Claudia Triana, productora de Proimágenes y secretaria técnica del Consejo Nacional de Cine, habla sobre los retos que hay para que Colombia se consolide como industria.
¿Es suficiente el apoyo estatal al cine nacional?
Tenemos una red muy fuerte de estímulos al sector audiovisual que se ha venido construyendo en Colombia en los últimos 25 años. Y creo que hay dos herramientas que han sido fundamentales: la primera es el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, que salió de la Ley de Cine del 2003, que es un capital semilla para los proyectos de autor colombianos. Y la segunda es el llamado a las empresas privadas que quieran invertir o donar en proyectos cinematográficos y a cambio puedan obtener una deducción tributaria del 165 por ciento de ese valor. Es decir que una parte del riesgo de un inversionista en el proyecto cinematográfico es asumida por el Gobierno, alrededor del 50 por ciento. Entonces, son este tipo de estímulos los que han logrado que pasemos de tener una película en el año 97 a tener 57 durante el 2022. Vienen otros retos, pero al menos hay películas.
¿Y cuáles son esos otros retos?
Creo que el mayor reto está en la conexión con las audiencias. Hay que lograr que el público encuentre en el cine colombiano no solo una fuente de entretenimiento, sino una conexión con el país. Pero eso no es solamente una cuestión colombiana, sino que también es un reto de todos los fondos que están apoyando cine nacional. Esas películas son necesarias porque nos representan, porque hacen conocer al país su identidad, su ciudadanía, su expresión cultural, entonces, ¿cómo hacemos para que el público al que le gusta el cine de autor tenga los espacios necesarios para verlo?
¿Qué se puede hacer para fomentar el consumo de cine nacional?
Sobre todo, hay que facilitar el , pero no solo a las películas, sino al trabajo que hay detrás. Que la gente conozca las motivaciones de los productores para hacer ese tipo de historias, y para eso están las cinematecas o los festivales de cine, que promueven esa visibilidad. En algún momento cuando empezamos todo este sistema de estímulos, alguien decía que para qué hacíamos películas en Colombia si las mejores las hacía Hollywood. Pero, definitivamente, un país se representa por sus imágenes y, por lo tanto, se requiere hacer ese tipo de iniciativas que son parte del patrimonio cultural de la nación.
Las producciones normalmente vienen de las capitales del país. ¿Cómo extender la frontera?
Es un proceso, porque no en todas las regiones de Colombia hay formación audiovisual. Eso ha ido cambiando de a poco, entre otras cosas porque hay una decisión política del Consejo Nacional de Cine y de los diferentes gobiernos de apoyar las voces de las regiones. No solamente en el anterior gobierno, sino desde antes. El año pasado había al menos ocho proyectos de largometraje regionales que se estaban desarrollando y además, en los últimos años ha habido por lo menos 50 cortometrajes hechos en las regiones con las diferentes modalidades del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico. Por lo tanto, yo creo que el próximo año y en adelante vamos a tener mucho más contenido que se aleje de las capitales del país.
SANTIAGO GÓMEZ CUBILLOS
Escuela de Periodismo Multimedia
EL TIEMPO.
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