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Biólogo se aisló ocho meses en una remota isla del Pacífico para presenciar el cambio climático y esto encontró: ‘Nunca había sentido antes’
Matthieu Juncker vivió en la Polinesia sa para estudiar los efectos del cambio climático en los arrecifes de coral.
El biólogo marino Matthieu Juncker decidió vivir en completa soledad durante casi ocho meses en un atolón aislado de la Polinesia sa, con el propósito de observar directamente los efectos del cambio climático en uno de los ecosistemas más frágiles del planeta. Su experiencia combinó la rigurosidad científica con una profunda conexión emocional.
Un testimonio entre datos y sensaciones
Juncker relata que, aunque los datos científicos ofrecen una visión clara de la crisis ambiental, el impacto fue mucho más intenso cuando observó la destrucción de los corales en persona.
“Los datos son una cosa, pero ver morir los corales ante mis ojos provocó una emoción que nunca había sentido antes”, confesó el investigador francés en entrevista con AFP.
Tras regresar a Nueva Caledonia, donde reside desde finales de febrero, Juncker se ha dedicado a compartir sus hallazgos en congresos y a redactar artículos científicos.
El primero de ellos analizará la situación de los arrecifes en esta zona remota del Pacífico Sur, severamente afectados por una ola de calor marina sin precedentes.
“Un tercio del arrecife está muerto. La temperatura del agua se mantuvo en 30,5 ºC durante más de cinco semanas, incluso a una profundidad de seis metros”, explicó.
Constató que un tercio del arrecife murió debido a una ola de calor marina. Foto:AFP
Observaciones sobre la fauna local
Además de su estudio sobre los arrecifes, el biólogo prepara dos publicaciones sobre el titi, un ave endémica del archipiélago polinesio de Tuamotu.
Según sus investigaciones, la población de esta especie ha experimentado un aumento significativo, pasando de 185 ejemplares en 2003 a aproximadamente 600 en 2024.
Una experiencia física y emocional intensa
La prolongada estadía permitió a Juncker realizar observaciones que superan las posibilidades de las misiones científicas habituales, donde el tiempo es limitado. Sin embargo, para el investigador, el experimento también fue un proceso introspectivo.
Las condiciones naturales cambiantes, como tormentas que alteraban el paisaje en una sola noche al arrastrar grandes cantidades de arena, causaron en él una sensación similar al mareo.
“Te sientes tan insignificante en medio del lago, de noche, bajo el cielo estrellado”, comentó.
Agregó que, aunque la soledad a veces se volvió dolorosa, “como una puñalada en el estómago”, también le brindó un profundo sentido de pertenencia a la naturaleza.
“Yo era hipersensible al medio ambiente”, manifestó, impulsado por el deseo de contribuir a su preservación.
El biólogo marino Matthieu Juncker decidió vivir en completa soledad durante casi ocho meses Foto:LinkedIn
Interrupción momentánea y regreso a la vida cotidiana
La misión se vio interrumpida brevemente durante un mes y medio, debido a un levantamiento en Nueva Caledonia ocurrido en mayo de 2024.
Ante la imposibilidad de comunicarse con su familia, Juncker abandonó el atolón para asegurarse de que todos estuvieran bien.
Con la experiencia concluida, el científico continúa participando en eventos para compartir su vivencia, convencido de que “una exploración no vale nada si no se comparte”.
Vivió 8 meses en una isla remonta. Foto:iStock
Impacto local y futuro audiovisual
Gracias a su iniciativa, los habitantes de los atolones vecinos fundaron en enero una asociación enfocada en proteger los ecosistemas frágiles de la región, que ya cuenta con 180 .
Su historia pronto llegará a la pantalla grande en Francia, a través de un documental que recopila casi 300 horas de grabaciones de su aislamiento en el atolón.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de AFP, y contó con la revisión de la periodista y un editor.