Entrevista

El bogotano que está detrás de varias series animadas en el mundo

Camilo Escárraga produce contenido para ‘CocoMelon’, el canal de YouTube que más factura en EE. UU.

Animación — Camilo Escárraga narra que desde muy joven fue emprendedor. Recuerda sus pequeñas tiendas de dulces en el barrio y ofrecer sus servicios para arreglar computadores. Foto: Sergio Acero

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José Manuel Acevedo

DIRECTOR DE NOTICIAS RCN12.07.2024 18:43 Actualizado: 22.07.2024 00:00

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Detrás de una serie animada en televisión o en un canal de YouTube hay empresas que no necesariamente están en el primer mundo haciendo mover a los ‘muñequitos’ para el disfrute de las audiencias infantiles.

De 20 empresas de animación bien constituidas que existen en Colombia, alrededor de cinco están exportando sus servicios de manera global. Una en particular, Insert Coin Animation, ha logrado sobresalir entre las demás, pese a la dura competencia de países como India, y ahora Canadá, que son líderes en este mercado.

El éxito de esta compañía no se dio de la noche a la mañana y los retos siguen siendo bastante ambiciosos, pues aunque hay demanda de estos servicios y talento silvestre en nuestro país, todavía no existen profesionales suficientemente formados y una cultura empresarial alrededor de esta industria.

Sin embargo, un joven de 38 años llamado Camilo Escárraga se está abriendo camino y hoy produce para ‘CocoMelon’, el canal de YouTube que más factura en Estados Unidos y uno de los top en plataformas digitales como Netflix, y hace series para Mattel, Barbie, Hot Wheels y Polly Pocket, entre otros.

Sí. Está pasando en Colombia, y aunque los gobiernos todavía son muy tímidos a la hora de darle estímulos a este tipo de negocios creativos, la historia de Camilo inspira y debería provocar una reflexión en el diseño de políticas públicas.

Emprendimiento — Escárraga llegó a un canal de televisión y fue el encargado de poner a caminar, por ejemplo, al pato de Pequeñín, pero sentía que algo le faltaba a la industria. Foto:Sergio Acero

Para hacer animaciones se necesita saber de tecnología e informática. ¿Se te daba fácil ese tema de niño?

Yo desde los 13 años era el que le formateaba el computador a todo el mundo, ja, ja.

Siempre fui muy nerd de los computadores. Mi plan era ir a Unilago a ver qué había salido nuevo. Me acuerdo que un día nos pusieron de tarea hacer algo tecnológico, pero la condición era que los papás no ayudaran. Los profesores nunca creyeron que el trabajo que presenté había sido hecho solo por mí y llamaron a mis papás al colegio a preguntarles. La verdad es que siempre le he ‘cacharreado’ a este mundo.

Con esas habilidades desde niño, ¿qué decides estudiar?

"Yo desde los 13 años era el que le formateaba el computador a todo el mundo, ja, ja. Siempre fui muy nerd de los computadores".

Estaba entre diseño gráfico y sistemas. Escogí diseño y estudié en la Unitec, y lo que me llamaba la atención era una materia de 3D. Ya desde ese momento comenzaba a gustarme ese mundo de la animación y lo que vendría después sería mucho esfuerzo y dificultades para sacar adelante un asunto del que en Colombia no se hablaba mucho.

¿Y encontraste mercado laboral en el país para explorar este tema?

La verdad es que sí había y hay empleos que te pagan ingresos moderados si quieres dedicarte al diseño y la animación. Yo nunca estuve sin puesto más de una semana. Tuve varios trabajos. Llegué a un canal de televisión y fui el encargado de poner a caminar, por ejemplo, al pato de Pequeñín, pero yo sentía que algo le faltaba a la industria. Que la oferta que estábamos haciendo en Colombia era insuficiente y quería más.

Ahí voy. ¿Cuál fue tu primera aproximación a la idea de hacer y tener una empresa?

Siempre fui emprendedor desde muy joven. Desde tienditas de dulces por ahí en el barrio hasta imprimir volantes ofreciendo mis servicios para arreglar computadores, pero nunca hubo una cultura o educación alrededor del emprendimiento en mi entorno. Nunca tuve unos papás que dijeran: “dale, monta un negocio que nosotros te apoyamos”, porque –como les pasa a muchos papás– los míos lo que querían era que yo tuviera un buen empleo; de traje, con portafolio en el centro de Bogotá. Sin embargo, me junté con dos amigos y ahí creamos un estudio de animación. A los 27 fundamos la empresa y yo decía: “a los 30, ya voy a estar tapado en plata”… ¡y error!

¿Por qué? ¿Qué pasó?

Pensábamos en plata y no en la cultura detrás del negocio. Se notaba la falta de educación a la hora de hacer empresa, que es lo que pasa en general en el país. A los 30, en vez de estar forrados en plata, estábamos quebradísimos, con contratos muy pequeños. Dos de los socios terminaron peleando; ellos insistían en que teníamos que dedicarnos a lo obvio: hacer páginas web, y yo seguía pensando que el camino era hacer series animadas o proyectos innovadores, pero claro, sin plata eso era soñar demasiado.

