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‘Mi relación con Gabo es un regalo que me dio la vida’
Charla con Marcela Fuentes, alumna de Gabriel García Márquez y autora del libreto.
La obra es un montaje de la Metropolitan Opera de Nueva York , con Ailyn Pérez (c), soprano estadounidense de raíces mexicanas. Foto: FOTO: Cortesía Metropolitan Opera de Nueva York
En 1996, el compositor mexicano Daniel Catán estrenaba la ópera Florencia en el Amazonas. Cantada en español e inspirada en el realismo mágico de Gabriel García Márquez, cuenta la historia de una diva de la ópera que regresa a su Suramérica natal para actuar en el legendario Teatro Amazonas, en Manaos (Brasil).
El libreto fue escrito por Marcela Fuentes-Berain, alumna de García Márquez, y está ambientado en los primeros años del siglo XX, a bordo de un barco que navega por la cuenca del río Amazonas. Gabo respaldó el proyecto, permitió el uso de su nombre para promocionar la obra y fue él quien personalmente pidió que le encargaran el libreto a la talentosa Fuentes-Berain.
Florencia en el Amazonas es la primera ópera cantada íntegramente en español y presentada por la Metropolitan Opera en casi 100 años. Es, además, la primera ópera de un compositor latinoamericano que se estrena en esa compañía neoyorquina.
La ópera, que cuenta la historia Florencia navegando en un vapor por el río Amazonas desde Leticia (Colombia) hasta el teatro de Manaos, está inspirada en los diversos tipos de amor que aparecen en las obras de Gabo y hoy, 9 de diciembre, se puede ver en vivo desde el Met en tres ciudades colombianas, gracias a Cine Colombia. Conversamos con Marcela Fuentes-Berain, la libretista:
Háblenos acerca de su relación con Gabo...
Mi relación con Gabo es un regalo que me dio la vida, y te contaré cómo se dio todo. Hace más de tres décadas yo acudía a un taller en la Ciudad de México con Eliseo Alberto, un escritor cubano maravilloso, que sabe mucho sobre el guion de cine. Una tarde, sin previo aviso, García Márquez llegó al taller.
¡No me quiero imaginar la revolución del alumnado!...
¡Claro! (risas). ¡Olvídate! Todos sacaban las medallas y los honores buscando impresionar al maestro. Yo tenía 31 o 32 años y era bastante irreverente. Gabo se acercó y me preguntó qué hacía, yo le dije que telenovelas, y él, mirándome a los ojos, me preguntó si buenas o malas. Le dije que buenísimas y le recomendé que las viera (risas). A él le dio mucha risa que yo fuera tan irreverente, y un tiempo después me hablaron de su oficina y me invitaron a un taller en Cuba.
La escuela estaba muy nuevecita y, obviamente, el poder de convocatoria de García Márquez era absoluto. Y llegó Akira Kurosawa, llegaron los hermanos Cohen...
¿El de la Escuela Internacional de Cine?
Sí. Y ese taller fue lo más impresionante. Ver a un creador de ese tamaño inventando es algo insólito, es algo inédito. La escuela estaba muy nuevecita y, obviamente, el poder de convocatoria de García Márquez era absoluto. Y llegó Akira Kurosawa, llegaron los hermanos Cohen... todos nos apoyaban, no solamente con las cátedras, sino también económicamente, porque era una escuela muy difícil de mantener, pero en aquellos años era la alternativa para estudiar cine. En nuestros países el tema no estaba muy desarrollado, y quienes queríamos ser cineastas teníamos que acudir a Estados Unidos. A muchos no nos alcanzaba el dinero para pagar esas colegiaturas y Cuba era la mejor opción. De hecho, tú tenías hasta el material para filmar... no era únicamente una escuela de teoría, sino de práctica. Ese fue mi primer acercamiento con Gabo.
¿Qué pasó después?
Había un rumor... decía que una vez que se terminara el taller, Gabo iba a elegir a alguien para que entrara a su grupo de escritores. Cada día todos nos esmerábamos en mostrarnos cultos y sabiondos, y en hacer bien las tareas y en ser cuidadosos (risas). Al final del curso me dijo: “Fuentes-Berain, tú vas a trabajar conmigo”. Fueron muchos sentimientos en ese momento y ahí empezamos a colaborar juntos.
¿Cómo era esa colaboración?
Yo era su asistente. Leíamos los textos, hacíamos notas, proponíamos escenas, cortábamos, editábamos páginas, elegíamos el orden y nos divertíamos mucho. Porque García Márquez era un hombre que tenía el gran don del sentido del humor. Como dicen en Colombia, Gabo era un “gocetas”. Él gozaba tremendamente, disfrutaba.
¿Cómo llega la idea de 'Florencia en el Amazonas'?
Pasan los años, estábamos trabajando para la NHK, la televisión japonesa, en una historia que él tenía que se llama Las mujeres felices se suicidan a las seis, entonces me dice: “Oye, Marcela, fíjate que me quieren hacer un homenaje... pero en general me hacen unos homenajes muy feos... y yo quiero que tú me hagas este homenaje... y que sea bonito”. Por supuesto, acepté, y ahí me reveló que era una ópera. Yo escribo poemas, cuentos, guiones, ¿¡pero una ópera!? ¡Por Dios! Yo no me le medía a una escritura así... Y él me dijo: “Pues vas a aprender porque yo te voy a enseñar”.
