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La ampliación del Mambo, el sueño inconcluso de Rogelio Salmona
El arquitecto y su esposa dejaron los planos para la ampliación del museo en un lote en el centro.
Plano de la obra que ojalá sea realidad algún día. Foto: Cortesía Mambo
Caminar por la Biblioteca Virgilio Barco, en Bogotá, aliviana el espíritu y más si se va al lado de las fuentes de agua que parecen ir al paso de las personas.
Saber que desde la ventana de uno de los apartamentos de las Torres del Parque, en el centro, el cerro Monserrate se ve como una pintura, con el santuario en el centro, es mágico.
Pero esa magia aumenta cuando sale la luna llena y es parte del paisaje. En esos momentos se ira más a quien dio esa oportunidad diaria de observar un lugar emblemático de Bogotá con tal precisión.
Recorrer el jardín infantil San Jerónimo del Yuste, en San Cristóbal Sur, una zona vulnerable de Bogotá, y ver a los niños corriendo a sus anchas en medio de espacios seguros, con sus habitaciones con luz y buena ventilación, hace agradecer a la vida.
Esos niños, sin tantas oportunidades, tienen un lugar para desarrollar sus capacidades y sin duda les mejora su calidad de vida. Seguramente, cuando crezcan recordarán aquellos días de protección y esos espacios que les parecían infinitos.
De los trabajos de Rogelio Salmona, tal vez el mejor arquitecto colombiano de todos los tiempos, se puede seguir hablando sin parar, ya que su legado está en varias ciudades, en distintas infraestructuras y para varios usos.
Pero esta vez hay que escribir sobre un legado suyo que a lo mejor no podrá ser: la ampliación del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MamBo), sobre el lote que queda en la calle 24 con carrera 6.ª, en el centro de Bogotá.
El lote, que se usa como parqueadero y donde tradicionalmente también se lleva a cabo el mercado de las pulgas, un patrimonio de la ciudad, les fue incautado a Pedro Pablo Rayo Montaño y su clan con muchos bienes más en 1999. Rayo fue acusado de narcotráfico y capturado en Brasil.
El lote, como publicó EL TIEMPO hace poco, le fue entregado al Museo de Arte Moderno en calidad de depositario provisional en el 2002 por la antigua Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), hoy Sociedad de Activos Especiales (SAE).
El Mambo istró el parqueadero y su fallecida exdirectora, Gloria Zea, empezó a soñar con la ampliación del museo en ese espacio, esperando lograr que alguna entidad pública (el Ministerio de Cultura o el Distrito) pudiera tener su propiedad. ¿Por qué no soñar con un ‘efecto Guggenheim’ para Bogotá, o mejor: un genial ‘efecto Salmona’?
Rogelio Salmona, arquitecto colombiano. Foto:Archivo EL TIEMPO
No era un sueño loco. Zea recibía recursos para el Museo por parte de entidades estatales y no resultaba descabellado que en un momento dado alguna entidad gubernamental pudiera tener la propiedad del lote y entregarlo al MamBo en figuras como el comodato. Esta última era una de las opciones que más se barajaron.
La historia de ese sueño tiene, incluso, algo de magia. María Elvira Madriñán, esposa del fallecido Rogelio Salmona y quien participó con el arquitecto en la creación de los planos para la ampliación, cuenta que “como Gloria era una soñadora y Rogelio le seguía la corriente en todo, ella le dijo que necesitaba más espacio para mostrar la colección artística, guardada en su mayoría y con los riesgos que esto implica, y empezamos a trabajar en los planos”.
El “soñar no me cuesta nada” de Gloria Zea llenó de motivos a Salmona y a Madriñán para pensar en grande. Finalmente, tenían a la disposición de su imaginación los 5267,9 metros cuadrados del lote.
“Pensamos en un espacio central y abierto, todo lo contrario a la sede del MamBo, que es más cerrada. El objetivo era buscar que el arte estuviera más al aire libre para que quienes pasaran pudieran disfrutar de las obras sin necesidad de entrar al museo. Este quedaría para las exposiciones temporales y la parte educativa”, cuenta Madriñán.
