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‘Llevo más de 18 años esperando a un hombre que prefirió su posición social’
En #MensajeDirecto, la historia de una mujer que fue amiga, amante y colega; pero nunca la indicada.
Conocí a ese hombre en una sala de chat. Foto: iStock
Regresó #MensajeDirecto, un formato con el que EL TIEMPO busca darles un espacio a sus lectores para contar aquellas historias de amor o vivencias personales que se consideran poco comunes. Aunque usted no lo crea, alguien se identificará con su relato. No olvide que, en medio de las diferencias, todos reímos y sufrimos en el mismo idioma. Conozca esta nueva historia.
Corría el 2004 cuando esta historia empezó. Yo cursaba mi cuarto año en la universidad y, por pura curiosidad sobre el Internet y sobre lo que hacían mis compañeras de estudio en esos famosos chat de citas, decidí inscribirme a uno.
Recuerdo que en ese entonces la red no era popular, prácticamente era un mundo desconocido. No se tenían computadores en casa, por lo que yo ingresaba a la plataforma en la sala de sistemas de mi institución educativa.
Chateé con muchas personas, pero nadie me llamó la atención. Sin embargo, eso cambió cuando conocí al otro protagonista de esta historia. Un hombre con quien, sin saberlo ni planearlo, empezamos a tener una relación cada vez más cercana: cruzábamos mensajes larguísimos y hablamos por teléfono durante horas y horas.
Cuando comenzamos a enviarnos mensajes, ambos estábamos desilusionados del amor. En mi caso, mi expareja me había dejado por su exnovia, quien además estaba embarazada de él.
'La primera vez que lo vi me llevé una gran sorpresa'
La voz que yo había idealizado durante meses no correspondía a la persona que tenía enfrente. No quiero sonar mala, pero era feo, muy feo
Como un suspiro, pasaron ocho meses durante los cuales hablábamos a diario, hasta dos y tres veces al día -eso era un montón teniendo en cuenta que no existían las herramientas tecnológicas de hoy en día-. La mayor parte del tiempo nos la pasábamos riendo. Eso sí, no nos habíamos visto en persona porque él vivía en Bogotá y yo en Pereira.
Durante la semana de receso de la universidad, aproveché para viajar con el fin de hacer unas diligencias de mi familia. Allí lo conocí por primera vez en persona, ya que nunca nos habíamos enviado fotos o algo por el estilo.
En ese momento le puse rostro a la voz al otro lado del teléfono de la que, aunque suene absurdo, me había enamorado. Era una voz calmada, sosegada y única.
Lo curioso fue que, cuando llegó a la casa del familiar donde me estaba hospedando, quedé impactada. La voz que yo había idealizado durante meses no correspondía a la persona que tenía enfrente. No quiero sonar mala, pero era feo, muy feo. La cuestión era que yo ya había ‘quemado las naves’. No había vuelta atrás, ya me gustaba demasiado.
Para ese entonces, él tenía una novia que sentía muchos celos de mí. De hecho, le hacía shows y me trataba muy mal -debo aclarar que en esa ocasión no pasó nada más que una charla de amigos-.
La voz que yo había idealizado durante meses no correspondía a la persona que tenía enfrente. Foto:
Él trabajaba en una importante entidad y tenía más recursos. Yo era estudiante de pregrado y llevaba una vida con muchas necesidades económicas
Además, era difícil que sucediera algo más, ya que las restricciones para salir de la casa donde me quedaba eran ‘dignas del régimen talibán’. Ese encuentro lo que logró fue que nos conociéramos más y que siguiéramos hablando con más intensidad.
Para diciembre de ese mismo año, él viajó a Pereira. Recorrimos todas las zonas turísticas. Recuerdo que fuimos al Parque del Café y a Panaca. Disfrutamos, nos reímos y compartimos mucho tiempo juntos. Incluso conocimos una cabra a la que le puse su nombre. Las risas y las bromas eran parte de nuestra relación y eso me encantaba. De hecho, la comunicación siempre fue nuestro fuerte.
Esa salida fue rara porque, a pesar de que solo me lleva cinco años, él trabajaba en una importante entidad y tenía más recursos. Yo era estudiante de pregrado y llevaba una vida con muchas necesidades económicas. Realmente creo que ese siempre fue el problema. Nuestras situaciones sociales eran muy distintas y eso influía en él.
Recuerdo que por esta razón, él pagó todo el viaje y yo me sentí sumamente incómoda porque nunca he sido muy dada a ser ‘la princesa que espera que todo le den’.
'Empezamos un amorío que llenó mi vida de incertidumbre y zozobra'
No obstante, de un momento a otro empezaron las lejanías. Foto:iStock
Después de unos meses las cosas comenzaron a escalar en la relación. Él ya había terminado con su antigua novia y decidimos iniciar un amorío apasionado.
