En marzo de 2022, el mundo se vio conmocionado por el hallazgo del barco británico HMS Endurance, sumergido desde principios del siglo XX a una profundidad de 3008 metros en el remoto y helado Mar de Weddell, en la Antártida.
Este descubrimiento no fue solo una proeza tecnológica, sino también un recordatorio de una de las más increíbles odiseas de supervivencia en la historia de la exploración polar. La expedición, liderada por el intrépido Sir Ernest Shackleton, aunque no cumplió con su objetivo original, se destacó por su heroísmo al rescatar a todos los de la tripulación después de innumerables adversidades y condiciones extremas. Shackleton, refiriéndose a la expedición, declaró con convicción: “Fracaso sería no explorar”.
Este evento es emblemático no solo en la historia de la exploración, sino también como un estudio de caso en disciplinas como el coaching, la gestión de recursos humanos y la planificación empresarial, por su demostración de tenacidad, perseverancia, confianza y esperanza. La desafortunada pérdida del Endurance transformó a Shackleton en una figura legendaria que sigue inspirando casi un siglo después de su muerte.
El proyecto que llevó al descubrimiento del Endurance, denominado 'Endurance22', fue ejecutado por el rompehielos Agulhas II, de bandera sudafricana, con 134 metros de largo y 22 de ancho, construido en Finlandia. Este barco, utilizado para búsquedas y misiones de investigación, está equipado con lo último en tecnología de exploración submarina.
El liderazgo de la misión estuvo a cargo de Mensun Bound, un veterano arqueólogo marino, quien dirigió un equipo multidisciplinario de expertos. La primera imagen del Endurance fue capturada por un dron submarino, revelando que, a pesar de las décadas bajo el hielo y las presiones del océano, muchas partes del barco, incluyendo su nombre en la popa y los cristales de los ojos de buey, se conservaron casi intactas.
Bound, profundamente emocionado por el descubrimiento, describió al Endurance como “el barco hundido más bello que he visto”.
Este descubrimiento tiene un profundo significado histórico y cierra un ciclo que comenzó con la primera conquista del Polo Sur por el explorador noruego Roald Amundsen el 14 de diciembre de 1911.
La expedición de Shackleton, conocida como la Expedición Imperial Transantártica, se inició poco después, en 1914, con la intención de cruzar la Antártida desde el Mar de Weddell hasta el Mar de Ross. El Endurance, un barco diseñado originalmente para la caza de osos polares y construido en 1912 en Noruega, fue adaptado para esta ardua misión. Su financiamiento fue una hazaña en sí misma, reuniendo 65.000 libras esterlinas gracias al apoyo del rey Jorge V, el magnate escocés James Caird, entre otros.
El famoso anuncio de Shackleton en 'The Times', buscando reclutas para la expedición, es recordado como uno de los más singulares de la historia: “Se buscan hombres para viaje peligroso. Poco sueldo, mucho frío. Largos meses de oscuridad total. Peligro constante. Regreso a salvo dudoso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. A pesar de su advertencia, 5.000 hombres respondieron al llamado.
La lucha por sobrevivir
La tripulación del Endurance incluyó a 26 hombres principalmente del Reino Unido, con la adición de dos de las colonias: el capitán neozelandés Frank Worsley y el fotógrafo australiano James Francis 'Frank' Hurley.
Shackleton, ausente durante la llegada del Endurance a Buenos Aires, se unió más tarde en el puerto. La expedición también contó con un polizón, Perce Blackborow, quien se escondió a bordo y fue descubierto solo después de que el barco zarpara. A pesar de las circunstancias, Shackleton permitió que Blackborow permaneciera, demostrando su liderazgo inclusivo y su capacidad para manejar situaciones inesperadas.
El Endurance quedó atrapado en el hielo del Mar de Weddell en enero de 1915, dando inicio a una lucha por la supervivencia que duró meses. Durante este tiempo, la tripulación se enfrentó a extremos físicos y emocionales, participando en actividades como partidos de fútbol sobre el hielo para mantener la moral.
Después de que el barco fuera finalmente aplastado por el hielo, Shackleton y su equipo se vieron obligados a abandonarlo, embarcándose en una desesperada travesía en pequeños botes que eventualmente los llevaría a la seguridad.
La carne de foca o pingüino fueron alimentos básicos, pero cuando falló la caza se tomó una sentencia dramática: los perros tuvieron que ser sacrificados para paliar el hambre. Incluso, cuando portar cualquier carga innecesaria era imposible, también fue víctima el gato Mrs. Chippy.
La Nación (GDA) / Argentina
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.