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Abuelas se convierten en ‘terapeutas’ de salud mental hablando en parques
La gente puede acudir a una silla pública con el fin de dialogar sus problemas y hallar soluciones.
En muchas ocasiones los inconvenientes nublan los pensamientos. Son capaces de cegar. Imponen una barrera difícil de eludir. La gente suele acudir con los especialistas para hallar ‘la salida del laberinto’. A veces también se puede buscar la compañía de los familiares y de las amistades más cercanas.
Sin embargo, para algunos esto podría no ser suficiente.
Y, para esas personas que necesitan el asomo de al menos un ápice de luz por medio de una fisura para ver todas las perspectivas de un problema y salir adelante, se creó ‘El banco de la amistad’.
El concepto es tan sencillo como original y efectivo: en el banco de un parque –es decir: una silla del espacio público– hay ‘gogos’ (abuelas) dispuestas a escuchar el problema de quien quiera acudir en busca de su ayuda. Están ahí para oír. Para aconsejar. Para redireccionar. Para entender. Para comprender.
Para brindar una mano cuando más se necesita.
La sabiduría de las abuelas de Zimbabue
Foto:Aaron Ufumeli. EFE
El banco de la amistad se puso a prueba en 2005. Fue planteada por Dixon Chibanda, un psiquiatra de Zimbabue, epicentro de la iniciativa. Según ‘EFE’, en ese entonces la idea se planteó con el fin de ayudar a las personas que habían sufrido algún trastorno tras la polémica campaña del presidente Robert Mugabe, quien incentivó la ‘limpieza’ de zonas informales, lo cual dejó a casi un millón de personas sin un hogar.
Chibanda contrató a un equipo de 14 abuelas dispuestas a recibir el desahogo de quienes quedaron vulnerables tras la controversial campaña del mandatario de ese momento.
La efectividad del experimento con las abuelas tuvo tal éxito que, en la actualidad, dieciséis años después, sigue vigente y más aún tras las probables secuelas psicológicas de las medidas restrictivas durante estos tiempos de pandemia.
Paradójicamente, durante los tiempos ‘más duros’ de confinamiento, era imposible acudir al banco de la amistad dado que la orden irrestricta era quedarse en casa.
Vale decir que, en estos años de funcionamiento, el banco tuvo mucha acogida e incluso hay más de 700 abuelas disponibles a lo largo de Zimbabue.
Los medios locales han recogido un sinnúmero de testimonios de quienes acuden hasta las ‘gogos’ con el fin de ser escuchados. Hay personas que incluso viajan kilómetros con el fin de llegar hasta las zonas principales de ese país y conversar con una abuela en específico.
‘EFE’ replicó la historia de Ruth Banda, de 30 años, quien perdió a sus padres y estuvo a punto de perder su casa por las insensatas presiones de su tío ambicioso. Tuvo duros episodios de depresión, sin embargo, todo se calmó tras conocer a ‘gogo’ Joyce Chimbwero, una amable mujer que, con 70 años, tiene como gran propósito darle la mano a quien más lo necesita.
Ellas se reunieron por primera vez en uno de los tantos bancos de la amistad y desde entonces se volvieron grandes amigas. La abuela está ahí para su ‘nieta’ adoptiva.
“En el momento en que empecé a hablar con ella me sentí mejor. Me ha cambiado mucho”, afirmó Banda.
Foto:Aaron Ufumeli. EFE
Las ‘psiquiatras’ en tiempos de confinamiento
Bernice Chawira es una supervisora clínica que ha estado al tanto del avance de los bancos de la amistad y ha sido testigo predilecta de sus contundentes resultados. Ella hace parte de la organización ‘Friendship Bench’, la cual, como su nombre indica, coordina la logística de las abuelas que escuchan, comprenden y ayudan.
Chawira le dijo a ‘EFE’ que la pandemia y las restricciones aumentaron los episodios depresivos en los habitantes de Zimbabue. De hecho, afirmó, este problema debería tener cierta prioridad en la atención a la salud pública.
“Decidimos dar un giro y formar a estas abuelas para ofrecer intervenciones (…) Culturalmente, cuando la gente tiene problemas, van a sus abuelas a por consuelo. Son personas a las que la gente busca”, aseguró.
Foto:Aaron Ufumeli. EFE
Muchas gogos dicen que, si no fuera por el banco de la amistad, podrían haber muerto de soledad y aburrimiento (…) Nos enseñan, nos quieren, nos revitalizan
El covid-19 no ha sido ajeno a las abuelas: cinco de ellas han muerto por cuadros graves de la enfermedad.
Conforme pasó el tiempo y se evidenció que el coronavirus ‘iba para largo’, Chawira hizo lo posible por adaptar las sesiones con ‘gogos’ por medio de dispositivos digitales.
Claro: es muy distinto a lo que ofrecía la conversación y el desahogo frente a frente (dinámica esencial de los bancos de la amistad), sin embargo, en tiempos de emergencia cualquier recurso puede convertirse en una digna alternativa.
Y la conversación no solo ayuda a quienes quieren ser escuchados. Chawira dijo que las abuelas también sufrieron con el confinamiento, pues llevan más de quince años habituadas a conversaciones frecuentes. A ser ‘el hombro’ de los que piden auxilio.
“Muchas gogos dicen que, si no fuera por el Banco de la Amistad, podrían haber muerto de soledad y aburrimiento (…) Nos enseñan, nos quieren, nos revitalizan”, concluyó.