¿Cuánto tiempo pasó antes de que le dieras el giro definitivo a tu negocio?

"Dos de los socios terminaron peleando; ellos insistían en que teníamos que dedicarnos a lo obvio: hacer páginas web, y yo seguía pensando que el camino era hacer series animadas".

Cinco años en la mala. De tres socios, quedamos dos. Mi compañero empezó a buscar negocios freelance por su lado porque esto no nos resultaba y yo me quedé solo, pero a partir de eso tuve la libertad de empezar a buscar clientes y mercados con lo que me gustaba de verdad: los servicios de animación. Estaba en mi computador, viviendo con mi mamá y le hice a un cliente internacional que apareció por ahí una prueba y le gustó. Después me dijeron que hiciera cuatro episodios y si les gustaba, pues me enganchaban. Pagaban supermal, pero era una ventana que aparecía.

Terminó gustándoles, pero el problema es que para seguirles produciendo yo estaba solo y no tenía equipo, así que lancé una convocatoria en busca de talento. Comienza esto a tener sentido y, por fin, despega.

¿Te aparecieron coequiperos entonces para iniciar ese nuevo camino?

Mmm, mira que de 60 personas que mandaban sus hojas de vida, solo dos tenían algo de conocimiento real y práctica en el sector, lo que me lleva a decirte desde ya que uno de los retos más grandes ha sido conseguir gente. Hay carreras, pero la gente no sale bien preparada, lamentablemente.

Y ante esa falta de educación pertinente, ¿qué resolviste hacer?

Te puedo decir con orgullo que en Insert Coin le pagamos a la gente por aprender. Tenemos un programa de aprendices de seis meses. Si vemos talento y habilidades innatas en alguien, lo cogemos, lo entrenamos, le damos un sueldo mientras está listo y lo incorporamos ya a las funciones de la empresa. Al principio no es fácil, porque es una apuesta y una inversión que haces y no sabes bien si se va a devolver, pero se ha devuelto.

¿Cuántas personas hay hoy en tu equipo?

"Uno de mis mejores animadores soñó desde los 14 con estar trabajando en lo que hoy hace y a los 18 se incorporó con nosotros sin nada de experiencia y educación"

Tenemos 80 personas en nuestra empresa. En Colombia no hay gente todavía suficientemente capacitada. Por eso nos tocó recurrir a profesionales en México y Perú. El talento latinoamericano es sorprendente, pero no ve uno que haya universidades o centros educativos dispuestos a pulir de verdad a todos estos jóvenes en las exigencias de esta industria. Pero además te digo algo: en este trabajo que se hace mucho desde la casa de nuestros empleados, se tiende a tener, sobre todo después de pandemia, muchos problemas emocionales y, por eso, también nos estamos enfocando en tener educación en salud mental para nuestros animadores y talentos tecnológicos.

¿Sientes que a la juventud profesional colombiana la están valorando bien en el mundo?

Las habilidades no solo técnicas, sino blandas están siendo bien vistas y en eso tenemos que trabajarle mucho los colombianos. Somos apasionados. Uno de mis mejores animadores soñó desde los 14 con estar trabajando en lo que hoy hace y a los 18 se incorporó con nosotros sin nada de experiencia y educación, pero a punta de motivación y berraquera ha logrado posicionarse como uno de los mejores. Eso somos los colombianos y los jóvenes colombianos, pero las universidades sí tienen que ponerse las pilas a mirar qué es lo que el mercado está pidiendo y enseñar eso con seriedad.

A todo el mundo le dicen ahora que tiene que emprender, pero, como dices en esta entrevista, no hay educación empresarial o los negocios suelen perderse en los primeros cinco años. ¿Qué le dices a un joven que está ahí, en ese limbo?

Lo primero es que no está mal no querer emprender. Este país necesita tanto buenos empresarios como buenos empleados. Pero los que se deciden a emprender tienen que entender que esto es jodidísimo. Hay que trasnochar, darla toda, persistir, creer y obsesionarse con ser buenos, siempre estar investigando, tener intriga y ser muy disciplinado.

¿Te pasa que cuando te dicen que eres un emprendedor o empresario se imaginan que siempre has tenido plata y que es el lugar al que has llegado porque naciste en un hogar acomodado?

Todo el tiempo la gente cree eso. Yo te quiero contar que nací en un barrio que se llama Villas de Granada, en Bogotá, que es estrato 2 o 3. Ahí crecí y estudié en un colegio y una universidad muy normal, con mucho esfuerzo.

¿Dónde y cómo ves a tu empresa de animación en un futuro próximo?

Esa pregunta siempre me ha parecido compleja, pero te lo voy a decir hoy sin pena: nosotros hoy somos uno de los estudios de animación más importantes de Latinoamérica. Esto me compromete mucho, pero estoy seguro de que vamos a ser uno de los estudios más grandes del mundo. Nos tenemos que volver, en Colombia, un hub de animación. Nosotros sobrepasamos ya de lejos a muchos estudios de la India porque tenemos una cultura demasiado comprometida con el trabajo. Lo que prometemos lo sacamos adelante y lo cumplimos.