Marcela Fuentes- Berain, alumna y asistente de Gabriel García Márquez. Foto:FOTO: JESÚS REGUEIRA
¿¡Gabo sabía escribir una ópera!?
¡Claro! Mucha gente piensa que él se quedó con una cultura básica de lo latinoamericano y eso no es cierto. Era un hombre cultísimo. Sí, él sabía de música, de música clásica. De hecho, él decía que Cien años de soledad era un vallenato de 400 páginas... y la realidad es que El amor en los tiempos del cólera es un bolero alargado. A él le encantaba bailar, era muy buen bailarín. Para García Márquez, la música era todo.
¿Qué nos puede contar de la elaboración del libreto de esa ópera?
Yo empecé a viajar con él por esto del trabajo. Me empezó a enviar a Colombia a abrir talleres, y uno de los viajes que más recuerdo con cariño fue a Mompox. Ahí empecé a ver los vaporettos. Y allí, con mi ardiente y loca imaginación, decidí que esta ópera estuviera basada en la influencia fluvial que García Márquez había tenido en toda su obra y en su vida. El tema fluvial también tenía que ver con su familia, porque fue en un vaporetto en donde él le dice a su padre que no va a ser el abogado que el padre desea. Entonces, empecé a usar espejos narrativos.
La veo emocionada... ¿Qué siente cuando habla de esto?
Es que la vida ha sido tan generosa conmigo. Gabo y yo nos juntábamos a escuchar. Y yo estaba acostumbrada a narrar con los ojos, a imaginarme las escenas y ver cómo iba a ser la escena. Él me enseñó a narrar con los sonidos... cómo cada voz iba a representar el mundo interior de los personajes.
¿Para Gabo, qué era imprescindible que estuviera en el libreto de la ópera?
Él fue visionario, porque la naturaleza era un personaje. En Cien años de soledad, por ejemplo, las lluvias no eran un telón de fondo. La naturaleza era un personaje, el personaje más protagónico en las vidas de cada uno. Entonces, yo quería retomar eso y también su concepto del amor. En El amor en los tiempos del cólera tiene los amores contrariados. El amor contrariado es algo que le llamaba mucho la atención. A mí me importaba mucho expresar esto, y Florencia (nuestra protagonista) es una diva que regresa a casa después de triunfar en la Scala de Milán... y regresa a enfrentar su soledad.
La ópera, además, tiene mucho de mariposas...
Sí, pero yo no quería las de Mauricio Babilonia, porque son mariposas amarillas. Fui a un mariposario y encontré una verde. Se la mostré, y me dijo: “¡Sí!, vamos a poner esas mariposas, las amarillas las vamos a dejar con Mauricio... vamos a usar esta mariposa con Florencia”.
¿Por qué la diva se llama Florencia?
Por el teatro de Manaos. Si tú vas a Manaos, de repente vas a ver un teatro divino, es el teatro de Manaos y es un teatro florentino... por eso Florencia. Y tiene que ver con esta cosa garciamarquiana de hacer estos laberintos narrativos divinos, que finalmente son estructuras muy sencillas, muy difíciles de crear, pero muy fáciles de leer. Y eso es el arte. Porque si la cosa está muy barroca, la gente se aleja de la cultura. Y, por ejemplo, a uno de los personajes le pongo Álvaro en honor a Álvaro Mutis, que fue el mejor amigo de Gabo.
Nosotros sí queríamos este homenaje, porque hubo un momento en que el maestro García Márquez se enfermó.
¿Entonces, Gabo supervisó todo?
Supervisó a ratos y aprobó a ratos. Él tenía una agenda muy complicada, pero tenía la fe y tenía la confianza. Y hablemos de los trucos que da la vida. Nosotros sí queríamos este homenaje, porque hubo un momento en que el maestro García Márquez se enfermó. Estábamos asustados respecto a esa enfermedad y, de pronto, casual y súbitamente, muere Daniel Catán, el compositor.
¿Gabo llegó a ver la ópera?
Gabo no la vio... pero la escuchó y le gustó mucho. Pero no pudo ver la puesta en escena.
Hablemos de la premier en el MET.
Estamos todos sentados. Con la expectativa, por supuesto, porque ya todo mundo había dicho que eso era una maravilla. Apagan las luces y se escucha un grito que dice: “Viva la ópera en español”. Y todo el público aplaude. ¿Por qué? Porque nuestro idioma, el castellano, es el segundo más hablado en Estados Unidos y casi no se le da importancia. Y el español es un idioma maravilloso. Cualquier lector, por ejemplo, de cualquier país del mundo, lee a Borges o a García Márquez y se queda enamorado el resto de su vida. Tenemos un legado literario que esta ópera va a abrir al mundo.
Y la literatura estará ligada con la música...
¡Sí! García Márquez no solo se debe conocer por su obra literaria, García Márquez era un gran conocedor de la música. Influyó en Shakira, influyó en muchos músicos. Celso Piña y su Ronda Vallenata, que aquí en México llenan estadios... mi maestro estuvo cercano a los de Maná. En fin, se tiene que adentrar al nuevo lector a formas distintas y novedosas de aproximarnos a la obra de García Márquez.
ÚRSULA LEVY
Para EL TIEMPO
En X: @Uschilevy
Dónde y cuándo
Salas de Cine Colombia. En Bogotá (Andino, Avenida Chile y Unicentro); en Cali (Chipichape) y en Medellín (Santafé).
Sábado 9 de diciembre, 1 p. m.
Precios: general, $ 101.300, y preferencial, $ 126.300.