Nos veíamos en ciudades intermedias y en una que otra ocasión yo viajaba a Bogotá. Recuerdo que al primer restaurante al que fui fue al McDonald’s de la 34 con séptima. Se podría decir que esa fue mi primera cita con él en la capital.
Sin embargo, no todo puede ser perfecto, pues cuando regresé a Pereira, la relación empezó a ser inestable.
Antes hablamos mucho. De hecho, como en ese tiempo era más complicado el al Internet, yo esperaba con ansias entrar a la universidad para conectarme desde la cafetería. Nuestros mensajes eran por correo electrónico y aunque era difícil comunicarnos, siempre nos habíamos esforzado por hablar largo y tendido.
De un momento a otro empezaron las lejanías y no hablo de distancias, sino de que dejábamos de hablarnos, terminábamos y volvíamos
No obstante, de un momento a otro empezaron las lejanías y no hablo de distancias, sino de que dejábamos de hablarnos, terminábamos y volvíamos. Ahora que lo recuerdo fueron dos años los que pasamos de esa manera interrumpida.
En diciembre del 2004, viajé nuevamente a Bogotá. La pasé muy mal, pues él se demoró en recogerme y cuando llegó me dijo que ya tenía una novia con la que había pasado el fin de semana.
Regresé a Pereira con el corazón partido y me alejé lo más posible de él. Pero, nos volvimos a encontrar en una sala de chat y hablamos como si nunca no nos hubiéramos distanciado.
'Un nuevo y difícil comienzo en la capital'
Cuando terminé mi formación profesional en 2005, la dura situación económica que atravesaba y el hecho de que no conseguía trabajo en mi ciudad natal me forzaron a viajar a Bogotá.
Tengo que itir que me fui con la esperanza de recibir su ayuda, pues él gozaba de una posición privilegiada, y por supuesto, he de confesar que guardaba la esperanza de un reencuentro romántico y la posibilidad de estar juntos
Así que empaqué mi vida en dos maletas. Iba rota, con solo 50 mil pesos en el bolsillo y el objetivo de organizarme. Foto:iStock
Yo no le avise que viajaba porque no quería que me viera casi aguantando hambre, ‘mi orgullo me podía’. Para ese entonces, una empresa me había abierto sus puertas.
Así que empaqué mi vida en dos maletas. Iba rota, con solo 50 mil pesos en el bolsillo y el objetivo de organizarme en esa empresa mientras esperaba que mi ‘gran amor’ me ayudara, acompañara y recomendara en un mejor lugar.
El hombre que me ofreció trabajo, me consiguió un lugar donde quedarme; sin embargo, sus intenciones conmigo eran otras.
Ante mi negativa, me quedé sin el supuesto trabajo que me iba a sostener durante mi estadía. Por esta razón acepté trabajar en otra empresa como secretaria cuando yo ya era profesional.
Cuando ya estaba ‘prácticamente’ ubicada le escribí una carta que le dejé en su edificio. Recuerdo que la redacté con los eufemismos que estábamos acostumbrados a hacer, pero sobre todo no la firmé.
Él supo inmediatamente que era yo y me llamó. Le conté que estaba en Bogotá, no reaccionó como yo esperaba. Luego me enteré de que él ya tenía otra novia, una mujer mayor de su trabajo.
Mi decisión, la cual aún cuestionó en algunas ocasiones, fue asumir un romance en secreto con la esperanza de que terminara su relación y se quedara conmigo; pero eso jamás pasó
Mi decisión, la cual aún cuestionó en algunas ocasiones, fue asumir un romance en secreto con la esperanza de que terminara su relación y se quedara conmigo; pero eso jamás pasó.
Mi vida se llenó de incertidumbre y de zozobra. Estaba en una ciudad inhospitalaria y mi único o cercano era un hombre que no decidía si me dejaba o se quedaba conmigo.
Después de un tiempo, fueron múltiples las veces que le pedí que me dejara en paz, le dije: ‘No más’, pero él volvía a escribirme con la excusa de que quería saber de mí y yo volvía a caer como una tonta.
Una de las cosas que más me molestaba era que él tenía todas las relaciones públicas del mundo y, aun así, no movía un solo dedo para ayudarme a conseguir una mejor oportunidad laboral.
Eso me llevó a la locura y comencé a hacerle la vida imposible: lo llamaba a decirle ‘hasta del mal del que se iba a morir’, cualquier cantidad de improperios y le dedicaba canciones. La cantidad de shows que se tuvo que aguantar no tienen nombre.
Acá entre nos, siento que era una parte de mí saboteando la relación para que se alejara, pero ni así lo logré.
