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¿Por qué Flora Martínez no volvió a quitarse la ropa en las pantallas? Esto respondió

La actriz cumple 30 años de carrera y debuta como directora con la cinta 'Itzia: tango y cacao'.

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PERIODISTA CULTURALActualizado:

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Hace dos años, Flora Martínez iba por la calle absorta en su mundo y con los ojos muy abiertos. Parecía una niña que recién descubre el mundo exterior, con sus olores y colores. No escuchaba nada: unos tapones en los oídos le impedían responder a los saludos o los sonidos externos. Pero esa era la idea, explotar sus sensaciones cuando no podía oír. Esas largas caminatas fueron la preparación para su más reciente papel en el cine, un espacio en el que había estado ausente durante mucho tiempo. El reto era interpretar a una mujer con discapacidad auditiva en Itzia: tango y cacao, que no solo se perfila como el mejor personaje de su carrera, sino que fue la historia con la que debutó como cineasta.
“Estoy feliz porque no solamente pude hablar desde el personaje, sino desde toda la historia, como directora. Estudiar ese mundo, con la sensibilidad de Itzia que permea la película, es muy importante. No me hubiera bastado con hacer un personaje sino que hacía falta toda una visión”.
Llevaba años sin aparecer en la pantalla. Se cansó de las llamadas para hacer de drogadicta, sicaria o prostituta. “Era una necesidad. Me alejé del cine porque después de hacer una película tan importante como Rosario Tijeras me dejaron ahí como enclaustrada (…) son temáticas absolutamente válidas, pero después de un tiempo ya no quería más”, dijo en una entrevista con la agencia Efe. Y no se cansa de reafirmarlo.
Rosario Tijeras

Rosario Tijeras Foto:Archivo particular

Hoy, Flora Martínez piensa mucho antes de aceptar cualquier propuesta en la pantalla, sobre todo las que incluyen quitarse la ropa, como las que hizo en Rosario Tijeras y Soplo de vida. No tiene que ver con el pudor o con la edad –cumplió 46 años el primero de noviembre–, porque sigue siendo la misma actriz espectacular, desparpajada y dulce que debutó en la telenovela Mambo cuando tenía 16 años. Es más un asunto de exposición. “Sentí que explotaron mucho esos momentos de desnudez, esa exposición ayudó a sexualizarme". Es de lo único que se arrepiente en sus casi 30 años de carrera.
Estoy feliz porque no solamente pude hablar desde el personaje, sino desde toda la historia, como directora. Estudiar ese mundo, con la sensibilidad de Itzia que permea la película, es muy importante
“Si bien un actor no tiene que limitarse porque está interpretando un personaje, el tema está en que las cosas se sacan de contexto”, continúa. “Creo que el sexo es divino pero es algo íntimo y cabe dentro de una historia, pero si lo único que la sostiene es eso... Claro, hay historias de historias, Nueve semanas y media, por ejemplo; pero hablo desde mi experiencia. Tal vez hubiera restringido más todas las partes de desnudos. Me hubiera protegido más porque una cosa es el sexo y otra el erotismo; es más, me encantaría hacer una película erótica para dejar claro que no es necesario mostrar tanto”.
-¿Pero hoy en día sí haría un desnudo?
-Es que no es un tema de desnudos sí o no, sino que yo como actriz siento que me abrí mucho y sé que en este momento de la vida no lo haría como antes. No es el desnudo en sí, sino la manera como el desnudo vende.
Flora Martínez en una imagen de su primera película como directora.

Flora Martínez en una imagen de su primera película como directora. Foto:Cinecolor

La conversación con la actriz nacida en Montreal (Canadá) y criada en Colombia gira en torno a la desnudez, pero pasa a un tema más emocional: el alma. En Itzia: tango y cacao, la película que protagoniza, dirige y produce, dejó todo. “Es la primera película colombiana con una mujer con discapacidad auditiva como heroína, que se desarrolla en un entorno rural donde se produce cacao y con un actor afro como galán, una especie de George Clooney local. Es como cambiar el orden de las cosas un poco; eso siempre funciona”.
El filme es el resultado de casi dos años de inmersión en el mundo del cacao y del silencio para interpretar a esta mujer madura que crece en San Vicente de Chucurí (Santander) lejos de su papá, un uruguayo que tocaba el bandoneón y tenía un anticuario en Zipaquirá y del que no supo nada después de perderse de su casa siendo una niña.