Trabajaron varios esquemas y propuestas, y se llegó a una de “un patio circular abierto donde estaba toda la actividad pública en el primer piso, que invitaba, y con una cafetería o un restaurante que se abría al parque de la Independencia”, agrega.
“Su espíritu quedó definido, estaba la semilla, y Rogelio falleció (en el 2007). Gloria me pidió que siguiera desarrollando el proyecto, que era de gran valor para la ciudad y cumplía con la actividad educativa y cultural”, sostiene Madriñán.
Sin embargo, “el 14 de octubre (el lote) se sacó a subasta, por 55.942’559.150 de pesos. Pero se declaró desierto, porque no hubo ofertas. EL TIEMPO supo que se le acaba de hacer una rebaja de 4.000 millones de pesos, se volvió a sacar a la venta y ya hay dos interesados”, publicó este diario hace unos días. De hecho, el MamBo desistió de pensar en la compra, aunque, como contó Madriñán, en su momento unos
inversionistas portugueses estuvieron interesados en adquirir el lote, tuvieron varias reuniones con Gloria, pero debido a los procesos no se concretó.
El narcolote está avaluado en mas de 55 mil millones de pesos. Foto:EL TIEMPO
“Se pensó en todo, incluso en la expropiación; que el Ministerio velara por el terreno
con alguna figura. También se hizo una gestión ante el Ministerio de Hacienda. En fin, se agotaron todas las posibilidades, llegando hasta el final en la viabilidad de cada una, pero no se logró”, dice Madriñán.
Y es que, sin duda, se trata de un gran lote en una esquina muy importante del centro de Bogotá, “que dentro del contexto cultural está al lado no solo del MamBo, sino de la Biblioteca Nacional. Este proyecto allí le daría una gran fuerza al sector”, comenta.
En los planos están los corredores que circulaban alrededor de ese gran patio central, el paso al parque de la Independencia a través de una terraza, la gran sala de exposiciones que estaría por encima del nivel de la calle, locales comerciales sobre la carrera 7.ª, el vehicular por la calle 24 y un auditorio.
“El objetivo es que, aunque el museo estuviera cerrado, hubiera actividad, siempre pensando en que fuera muy versátil. También, una gran terraza que por distintos lados diera una vista magnífica de la ciudad, del parque de la Independencia y de Monserrate y Guadalupe”.
Por su parte, Claudia Hakim, actual directora del MamBo, también lamenta que no se pueda concretar el proyecto, al menos en este momento.
“Que Gloria no lo hubiera podido lograr es muy triste. Cada vez que algo pasaba con el proceso y no se lograba tener el lote era como si le rompieran sus alas”, comenta.
Pero ni Hakim ni Madriñán pierden la fe. “Uno sueña poder conversar con quien compre el lote, mostrarle el proyecto y poder ampliar el museo, así sea en dos o tres pisos. En la parte de arriba se pueden hacer apartamentos que dieran ganancias para los nuevos dueños. Sería muy importante llegar a algo, tener allí un gran espacio cultural que no le quite aire a lo comercial”, agrega Hakim.
La Biblioteca Virgilio Barco fue diseñada por Rogelio Salmona. Foto:Carlos Julio Martínez
Sería una forma más de hacerle un homenaje a Rogelio Salmona (París, 28 de abril de 1929 -Bogotá, 3 de octubre de 2007), creador de tantos lugares emblemáticos del país y referente nacional e internacional en arquitectura.
De su mano y creatividad nacieron espacios como el Centro Cultural Gabriel García Márquez, el Archivo General de la Nación, el Eje Ambiental y el edificio de Posgrados de la Universidad Nacional, en Bogotá; el Museo Quimbaya (Armenia), la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena y la casa de Gabriel García Márquez en esa ciudad; el Centro Cultural Moravia, en Medellín, y el Centro Cultural de Cali, entre muchos otros.
Si los sueños se cumplen y ojalá este se hiciera realidad, ese espíritu libre y creador de Rogelio Salmona recibiría a diario el refrescante viento que baja de los cerros, lleno de energía.