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¿Por qué las mataron? El doble crimen que estremeció a clase alta de Bucaramanga
En 1929 asesinaron a Mercedes Figueroa, pudiente mujer de Bucaramanga, y a su empleada.
Panorámica de Bucaramanga Foto: Mateo García. EL TIEMPO
Antes de ir a la casa de doña Mercedes Figueroa, sus asesinos fueron a una tienda y se tomaron unos tragos. Allí ultimaron los detalles de su plan. La idea, aparentemente, era robar a una de las mujeres más ricas de Bucaramanga, pero el atraco se salió de control y terminó en un doble asesinato. ¿Por qué la mataron? Se preguntaron en la ciudad durante varias semanas.
La capital de Santander se despertó el miércoles 10 de abril de 1929 con la noticia de un crimen que la estremeció. El diario Vanguardia Liberal, en su primera página, tituló ese día: “El espantoso asesinato de la señorita Mercedes Figueroa y su sirvienta María Luisa”.
Era algo espantoso para una sociedad que no estaba acostumbrada a un crimen de esa magnitud. Mercedes fue asfixiada y su empleada, María Luisa Higuera, recibió ocho puñaladas.
EL TIEMPO, en la primera página de su edición del 12 de abril, publicó que quienes practicaron la autopsia constataron que Figueroa “murió debido a asfixia por la presión de las vías respiratorias con la presión fuerte que le hizo el criminal. La sirvienta recibió ocho puñaladas: una le atravesó la carótida, dos se las infligieron por la espalda, dos en el pecho, de escasa profundidad, una herida traumática en la frente, que le rompió el cráneo y dos puñaladas sobre las caderas”.
La ciudadanía se preguntaba cómo era posible que no estuvieran seguros en sus hogares y no entendía cómo asesinaron a doña Mercedes, una solterona con fama de avara que pertenecía a la alta sociedad bumanguesa.
Una multitud llegó a la casa de Figueroa tras conocer el crimen. Foto:Foto original de Vanguardia y tomada del libro Crimen y castigo en Santander a inicios del siglo XX
Tanto así que la casa donde se cometió el crimen se llenó de cientos de curiosos ese miércoles, pues el acontecimiento dejó en “angustia expectante en todas las capas sociales y movió el interés colectivo por el descubrimiento de los responsables”, señaló el Juzgado Penal de Homicidios que llevó el caso, según recopiló el historiador Jairo Antonio Melo Flórez en su libro Crimen y castigo en Santander a inicios del siglo XX, en el cual le dedica un capítulo a este homicidio.
Por esta razón la prensa local también se dedicó a investigar y cada día durante un mes, hasta que descubrieron a los asesinos, entregó los avances del caso a la ciudanía, que esperaba cada entrega como si fuera una de las mejores radionovelas de la época.
Alrededor de la figura de Mercedes Figueroa había varias leyendas urbanas que la convirtieron en una persona misteriosa de la que poco se sabía, aunque mucho se hablaba.
Era una mujer que tenía poco más de 70 años y pertenecía a una de las familias más respetadas y pudientes de Bucaramanga. Aunque aún tenía familiares vivos, su única compañía era María Luisa, quien se encargaba de los trabajos del hogar. Sus padres fueron David Figueroa y Claudia García. Tenía tres hermanos, de los cuales estaban vivos Nicolás y Jesús, quienes, teniendo en cuenta que ella no tenía ni esposo ni hijos, eran sus herederos.
En la ciudad se hablaba de la fortuna de Mercedes, que había logrado amasar con los años, entre otras cosas, porque era avara. Tenía propiedades, joyas e incluso se comentaba que tenía varios tesoros.
Portada de EL TIEMPO en la cual informan sobre el asesinato. Foto:EL TIEMPO
Sin embargo, más allá de su fortuna, era comidilla entre los de la alta sociedad por su avaricia. Mercedes, se comentaba, era una mujer tacaña y pensaba que cualquiera la podía robar. De ella se decía que cuando iba a hacer un repaso de cuánto dinero tenía, le pedía a su empleada que se fuera de la casa. Y decían, además, que cada cierto tiempo rompía billetes viejos.
Según el historiador Melo, el crimen tomó tanta relevancia porque muchas personas querían conocer cuál era la verdadera fortuna de Figueroa y esperaban que la prensa lo revelara. Pero lo que Vanguardia Liberal reveló fue su avaricia y se atrevió a tildarla de llevar una vida de “avaricia y usura”.