La película es muy emotiva y tiene momentos de mucha tensión...

Mira que al final hay un llanto que no es de tristeza, sino que marca cosas que están en el imaginario: por ejemplo, el baile del vals de los 15, una vivencia que no existió entre padre e hija. La historia es sobre las relaciones filiales. Nunca acabamos de entendernos, nos reclamamos tantas cosas y esa es la relación más importante que tenemos los seres humanos. Hacer una película sobre este tema me parecía lindo y pertinente. Y también es una película que habla sobre la fe. Cuántas veces uno escucha cosas, siente cosas y todo el mundo cree que está reloco, pero son esos llamados del alma. Tiene mucha simbología.

De acuerdo. En lo visual y lo auditivo hay un montón de metáforas.

Los objetos cada vez son más desechables y antes no era así. Esta es una historia en la cual la magia se da a través de los objetos o de las personas. En la película cada uno tiene un objeto que lo identifica y que tiene que ver con su necesidad. Hay mucha nostalgia, toca fibras y a mí eso me encanta.

¿Por qué tango y cacao?

En africano la palabra tango significa 'lugar de encuentro', muy pertinente para el relato. La apuesta es que esta película colombiana sea muy latinoamericana. En la medida en que nos unamos más somos más fuertes. El tango no es solo argentino y uruguayo, los colombianos lo sentimos muy nuestro, desde que murió Gardel en Medellín, en junio de 1935. Mi esposo (el pianista uruguayo José Coronado) notó que los colombianos lo sentimos muy propio. Yo adoro el tango desde chiquita, lo escuchaba con mi familia y siento que nos identifica. Así como el cacao que es amazónico, un fruto nuestro. Estas cosas que están en nuestro ADN cultural vale la pena que nos representen. Nunca se había hecho una película con el cacao de fondo, así que meternos en ese mundo fue fascinante.

Música y amor

Desde que tiene memoria, Flora Martínez Prowse quiso ser actriz. Su sensibilidad y su belleza sumadas a una voz melodiosa –que ha sido su otro gran talento para la música– fueron sus armas más poderosas desde la niñez. Estudió interpretación en el Actors Conservatory de Nueva York, y luego estuvo bajo la tutela de los talentosos actores Edgardo Román y Alfonso Ortiz.
El año pasado, después de seis ausente de la pequeña pantalla, Flora regresó con la serie Entre sombras. La televisión fue el primer espacio en el que brilló gracias a sus apariciones en La otra mitad del Sol (1995), María Bonita y Leche (1999), Divorciada (2000), La saga, negocio de familia (2004), La ley del silencio (2005), Tiempo final (2007), Mujeres asesinas (2008), Vecinos (2009), La bruja (2011), Amas de casa desesperadas 2 (2012), Alias El mexicano (2013 - 2014), 2091 (2016) y El Chema (2017).
Cansada de los estereotipos y después de ganar premios en los festivales de Biarritz y Cartagena, Flora se alejó del cine, pero dejó una estela poderosa. En su filmografía se incluyen, entre otros, los títulos Prueba de vida (2000), junto a Russell Crowe y Meg Ryan; La vida secreta de un dentista (2002), I'm with Lucy (2002), dirigida por Jon Sherman; Violeta de mil colores (2003) de Harold Trompetero; Downtown: A Street Tale (2004); la española Tuya siempre (2007); Canciones de amor en Lolita's Club (2007), de Vicente Aranda; Arte de Roubar (2008), y DiDi Hollywood (2010), del director Bigas Luna, en la que compartió con Elsa Pataky.
“La gente no va a ver las producciones nacionales porque las películas se volvieron monotemáticas y solo tratan de narcotráfico, violencia o prostitución. Me aburrí de eso”, asegura.
De izquierda  a derecha Sofía Reinoso, Borja Reinoso, Flora Martínez y José Reinoso

