La historia comienza con una pataleta de adolescente enojado. Andrés Cantó solo tenía 14 años cuando en marzo de 2015 decidió emprender un nuevo proyecto tras una discusión con sus padres: “cavar en un agujero” de medio metro de profundidad que había en el terreno donde vivía, hoy en día es una cueva que tiene comodidades como luz, WiFi y hasta calefacción. La insólita ‘vivienda’ está ubicada en Alicante, en España, lugar donde es oriundo el joven que actualmente tiene 20 años y está estudiando para ser actor.
Andrés ha compartido con sus más de tres mil seguidores en Twitter, y con el mundo entero, el proceso de construcción de la cueva junto a su amigo Andreu Palomero. “Tras una pataleta de ‘prepuber’, me puse a darle picazos al bancal, no manejaba muy bien las emociones”, bromea el joven en uno de sus trinos.
Ambos jóvenes viven en La Romana, un pueblo de Alicante de menos de 2.400 personas donde, según cuenta, en esa época era el más joven, y “ tenía que buscarse un entretenimiento diferente”.
“Recuerdo una tarde en la que nos sentamos a hablar en su parcela. Me fijé en el agujero que había y él me explicó la idea que tenía. Le dije de ayudarle, así que entre dos personas empezamos a cavar rápido y llegamos al metro de profundidad en poco tiempo”, explicó Palomero a The Huffington Post.
Para 2019 ya tenían frente a sus ojos un agujero de tamaño considerable y fue en ese entonces cuando tuvieron que modificar las escaleras de entrada a la cueva para que fuera mucho más accesible. En ese año ya estaba casi lista la ‘primera habitación’, según relata Cantó.
No cualquiera logra una obra de tal magnitud sin conocimientos previos, así que hay una explicación para el trabajo que ha realizado este joven aventurero: su abuelo ha sido agricultor y ha tenido cuevas durante toda su vida.
“Por ejemplo, empecé poniendo un soporte de un balancín en forma de V. Me di cuenta que cubría perfectamente la cueva de ancho y de largo, así que le puse una capa de madera y tela metálica por encima y lo cubrí con adobe. Cuando llueve se solidifica más y, al contrario de lo que piensa la gente, el agua nunca se filtra hasta la cueva”, dice Cantó.
La primera ‘sala’ tiene una profundidad de 3 metros y hay 90 centímetros de tierra sobre sus cabezas, y la ‘habitación’ alcanza casi los 4 metros de alto. Pero no es tan sencillo como lo hace ver el joven, pues, de acuerdo con Cantó, incluso varios expertos y peritos han evaluado los cimientos de la cueva, ya que tiene que ser perfecta y no puede haber fisuras, o de lo contrario representaría un grave peligro.
Afortunadamente, según los jóvenes, los peritos les han dicho que van por buen camino y que esta “no se puede caer de ninguna forma”.
“Es un trabajo duro, cavas un poco en la pared y te salen tres cubos de tierra. No necesitamos gimnasio, el cambio físico es brutal”, bromea Cantó en Twitter.
El objetivo es terminar su ‘habitación’, la cueva ya tiene servicio de electricidad, pues llevó un cable de luz desde su casa y contrató un sistema de datos ilimitados que usa como WiFi. Adentro ya hay algunos asientos e incluso una cama, ¡increíble!
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