Por tratarse de una de las personas más prestantes y ser miembro de la alta sociedad de Bucaramanga, era prioritario esclarecer el crimen. Además, hubo presiones de la sociedad en general porque les parecía inaceptable que sucediera algo así.
Las primeras capturas por el doble asesinato en Bucaramanga
Las primeras hipótesis apuntaban a un asesinato motivado por un robo, bien sea por robar sus joyas y billetes o quedarse con toda su fortuna.
Fue así como el afán de los investigadores por mostrar resultados permitió llegar al primer capturado. Se trató de Nicolás Figueroa, hermano de la víctima, quien, de acuerdo con las primeras hipótesis, habría matado a su hermana para quedarse con toda su fortuna, pues era uno de sus posibles herederos. Pero en menos de un día quedó libre, no había pruebas concretas contra él y tenía una coartada que fue verificada por las autoridades.
Entonces vino la siguiente captura. Juan Galvis, un comerciante que vivió en una de las casas de Figueroa fue detenido porque le encontraron sangre en la ropa. No obstante, cuando realizaron los análisis, se dieron cuenta que era pintura. También fue dejado en libertad.
Portada de Vanguardia en la cual informan sobre el avance de la investigación. Foto:Cortesía Vanguardia
Para las autoridades era sospechoso que no se llevaron los tesoros de los que tanto se hablaba que tenía Figueroa y que, efectivamente, tenía guardados en su casa.
EL TIEMPO reseñó que en la vivienda, revuelta, hallaron sombreros y plumas del siglo pasado (del XIX), valiosas joyas, telas lujosísimas, monedas de plata antigua, rosarios de oro, diamantes y otras gemas de gran valor.
“Quizás, después de los asesinatos, el miedo puso a los ejecutores en tal estado nervioso que prefirieron huir antes de proceder al saqueo”, escribieron los reporteros de este diario de la época.
Mientras avanzaban las investigaciones, que realmente no apuntaban a ningún lado, fueron capturadas 10 personas.
“Parece que el método que utilizaban los investigadores y los agentes de Policía era recopilar información y ante la menor sospecha detener a las personas que consideraban responsables del hecho con un método cercano al ensayo y error”, escribió Melo.
Lo que generó mucho ruido dentro de la ciudad era el hecho de no poder estar seguro en tu propia casa, que prácticamente cualquier persona podía entrar y ejecutar un acto como este
Y esto fue así hasta que una captura les permitió seguir las pistas para dar con los responsables.
Entre esas pescas de posibles asesinos capturaron a Leoncia Pinilla, de 58 años, José Calderón Díaz, de 63 años y Anita Calderón, de 39 años. Los dos primeros resultaron ser los padres de los asesinos y esta última su hermana.
María Luisa y Luis Francisco Calderón fueron escuchados por la dueña de la tienda donde se tomaron unos tragos antes de cometer el crimen de doña Mercedes. Y como no había nadie en la ciudad que no supiera lo que había pasado, los hermanos terminaron siendo delatados por esta mujer.
Primero había sido capturada Anita, quien tenía un gran parecido físico con su hermana. Pero al estar frente a las autoridades, decidió delatar a sus hermanos.
Con ese testimonio y el de la tendera, todos los esfuerzos de los investigadores se volcaron para capturar a María Luisa y Luis Francisco Calderón. También unos mecánicos a quienes les mandaron a hacer una herramienta, que fue encontrada en la escena del crimen, los habían señalado. Y varias personas los vieron salir de la casa tras cometer el crimen.
De los hermanos se llegó a comentar que habían escapado a Venezuela, pero esta información resultó ser falsa y finalmente fueron capturados. El primero de mayo los trasladaron a Bucaramanga, tras ser detenidos en Chárira.
Fueron entregados por la comunidad, que al ver que coincidían con las descripciones entregadas por la prensa, con revólver en mano los enfrentaron.
Ya trasladados a Bucaramanga, y tras las primeras indagatorias, ambos hermanos se culparon de ser quienes planearon el crimen y fueron desvirtuadas todas sus coartadas. Para las autoridades ellos eran los asesinos y debían pagar.
Mientras los Calderón trataban de demostrar su inocencia, la ciudad seguía cada detalle de la investigación, que Vanguardia Liberal iba revelando cada día. Los reporteros del diario se centraron en la figura de Francisco quien, señaló el historiador Melo, ya habría cometido un asesinato antes. Al parecer, este habría matado a un hombre con quien su esposa se había ido a vivir.
