Aunque muchos piensan que crecer en una de las familias más ricas del mundo es estar en una burbuja, Jennifer Gates, la hija Bill Gates -cofundador de Microsoft-, manifestó que las mil oportunidades que le ha brindado su familia le han ayudado a entender las problemáticas y las necesidades de la sociedad.
El reconocido empresario Bill Gates se convirtió en el hombre más rico del mundo cuando apenas era un asolescente en 1995, después de haber dejado sus estudios en la Universidad de Harvard para cofundar un innovador modelo de negocio que hoy en día es una de las empresas de tecnología más grandes a nivel mundial.
En aquel entonces, la fortuna del magnate estaba valorada en 12,9 mil millones de dólares (más de 51 billones de pesos). Hoy en día, el patrimonio de Gates se posiciona como el segundo más grande del mundo, puesto que tiene un valor neto de 112 mil millones de dólares (más de 443 billones de pesos), según lo reseña un medio del conglomerado ‘CNBC’.
Años después de haber obtenido su fortuna, Gates se convirtió en papá de su hija mayor, Jennifer Gates. Desde ese entonces, la mujer siempre ha estado rodeada de riquezas y se le ha brindado todo lo que ha deseado, pero no por eso significa que toda su vida haya sido del todo fácil.
Así fue como inculcaron la medicina en Jennifer
En una entrevista con la revista ‘Sidelines’, Jennifer señaló que, desde siempre, sus padres le inculcaron un gusto por la medicina porque llevaban su trabajo a la casa, le hablaron abiertamente de desigualdad y problemáticas sociales
La familia del magnate es la fundadora de la Fundación Bill y Melinda Gates, la cual tiene como propósito mejorar las condiciones y estándares de salud para las personas más necesitadas que no pueden acceder a un sistema de asistencia médica digno.
Por esta razón, la organización ha hecho valiosos aportes económicos para la salud y desarrollo global; la educación en Estados Unidos y dio auxilio a la crisis sanitaria causada por el covid-19.
Por esta razón, los padres de Jennifer le inculcaron los valores sobre la empatía, ya que desde pequeña siempre estuvo al tanto de problemáticas como la mortalidad infantil, desnutrición, epidemias, desigualdad e incluso enfermedades de transmisión sexual.
“Crecí escuchando sobre la mortalidad infantil en la mesa, sobre la poliomielitis, sobre la epidemia de VIH/Sida. Mis padres son personas increíblemente trabajadoras. Obviamente han tenido muchos privilegios, pero siguen aprendiendo y les apasiona hacer del mundo un lugar mejor”, señaló la joven a la revista anteriormente mencionada.
La familia se dio cuenta que estaban hablando demasiado sobre medicina cuando la madre de la pequeña, Melinda Gates, le dijo a Jennifer que su muñeca había contraído VIH. Aunque fue un poco fuerte para una niña, también sirvió como un aporte para sus aspiraciones a futuro.
Quien terminó de despertar la chispa de la medicina en la joven fue su médico personal y pediatra, ya que le decía que debía sentirse afortunada de recibir la atención de un doctor cuando lo necesitaba, pero que miles de niños en el mundo carecían de este privilegio.
Sus estudios
Poco a poco, la pequeña Jennifer fue creciendo y formando su pasión, aspirando a ser doctora algún día. La joven expresó que sus padres la han respaldado en todas sus decisiones: “Siempre sentí que realmente tenía una buena base para que ellos creyeran en mí y estuvieran dispuestos a apoyarme en cualquiera de mis actividades”.
Fue así como entró a estudiar Medicina en la Universidad de Stanford y, aunque venía de una de las familias más ricas del mundo, sabía que el dinero no podría formarla como profesional y debía esforzarse por alcanzar sus sueños.
“La primera semana de la escuela de medicina, estaba tan abrumada por la cantidad de contenido que teníamos que me olvidé de mi cuidado personal, que se ha vuelto muy importante para mí”, relató la joven en la entrevista.
A pesar de lo difícil que le pareció su carrera, nunca desistió y logró organizar su tiempo como todos los adolescentes de su edad: “He aprendido a reequilibrarme y a asegurarme de tener tiempo para dormir, tener relaciones, hacer ejercicio, estar tranquila. Todos los elementos fundamentales que me ayudan a presentarme para el trabajo escolar y para asistir a mis pacientes en el futuro”.
Años más tarde, en 2018, Jennifer se graduó de Stanford y decidió dedicarse por un año a otra de sus más grandes pasiones: la equitación. Durante ese tiempo entrenó muy fuerte para competir, aunque sabe que en algún momento tendrá que dejarlo a un lado si quiere seguir con su carrera.
Ahora, la joven está cursando su segundo ciclo como estudiante de Medicina en la escuela Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai y obtuvo una super estrella en el premio de equitación Darry Lou de Beezie Madden.
En cuanto a su futuro, Jennifer planea seguir el legado de sus padres y convertirse en pediatra o médico de familia. Sea cual sea su decisión, siempre va a ir en pro de “hacer del mundo un lugar mejor”.
Es por eso que la joven reconoce la gran labor que ha hecho su familia: “Mis padres son personas increíblemente trabajadoras. Obviamente han tenido muchos privilegios, pero siguen aprendiendo y les apasiona hacer del mundo un lugar mejor. Creo que eso es realmente genial, y definitivamente se me ha pegado mientras encuentro mi camino hacia mis propias pasiones”.
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