Dos protagonistas: Elio, adolescente italiano de vocación pianística, hijo de un profesor universitario de origen judío, y Oliver –erudito estudiante norteamericano siete años mayor–, quien realiza su pasantía de verano en una magnífica villa de la campiña lombarda que recuerda las películas de Bertolucci. Hay paseos en bicicleta, baños en el lago, fiestas en discotecas, charlas inteligentes, lecciones de música y enseñanzas compartidas al calor de los vinos y las meriendas al aire libre.
Aunque sus jóvenes actores estadounidenses no son muy conocidos, entre ellos hay la química suficiente para representar lazos evidentes de atracción en los que se suceden miradas cruzadas e intensas, deseos contenidos, roces sutiles en medio de hallazgos arqueológicos grecorromanos y reordenamiento de valiosos documentos bibliográficos. Entre centenares de reconocimientos: primer premio del Festival LGBT en París y mejor película del año, según el influyente periódico londinense ‘The Guardian’.
“Llámame por tu nombre (Elio), y… yo te llamaré por el mío (Oliver). Su título original desata el trasfondo homosexual de una incipiente relación afectiva que, no obstante sus respectivas naturalezas bisexuales, perdurará seguramente a lo largo de los años. Pero más allá del respetable componente afectivo entre un hombre experimentado y un chico inexperto, interesa cómo se despierta o define la sexualidad en un resplandeciente marco juvenil.
Del primer amor, que trasciende sin importar sexo ni edad, a una aventura casual de vacaciones más allá del o íntimo, por cuanto dejará huellas y recuerdos imborrables en el transcurso de sus respectivas existencias. Novedoso resulta un proceso amoroso que, en medio del contradictorio fervor de los años 80, deja de ser conflictivo al contarse con la comprensión y complicidad de padres conscientes de las experiencias emocionales de alguno de sus hijos cortado con otras tijeras.
Bella película de naturaleza culta, en coproducción con Francia y Estados Unidos, hablada simultáneamente en inglés e italiano con no pocas expresiones sas de uso cotidiano. No todo son deseos reprimidos, por cuanto queda tiempo para discutir sobre las influencias de Bach y Liszt en la contrapuntística de Ferruccio Busoni, o... referirse, sin pretensiones, a etimologías de orígenes árabes como albaricoque o almohada con antiguas raíces grecolatinas.
A partir de una novela biográfica salpicada de revelaciones íntimas, su guion adaptado trae la firma del veterano cineasta británico James Ivory –el de las exquisitas puestas en escena de ‘Habitación con vista’ y ‘Lo que queda del día’–. En cuanto al realizador siciliano Luca Guadagnino, en 2010 se posicionó gracias al demencial retrato aristocrático de Yo soy el amor –con la avasalladora presencia de Tilda Swinton–.
MAURICIO LAURENS