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Adiós a Héctor Bayona, el camaleón del Teatro Libre
El actor, que fue uno de los fundadores del Libre, murió el martes pasado. Dejó papeles memorables.
Bayona, en una de las escenas de ‘Los hermanos Karamazov’, en la que encarnaba al padre. Foto: Teatro Libre
Héctor Bayona empezó a sentir el dolor en su muslo un miércoles, un día antes de que empezaran las funciones semanales del Teatro Libre, el grupo en el que actuaba desde hacía 46 años. Creía que no era algo grave, que se trataba de un dolor pasajero, pero ese jueves siguiente le costaba tanto caminar que uno de sus compañeros le prestó un bastón para poder salir a escena.
Mientras estaba en las tablas, el público no se daba cuenta de su dolor, parecía que todo estaba normal. Sin embargo, el dramaturgo Juan Diego Arias, subdirector artístico del grupo, cuenta que tras bambalinas, Bayona estaba tirado en el piso, pues el dolor era tan agudo que no podía pararse.
La causa de aquel sufrimiento era un tumor cancerígeno contra el cual luchó Bayona, a pesar de la dureza, para poder seguir haciendo teatro. Por ejemplo, Arias recuerda que las quimioterapias a las que se expuso Bayona se cruzaron con una temporada de la obra 'Romeo y Julieta', pero, pese a la complejidad del tratamiento, el actor no se detuvo. “Nosotros veíamos a Héctor llegando quince minutos antes de la función; no podía con su vida, pero en escena era impecable”, apunta Arias.
Aquella fue una lucha de varios meses que finalizó el martes pasado, cuando Bayona falleció a los 70 años. El artista dejó un legado de papeles inolvidables, además de un trabajo como docente que influenció en muchos actores.
“El recuerdo de todos, de toda la gente que asistió al funeral, era la dimensión de una vida dentro del teatro. Y ese fue el legado que él dejó en muchísimas personas, generaciones enteras de actores que formó”, recuerda el también actor Diego Barragán.
En 1973, Bayona fue uno de los actores que acompañó al director Ricardo Camacho en la creación del Libre, cuyo germen fue el grupo teatral de la Universidad de los Andes.
Bayona se fue convirtiendo en el rostro de un grupo que se consolidó como uno de los bastiones del teatro clásico del país y por el que pasaron actores de un nivel superlativo, como Germán Jaramillo, Laura García, Jorge Plata, Sebastián Ospina y Carlota Llano.
“Además de que es un actor muy bueno, es un tipo muy querido que se hace respetar y querer de sus estudiantes y compañeros... Es un hombre modesto, como todos nosotros, que hemos vivido de enseñar y del teatro, de nada más”, dijo Camacho el pasado junio, cuando el Libre hizo una función para apoyar al actor.
Diego Barragán y Héctor Bayona, protagonistas de 'Crimen y castigo'. Foto:
‘Mi cuerpo se expresa’
Aunque también dirigió piezas como 'La vida es sueño', 'Las convulsiones' y 'American Blues', y era profesor de actuación en el departamento de Arte Dramático de la Universidad Central y el Libre, su faceta más reconocida era la de actor.
Cuando se subía al escenario lograba transmitir una tranquilidad y, al mismo tiempo, una potencia en sus interpretaciones. Arias dice que era lo que llaman un actor “camaleónico”, mientras que Barragán asegura que estaba en un punto en el que simplemente se dedicaba a jugar sin preocupaciones.
“Trato de que sea el personaje el que hable. Trato de prestarle mi cuerpo con todas mis facultades para que él se exprese”, le dijo Bayona a este diario en el 2013.
Con esa filosofía creó papeles memorables como el de Ortiz en 'El encargado', adaptación de la obra de Harold Pinter, y el inspector de la versión teatral de 'Crimen y castigo', de Fiodor Dostoyevski (ambas piezas fueron dirigidas por Camacho).
Héctor ya estaba en un punto en el que simplemente se dedicaba a jugar
En 'El encargado', por ejemplo, le daba vida a un vagabundo al que otro de los protagonistas de la historia le da posada en su casa. “Yo me empeñaba por hacer un vagabundo inglés –como lo describe Pinter en su pieza–, pero Ricardo me dijo que ese personaje tenía que ser reconocible aquí, como esos de los que cuando uno sale a la calle le pasan por el frente...”, le dijo el actor a EL TIEMPO.
En Crimen y castigo, su personaje era diametralmente opuesto, pues se trataba de un inspector que iba encontrando las pistas para determinar que el protagonista, Raskolnikov, mató a la usurera que le prestaba dinero. En esta, Bayona lograba mezclar la astucia callejera del personaje con una curiosidad filosófica.
Según Arias, este papel era una gran muestra de la maestría del fallecido actor. “Ese personaje era muy normal, ni en la novela ni en la adaptación tiene particularidades o características extrañas porque el protagonista es Raskolnikov, y el inspector, solamente un acompañante. Sin embargo, Héctor creó un personaje tremendo, complejo, extraño, y se inventó unas formas que lo volvieron muy interesante”, añade Arias.
En ‘El encargado’ hizo el papel de un vagabundo. Foto:Cortesía Teatro Libre
Diego Barragán es el director y el protagonista de La evitable ascensión de Arturo Ui, la última pieza en la que actuó Héctor Bayona. Barragán cuenta que cuando estaba en la Escuela de Formación del Libre, el fallecido actor fue su profesor de interpretación durante un año.
“Lo que siempre uno oía decir por los pasillos en esa época, y que yo corroboré, era que Héctor tenía la inteligencia de explicar el teatro desde el punto de vista de un gran actor. Entendía cómo funcionaba todo por dentro; él tenía la capacidad de transmitir desde la vivencia ese montón de herramientas”, cuenta Barragán.
El actor y director recuerda entonces a Bayona como un caballero, una persona alegre y muy comprometida con su trabajo, que entregó su vida al teatro.
Incluso, cuando la muerte le estaba pisando los talones, Bayona pareció darle un último regalo al Libre, que hace una semana había estrenado Los tebanos, una de sus obras más ambiciosas. “Cómo era de inteligente Héctor como actor que esperó que pasara el estreno y murió en un día que no había función”, dice Arias.