una ruta turística, decenas de personas pasan a pie y en bicicleta cada fin de semana.
Sin embargo, en las últimas horas la actividad sísmica aumentó. En la noche del jueves 30 de marzo, el Servicio Geológico Colombiano advirtió que el nivel de alerta pasaría a naranja. Esto significa que hay posibilidad de una nueva erupción.
Al otro costado del departamento está la vereda más lejana de Manizales, el Desquite. Allí vive una familia papera, que se toma el primer café viendo de frente al ‘león dormido’. Lo ven todo el tiempo, pero no se preocupan, esperan que lo que no ha pasado ya no pase.
“Creo que puede decirse que estamos confiados, el volcán se ve cerca, pero está lejos y nunca hemos sentido que estemos en peligro. Por la ubicación de la finca la ceniza no nos alcanza a caer, la vemos pasar, pero el viento la arrastra a otros lugares”, indicó Jhon Alexander Roncancio, quien habita en esta finca ubicada a cerca de 40 minutos en carro del volcán.
Cuando hay nuevas noticias sobre el Ruiz no faltan las llamadas de los familiares para saber cómo están, si ven o sienten algo, si desalojarán, pero la respuesta a las preguntas siempre es no. No ven, ni sienten nada distinto.
La actividad se localiza unos cuatro kilómetros al suroeste del cráter Arenas del volcán. Foto:Jhon Jairo Bonilla. Archivo EL TIEMPO
El Alto de Letras, jurisdicción del departamento del Tolima, es uno de los lugares donde se puede ver al volcán en su mayor esplendor. Su ubicación hace parte de la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural los Nevados. Sus pobladores no solo conviven con el Ruiz todos los días, sino también con el volcán Cerro Bravo.
“Aquí se sienten tremores o movimiento que suelen ser por causa de él, pero para nosotros es común, la gente a veces exagera porque el volcán ha estado en alerta amarilla por mucho tiempo, usualmente amaneces con columnas de gas o fumarolas, pero para nosotros eso hace parte de la cotidianidad”, sostuvo Viviana Murcia, habitante de la zona.
En Letras no viven con zozobra, pero le tienen respeto al volcán. Por eso, Murcia y Natalia Sambrano fundaron la organización Semillas del Volcán, la cual busca que se cuide y se preserven los páramos y subpáramos.
“Le contamos a viajeros y lugareños acerca de la importancia de conservar este territorio, el páramo es un ecosistema frágil y que debemos proteger. Hacemos jornadas de descontaminación de efluentes hídricos y de sensibilización, impulsamos proyectos ambientales de carácter ciudadano que permitan que conservemos este lugar tan importante para nosotros y para el país”, añadió Murcia.
Quienes hacen parte de esta organización de base social están convencidos de que conservar limpio y sano este ecosistema permitirá una convivencia estable, tranquila y sostenible entre los habitantes de estas zonas y su eterno vecino, del cual hace años que se hicieron buenos amigos.