Hay miedo entre el pueblo awá de pisar alguna mina antipersona, al desplazarse de un resguardo a otro o de ir a la zona urbana en Barbacoas, en el Litoral de Nariño.
En menos de un mes van tres indígenas que hoy están graves. Uno tiene heridas en rostro y los demás en piernas y el resto del cuerpo por haber pisado estos artefactos.
La situación se presenta, mientras se registran fuertes enfrentamientos entre grupos armados ilegales, los cuales se disputan las rutas del narcotráfico. Estos combates vienen desde noviembre pasado.
“Además de los casos de confinamiento y desplazamiento forzado de familias awá de varios resguardos, el riesgo por minas antipersona sigue desarmonizando nuestros espacios vitales y dejando víctimas”, indicaron en la Unidad Indígena del Pueblo Awá (Unipa).
Según la Unipa, el 19 de noviembre, Alfredo Canticus, de 22 años, pisó una mina y sufrió heridas en su rostro, especialmente, sus ojos resultaron comprometidos. El caso ocurrió en el resguardo Gran Sábalo.
“Tras esta situación, la comunidad organizó una minga para sacar al herido y poder trasladarlo hasta el hospital de Tumaco, donde aún recibe atención médica. Los familiares se encuentran pendientes de los reportes médicos”, informaron en Unipa.
El segundo caso fue el 29 de noviembre, cuando Mauro Augusto Roa Cuazaluzan, perteneciente a la comunidad Guisa Sábalo, se desplazaba por un camino del resguardo Gran Sábalo. Allí pisó una mina antipersona, sufriendo graves heridas en sus piernas.
El tercero se produjo el pasado sábado, 3 de diciembre. Ese día, Humberto Bisbicus Canticus, de 49 años, salió de su casa con destino a una finca también localizada en el resguardo Gran Sábalo.
Pisa un artefacto similar le causó graves heridas en todo su cuerpo.
Para la Unipa, “la activación de minas antipersonal en el territorio awá está ocasionando un desequilibrio a nuestro gran territorio y que ha sido un fenómeno sistemático”, al tiempo que insistió en que esas minas pueden durar muchos años sin que se logren desactivar, por lo cual propuso un plan de desminado humanitario permanente a las autoridades.
“Cuando una mina se activa, el lugar donde esto ocurre queda desarmonizado y no podemos realizar nuestras prácticas ancestrales”, explicaron en Unipa.
Indicaron que al no poder movilizarse hacia sus lugares sagrados: “La población se ve afectada en su espiritualidad, pues no podemos recolectar plantas medicinales ni hacer rituales propios”.
“Estos campos minados vulneran el derecho a la salud y a la educación, ya que el temor causado por el riesgo de pisar una mina, impide que la población se traslade hacia los centros de salud o hacia las escuelas”, sostuvieron en la organización indígena.
Ante el panorama, el Juzgado Segundo Civil del Circuito Especializado de Restitución de Tierras ordenó, a través del auto 377 de 2021, la “adopción de medidas efectivas de prevención y protección a favor del territorio colectivo” a diferentes estamentos gubernamentales.
Sin embargo, en la Unipa afirmaron que no se ha cumplido tal mandato.
Frente a esta difícil realidad, el pueblo awá en Nariño solicitó a la Dirección para la Atención Integral contra Minas Antipersonal (DAICMA) adelantar, de manera urgente, acciones de educación por riesgos de minas en el territorio.
Igualmente se espera que en la oficina del Alto Comisionado para la Paz, la gobernación de Nariño, y en las alcaldías de Tumaco y Barbacoas tomen acciones orientadas a brindar, de manera oportuna, la atención humanitaria y de emergencia.
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