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De Colombia para Japón: Henry Díaz, el historietista que fue galardonado por su talento
El artista colombiano fue galardonado en Japón por su trabajo 'Dos Aldos'. Esta es su historia.
El historietista de 43 años ha trabajo en reconocidos proyectos en Colombia. Foto: Cortesía Henry Díaz
"Yo en el colegio pagaba para que me hicieran las tareas cuando tocaba dibujar. La ironía. Luego, ya entre décimo y once, que llegó la televisión por cable, uno pudo llegar a consumir este material, lo animado. Y pasó que me enganche en la animación. Ver Dragon Ball,Súper Campeones, eso determinó mi querer y mi preocupación por aprender a dibujar y entrenar esa habilidad", explica Henry Díaz, historietista e ilustrador colombiano, en una entrevista con EL TIEMPO.
Impulsado e inspirado por la animación japonesa, el bogotano de 43 años lleva casi toda su vida dedicándose a la ilustración y especialmente al cómic. Tanto así que su talento lo llevó a ser galardonado en Japón en 2017 por su obra Dos Aldos.
Dicho reconocimiento marcó un punto culmen en su carrera, pues fue la primera vez que un libro latinoamericano se llevó la medalla de oro en el prestigioso concurso Japan International Manga Award.
Autor y dibujante de novelas gráficas e ilustrador. Foto:Cortesía Henry Díaz
Su pasión por el dibujo lo llevó no solo a viajar al otro lado del mundo, en el que recibió el galardón tras haber competido junto a otras 326 propuestas de alrededor 60 países, sino que también le ha dado la posibilidad de crecer profesional y personalmente haciendo lo que más le apasiona: ilustrar.
Sin embargo, esto no es tarea fácil. A pesar de los grandes proyectos en lo que ha estado y las oportunidades que le ha dado la vida, la falta de apoyo en el sector del cómic hace que sea un reto vivir de ello.
Además, la disciplina, la pasión y el "dibujar con el corazón" han sido elementos claves para poder alcanzar el éxito en un mundo tan demandado, pero poco ofertado. En conversación con EL TIEMPO, el artista habla sobre cómo fue el proceso creativo en Dos Aldos, su trayecto en el mundo gráfico y los retos que hay para los ilustradores en el país.
¿De dónde nace su interés por el cómic o las ilustraciones?
Siempre me han gustado los libros. Digamos los libros de texto del colegio que venían como acompañados de estas imágenes y siempre me gustó lo gráfico. Pero no, en esa época me ponía a dibujar y no me salía ni un palo derecho. Tanto así que yo en el colegio pagaba para que me hicieran las tareas cuando tocaba dibujar. La ironía.
Luego, ya entre décimo y once, que llegó la televisión por cable, uno pudo llegar a consumir este material, lo animado. Y pasó que me enganche en la animación. Ver Dragon Ball, Súper Campeones, eso determinó mi querer y mi preocupación por aprender a dibujar y entrenar esa habilidad.
¿Cómo surgió la idea de Dos Aldos?
La historia nace porque Pablo Guerra trabajo en la revista Shock haciendo cómics. Y pensó que podíamos presentar una historia pequeña de un triángulo amoroso, mientras revisaba unos guiones que yo le había enviado, y así dibuje los personajes de la historia, pero cuando él vio a Ana la protagonista ya dibujada, se le pareció más a Julia la actual protagonista y así fue que tomo forma la historia.
¿Cómo surgió la oportunidad de participar en el concurso Japan International Manga Award?
Es una historia bonita porque es como hasta circular. Yo seguía el trabajo de un chico mitad español, mitad japonés, quien en algún momento hizo un cómic y lo puso a concursar en el Japan International Manga Award.
Para ese momento lo seguía en Blogspot. Me pareció interesante, porque no sabía que existía ese premio y dejé la información como archivada en mi cabeza. Luego, cuando hice el cómic con Pablo, y después de que este se moviera en su primer año de publicarse, decidimos mandarlo al concurso, como para que alguien lo leyera en otro lado del mundo, y además de ganar conocimos allá al autor por el que años atrás conocí el premio.
¿Qué significó para usted ganar este premio?
Bueno, nos sorprendimos cuando dijeron que habíamos ganado. Al principio, cuando llegó el mensaje que habíamos ganado algo, no comprendíamos bien lo que estaba sucediendo. De hecho, habíamos pensado que habíamos aplicado muy mal a la convocatoria y dijimos: 'Bueno, pues que se queden con los libros y ya'.
Luego insistieron en que debíamos ir a reclamar un premio. Ahí pensamos que habíamos ganado una mención de honor. Pero todo cambió cuando llegamos y nos preguntaron quién iba a viajar, porque en el formulario inicial quedó registrado uno de los dos. Fue entonces cuando preguntamos si habíamos ganado el galardón de plata y nos dijeron, con mucha alegría, que no, que habíamos ganado el oro: el primer puesto.
¿Cómo describiría su estilo y qué elementos cree que lo diferencian de otros artistas?
Mi estilo tiene muchas influencias de muchos lugares. O sea, me gusta mucho la línea clara, aunque últimamente trato de que tenga más ese rastro de trazos un poco más 'sucios'.
Trato de usar pinceles u otras cosas para que se note como que sí fuera hecho a mano.
A mí me gustaba el cómic latinoamericano y de lo que veía en las revistas que se hacían acá, y eso también influyó mucho en cómo dibujo.
¿Cómo ve la evolución del manga o cómic colombiano en comparación con la escena internacional?
En Colombia hemos estado por mucho tiempo influenciados de lo que nos llega de todas partes del mundo. Antes, digamos, que se enfocaban mucho en lo europeo o argentino, mucha ciencia ficción y aventuras, lo que las ponía fuera de cualquier contexto local.
Pero ahora, siento yo, que no hay tanto interés en estos temas recurrentes, y se marca un enfoque más de lo cotidiano y local, pero sin tomar un poco más de riesgos, quedándonos en lugares más comunes y creo que ahí se ahoga un poco todo ese talento y esfuerzo que hay, que además es mucho.
El cómic de Rosario Tijeras fue otro proyecto icónico en su carrera. ¿Cómo fue la experiencia de adaptar esta historia?
Nosotros (con Pablo Guerra), iniciamos el proyecto después de que nos aprobaron un piloto. Y la idea inicial era hacerlo durante seis meses.
Sin embargo, en ese momento llegó la pandemia y tomaron el riesgo de continuar con el proyecto y extender el plazo de entrega casi seis meses más. Finalmente, fue algo muy autodemandante, y terminé pidiendo una tercera fecha de entrega. Pero al final se logró hacer, gracias también al apoyo del equipo.
¿Qué consejos le daría a los jóvenes ilustradores colombianos que aspiran a destacar en el mundo del manga?
Que miren más cosas, que no se queden con lo mismo, con solo un autor. Que no se queden con una sola estructura porque justamente lo que nos da un poco de ventaja con lo que nos puede hacer diferentes es que podemos alimentarnos de muchos lugares.
El hecho de que no tengamos una escuela específica que nos marque en cómo hacer las cosas, nos hace más diversos y, esa diversidad, pues es un potencial muy grande para a la hora de contar.