De izquierda a derecha Sofía Reinoso, Borja Reinoso, Flora Martínez y José Reinoso Foto:Archivo particular

Pero fue el cine y la televisión donde Flora construyó no solamente una sólida carrera que hoy la tiene como una de las actrices más queridas y recordadas del país, sino que fue el escenario donde conoció a su esposo.
Hace 18 años, durante el rodaje de la película Tuya siempre en Barcelona se cruzó con José Reinoso, un pianista con el que compartía una escena en la que cantaba un tema de jazz. Los encuentros para ensayar se convirtieron en las primeras citas de un romance que arrancó en medio de los celos intensos de Flora y las dificultades del músico que venía de otra relación de la que tenía dos hijos.
La gente no va a ver las producciones nacionales porque las películas se volvieron monotemáticas y solo tratan de narcotráfico, violencia o prostitución. Me aburrí de eso
“Somos como dos en uno”, dice Flora que, con los años menguó su temperamento, y desarrolló una relación de complicidad, empatía y obviamente de amor con su esposo y el padre de su hija Sofía, de 12 años.
Por el lado de José, además de las flores y las cenas, sus declaraciones de amor se han traducido en los delirios más profundos de su esposa: la producción y grabación de álbumes de jazz, el montaje de un espectáculo teatral –el monólogo Frida Libre– y el guion y la producción de Itzia.
“Él hizo todo, escribir la historia, enamorar a las marcas, aplicar a ley de cine... hacer una película no es fácil en ningún país del mundo, concretarla ha sido muy bonito. Estamos muy orgullosos de lo que genera, es disruptiva y eso me gusta, romper la línea tradicional de lo que estamos haciendo”.

¿Qué hay de la música, su otro gran amor?

La extraño muchísimo. Quedamos en terminar la promo de la película y vamos a grabar otro disco. En la música encontré otras sensaciones para expresar, una cosa no excluye a la otra, pero me tocó parquearla mientras hacía la película. No se puede ser todo al tiempo: directora, actriz, madre, esposa…

¿Y disco de qué?

Yo soy amante del jazz (fue lo primero que interpretó a los 18 años), pero estamos pensando con José en hacer uno de canciones famosas de cine, que sean muy conocidas para montar un concierto en el que se mezclen el cine y la música.
Flora Martínez en el espectáculo ‘Frida libre’.

Flora Martínez en el espectáculo ‘Frida libre’. Foto:Jaime Moreno / Archivo EL TIEMPO

¿Y volverá al teatro? Porque lo último fue en el 2019 con Frida Libre.

Ya hay otro monólogo que me está haciendo 'coquitos'; tiene el mismo tono. Me gustan los personajes que nos ayudan a ver el mundo desde otro lugar; ese es el privilegio del arte y su función. Y en el teatro es una delicia porque tienes el público y respiras con ellos, siento que pasa algo más parecido a las relaciones románticas, porque hay una piel ahí.

***

A Flora le encanta cambiar el orden de los muebles de su casa. "Ayuda a que la energía circule", dice mientras recuerda la cara de asombro de su esposo cuando llega y encuentra todo al revés. En su rostro siempre hay una sonrisa. Le gustaría poder leer más y ver más películas, pero el tiempo que le queda se lo dedica a Sofía. "Alguna vez me dijeron que no debía ser amiga de mis hijos, pero hoy digo todo lo contrario, quiero ser su amiga para que me cuente todo y poder aconsejarlo por algo que ya pasé; agradezco que ella me diga lo que siente, los miedos que tiene. Lo lindo de ser padre es que puedes reparar momentos con tus hijos, algo que omitiste y que lo puedes hacer mejor. Eso es un tesoro". Su otro 'hobbie' es abrazar a sus papás. "La familia es lo más especial… ¡ah! y me encantaría bailar más, me fascina".
-Si hoy le proponen hacer una película, ¿qué condiciones pone para aceptar el personaje?
-Ahí nos quedamos cortos, porque más que el papel es la historia, como actriz pude hacer muchos papeles diferentes pero no se logra contar el mensaje. La historia global debería atraparte, y hay tantas historias inspiradoras... Aceptaría un proyecto porque siento que al final algo cambia, tu manera de ver a un personaje o una situación, de vivir el amor, pero es un proceso difícil. Cualquiera puede contar una historia, pero ¿qué está contando? El gran aprendizaje que tuve como directora es que cada cosa cuenta: la edición, la música, las pausas, el ritmo, pero lo más importante es de qué vamos a hablar y por qué es importante contarlo.
Flora Martínez nació en Canadá. Su primer personaje en la televisión fue en la telenovela ‘Mambo’, que no tuvo buen ‘rating’, pero en la que mostró su gran talento.

