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El polémico 'reality' de Margarita Ortega
Es una comedia acerca de buscar la fama y lidiar con las consecuencias en la vida real.
Marcela se levanta temprano y comienza una dura rutina de ejercicio, sube escaleras a toda velocidad, hace un poco de boxeo y parece estar lista para correr una maratón. Atrás quedan el bullicio de su casa, la envidia de algunas compañeras en la escuela donde trabaja y los chismes de los vecinos del edificio donde vive.
Pero no va a una carrera, sueña con participar en un programa de competencia, o de telerrealidad, y llamar la atención, y también, por supuesto, esconde el deseo de romper la rutina. Esa es la base argumental de la miniserie La vida después de un reality, que acaba de estrenarse en la plataforma de streaming Prime Video.
No se trata de una burla a un formato televisivo, pero no se priva de revelar la manipulación de situaciones, el contraste entre la supuesta realidad contada a través del seguimiento de las cámaras y las reacciones ante un producto que, en este caso, arma un gran chisme que le puede cambiar radicalmente la vida a la protagonista.
Marcela, interpretada por Margarita Ortega, logra entrar en el programa de TV que se bandea entre retos físicos y conflictos cotidianos, teniendo todo el tiempo una cámara y un equipo de edición capaces de armar cualquier cosa para mantener el rating en la cima.
A la par, se muestra la vida de su familia al otro lado, son testigos de la exposición de su madre en la pantalla y lidian con una rutina diferente, al ser parte de la vida de una estrella pública en el prime time. Los desencuentros, las traiciones y muchos malentendidos se van a gestar en este ecosistema cotidiano que llega a ser tenso y a la vez caricaturesco.
“Siempre que tomamos una decisión coyuntural en nuestras vidas y tenemos que volver a la realidad que vivimos, tenemos que asumir las consecuencias.
Marcela vive situaciones que la ponen al límite, extraña a su familia y encuentra el apoyo en Augusto, un competidor que le recuerda a su hijo y que llegó al programa para demostrar el amor a su novia. La química maternal gana terreno y la ternura y el compañerismo afloran en cada capítulo del programa, pero esos sentimientos no sirven para cocinar un éxito en televisión.
“Yo creo que La vida después de un realityes una metáfora de un momento de la vida donde el personaje de Marcela, en plena edad madura, que ha cumplido todos los requisitos para convertirse –entre comillas– en una mujer a cabalidad, le llega el momento de plantearse qué hay más allá y es una decisión que esta medida por este programa que, al final, mueve su mundo, la familia y sus amigos más cercanos”, explica Margarita Ortega.
Algo muy interesante que tiene esta producción es que arranca con la llegada al programa, pero no se queda en la tensión que le genera al personaje el estar frente a las cámaras. Marcela brillará y será la comidilla de millones de televidentes, pero su verdadero reto lo experimentará cuando se apaguen las cámaras y tenga que regresar a casa a lidiar con el reconocimiento y el caos que se forjó por su aparición en la pantalla. Pero, como dice Margarita Ortega, su personaje no podrá ser el mismo.
“Todo hace parte de unas máscaras del juego en las que la ficción parece convertirse en algo real y se llegan a perder los límites”, comenta la actriz, en un juego de palabras que entenderá mejor el espectador al ver los primeros episodios.
“Siempre que tomamos una decisión coyuntural en nuestras vidas y tenemos que volver a la realidad que vivimos, tenemos que asumir las consecuencias”, adelanta Ortega en el giro de tragicomedia que va tomando su aventura en la miniserie de seis episodios.
La actriz reconoce que este papel llegó en el momento justo. “Sí, hay un momento entre mi vida y la de mi personaje que se unen exquisitamente en esta serie y en medio de algunas causalidades de la existencia. Y es que ella, al igual que yo, estamos planteándonos lo mismo: ¿qué hacemos con nuestras vidas si saltamos al vacío? Uno logra de una manera más consciente seguir adelante con proyectos que considera necesarios para seguir maravillándose; entonces esa es la necesidad de Marcela de abrirse campo”, reflexiona Ortega, que tuvo guardado durante muchos años su poder actoral y ahora lo deja salir de una manera más intensa.
“Ahora que nuestros momentos de felicidad están mediados por la aprobación de un like, de un corazón, de extraños o con quienes no podemos entablar una relación real, pues yo creo que este riesgo de vivir era tremendamente seductor y necesario”, cuenta Ortega, que reaparece muy divertida, tierna y profunda en toda la miniserie.