Primera página de EL TIEMPO en la que se informa de la captura de los hermanos Calderón. Foto:EL TIEMPO
Este fue uno de los detalles por los cuales la prensa y la sociedad le prestó mayor atención al hombre y, de alguna manera, María Luisa pasó desapercibida. “Lo mostraba calculador; de sangre fría”, escribió el historiador.
Para el historiador Melo, este crimen tuvo un efecto muy explosivo. Para él esto no solo acaparó la atención de la prensa, sino de toda la ciudad, pues durante semanas en cada esquina se habló del asesinato y cada persona tenía una teoría diferente.
“Lo que generó mucho ruido dentro de la ciudad era el hecho de no poder estar seguro en tu propia casa, que prácticamente cualquier persona podía entrar y ejecutar un acto como este”, explicó el autor a EL TIEMPO.
Agregó que para la época Bucaramanga era un pueblo y todos conocían la casa, a Mercedes e, incluso, a su empleada, por lo cual considera que más allá de los que se hablaba alrededor de la figura de la mujer, “era fácil identificarse con la víctima, pues “no le debía nada a nadie, entonces genera empatía y mucho revuelo. Toda la ciudad se volcó a ver la escena del crimen, a seguir al juicio”.
Por eso desde algunos sectores se instó a las autoridades para que establecieran mejores garantías de seguridad para la ciudadanía, pues pensaban que si eso le pasó a Mercedes, le podía pasar a cualquiera.
¿Por qué mataron a doña Mercedes Figueroa y a su sirvienta?
María Luisa terminó confesando. Les dijo a los investigadores que días previos al asesinato acudió a la casa de doña Mercedes para pedirle ayuda.
Como en la ciudad se comentaba que Figueroa tenía una fortuna, Calderón se atrevió a ir hasta su casa para pedirle que le empeñara un pantalón por lo menos por dos pesos. Incluso le dijo que la dejara vivir en una de sus casas. Pero la reacción de doña Mercedes fue contraria a lo que esperaba María Luisa.
Claramente le negó el dinero y le dijo que, recopiló Melo, “ella no tenía por qué levantar ranchos caídos, que ella no me conocía ni tenía como prodigarme el favor, que así era que no tenía por qué ir a molestarla a su casa, que no fuera vagabunda”.
Imagen publicada por Vanguardia Liberal de los hermanos Calderón. Foto:Foto original de Vanguardia y tomada del libro Crimen y castigo en Santander a inicios del siglo XX
Esa respuesta llenó de ira a María Luisa, quien convenció a su hermano para robar la casa y matar a Figueroa. Sabían que era complicado, pues había una estación de Policía cerca, pero decidieron hacerlo.
Fue en la tarde del 9 de abril cuando llegaron hasta esta casa colonial. Mercedes recién había terminado de almorzar, pues los platos aún estaban en la mesa. Así lo reseñó este diario en su edición del 12 de abril.
Las autoridades hallaron sobre el comedor “viandas servidas para el almuerzo: una desaliñada sopa de arroz, un plato de patacones y otro de Yuca. Tal era frugal almuerzo de Ana Mercedes Figueroa”.
Se hicieron pasar por empleados de higiene. Así lograron entrar a la vivienda y, una vez adentro, comenzaron a atacar a las víctimas.
María Luisa luchó contra las dos mujeres y fue ella quien las mató, confesó. Dijo que hirió con un cuchillo a la sirvienta y, ante la imposibilidad de matarla, le quitó un cincel que portaba su hermano y la golpeó en la cabeza hasta matarla.
Quizás, después de los asesinatos, el miedo puso a los ejecutores en tal estado nervioso que prefirieron huir antes de proceder al saqueo
En cuanto a Mercedes, fue Luis Francisco quien la amordazó, pero fue María Luisa quien terminó matándola al ver que la mujer seguía moviéndose e iba a huir.
Todo en la casa estaba revuelto, pero fue poco lo que se llevaron. Los tesoros de la mujer no eran el objetivo de los dos asesinos.
Así las cosas, si bien hubo intención en un principio de robar, y era a lo que iba Luis Francisco, María Luisa siempre quiso ir a matar a doña Mercedes ante la negativa de prestarle dinero.
Fue en junio de 1930 cuando el jurado los declaró culpables por el delito de homicidio, el cual “realizaron con sevicia, voluntariamente y con premeditación”. El juez los condenó a 20 años de presidio y cinco de reclusión.