Flora Martínez nació en Canadá. Su primer personaje en la televisión fue en la telenovela ‘Mambo’, que no tuvo buen ‘rating’, pero en la que mostró su gran talento. Foto:Canal Caracol

Itzia: tango y cacao es un punto de inflexión en la trayectoria de Flora: como actriz se despojó de todos sus aprendizajes para abrirse a una nueva forma de entender la realidad mientras estaba frente a la cámara, y como directora le permitió compartir ese punto de vista diferente, entender a los personajes de otras manera y humanizarnos desde otro lugar, en este caso, desde el silencio.
"El privilegio que tiene Itzia es que no está permeada por todo lo que nos atafaga a quienes podemos escuchar (…). Es que vivimos en un mundo muy ruidoso, donde todo el tiempo nos están bombardeando con cosas por los ojos y los oídos, que está sesgado por lo que aprehendimos en la vida".

Es que cuando no se puede escuchar ni ver, se valoran otras cosas…

Exacto. Es como los músicos que son ciegos, no tienen la vista pero lo que logran 'ver' y sentir es…wow. Somos muy prejuiciosos, pero es por el mundo en el que nos criaron. Eso es lo que me gusta de ser actriz, que me puedo poner en los zapatos del otro y aprender, y mi deber como actriz es permitirles a los espectadores que vean y entiendan a otra persona y la humanicen. Que vean la vida desde ese otro lugar, es lo que hacemos los artistas como contadores de historias.

¿Cuál es el significado de Itzia?

Tarde, descubrimos que Itzia es princesa en maya, pero la película se llama así porque la protagonista se llama Alicia y mi cuento favorito es Alicia en el país de las maravillas, esta mujer está entre la realidad y la fantasía, y es Itzia porque cuando ella pronuncia su nombre le suena 'Itzia'.

Parece que ha perdido terreno la Flora actriz frente a la Flora directora…

Me gustó mucho la experiencia. De hecho, tenemos unos guiones listos, por ahora, vamos a parar un tiempo... mentira, nosotros decimos que paramos y a la semana siguiente estamos haciendo ya otra cosa (se ríe). Creo que lo más difícil de dirigir fue trabajar con muchas personas que de seguro tienen mucha mística al hacer las cosas, pero que piensan diferente, quieren diferente, tienen disgustos, y uno trata de convencerlos a todos del sueño que tiene.
Lo que me quedó, y se los digo a los que se meten en la aventura de hacer una película, es que la película queda, todos nosotros vamos a pasar. Hay que ponerla por encima de uno, de todo, del cansancio, de los errores, de los egos. Así se logran cosas maravillosas. Hay que seguir los sueños y cumplirlos cueste lo que cueste.

Foto:Caracol Televisión - Instagram: @floramartinezoficial

Y sobre eso, ¿qué quiere que permanezca de Itza en el público?

Que piensen en sanar los lazos familiares, sanar la infancia, en la importancia de la fe, en seguir creyendo en las cosas por más imposibles que parezcan. La película genera cosas bonitas en la gente. Ojalá que sigamos haciendo películas sin narcos ni violencia y que la gente las disfrute.
SOFÍA GÓMEZ G.
REDACCIÓN CULTURA EL TIEMPO
@s0f1c1ta

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