'La única manera de alejarme, un esposo y un embarazo falsos'
Estaba tan enojada que recuerdo ir al bar de una amiga para ahogar mis penas. Nunca voy a olvidar ese día.
A mediados del 2007, me llegó una llamada de él, se enojó mucho al escucharme tan tomada y me dijo que debía contarme algo.
Como yo precisamente estaba bebiendo en un bar cercano a su vivienda, le pedí que me recogiera.
Cuando pasó por mí, me comentó que había terminado con su novia, no puedo explicar lo que sentí. Solo sé que estaba tan cansada de esa situación que decidí inventarle una historia para acabar con mi sufrimiento.
Él comenzó a tocarme provocativamente, era claro que quería que termináramos en la cama: recuerdo que me decía cosas como ‘Bésame como lo hacías antes’ y ‘tócame como me tocas siempre’, pero yo le dije que no.
No tengo ni idea de cómo se me ocurrió, pero creo que fue un instinto sumado con los tragos. Foto:iStock
Estaba cansada de no ser reconocida, de tenerlo ausente cuando lo necesitaba
Aunque sé que suena como una gran oportunidad para mí y para iniciar una relación real, estaba cansada de no ser reconocida, de tenerlo ausente cuando lo necesitaba.
Lo que sucedió a continuación lo viví como si estuviese fuera de mi cuerpo: recuerdo escucharme diciéndole que estaba embarazada y que me iba a casar. Por supuesto, era todo mentira y no sé cómo me creyó.
No tengo ni idea de cómo se me ocurrió, pero creoque fue un instinto de rabia sumado con los tragos que me había tomado esa noche. De lo que estaba segura era que yo solo quería acabar con ese infierno.
No sé si lloró, porque jamás lo vi, pero me abrazó y cuando levantó la cabeza mi ropa estaba mojada. Me hizo quedarme esa noche con él y fue muy apacible, lo más reconfortante era pasar la noche junto a él.
A veces pienso qué hubiera pasado si hubiera respondido de otra manera. Analizó la situación y no sé si hice bien o mal.
'Amigos, amantes, colegas; pero nunca un romance real'
Un par de meses después me lo encontré en el chat de MSN (Messenger) y nos actualizamos sobre lo que había sido de nuestras vidas.
Me dijo que había encontrado a la mujer de su vida y que se iba a casar; lo cual, en efecto, hizo poco tiempo después de separarnos definitivamente.
Por mi parte, le dije que mi esposo e hijo -imaginarios- me acompañarían fuera del país, aproveché que me iba a Ecuador a visitar a mi hermana y a mi mamá y le dije que me iba con ellos.
Estuve un tiempo con ellas, me alejé de todo y pude respirar. Después regresé a Bogotá y nuevamente me encontré con él, pero no pasó mayor cosa.
Al cabo de unos años, yo ingresé a trabajar a la misma entidad en la que él había laborado durante tantos años y a la cual había renunciado hacía un año por un cargo mucho mejor en otra empresa de la misma área.
Nuestros siguientes encuentros fueron netamente laborales. Cierto día, por cuestión de mi trabajo, tuve que pedir apoyo al área a la cual él había pertenecido.
Todo mi cuerpo se enfrió, estaba pálida. Foto:iStock
Todo mi cuerpo se enfrió, estaba pálida. Una compañera me dijo que tenía cara de pánico, pero a la vez de felicidad
Me llegó una petición y solicité ayuda al departamento encargado. La persona que me atendió, no entiendo cómo, me comunicó con él por llamada- debo aclarar que no sabía que iba a hablar con él-.
Pero resulta que anteriormente él había manejado el caso y era quien conocía todo lo que yo necesitaba saber.
En un principio no reconocí su voz, le dije mi nombre y de una forma inusual empezó a decir mi apellido, la ciudad de dónde provenía, la carrera que había estudiado. Fue muy extraño.
Le pregunté por qué sabía tanto de mí y después de esa pregunta, de manera intempestiva, llegaron un montón de recuerdos a mi mente; su voz se volvió cada vez más familiar.
Todo mi cuerpo se enfrió, estaba pálida. Una compañera me dijo que tenía cara de pánico, pero a la vez de felicidad.
Después de tantos años, y ganando más dinero que él, he llegado a una cruel conclusión: llevo 18 años de mi vida esperándolo en el mismo lugar. Foto:iStock
Me enamoré de una persona virtual y siempre le reprocharé haber elegido su posición social sobre mí
Nos encontramos en una calle para tomar tinto y hablar sobre el caso. Desde entonces se volvió algo rutinario. Parecía que el destino quería tenernos juntos, pero pasó lo mismo de siempre: no era la indicada para él.
Yo traté de seguir con mi vida, pero desde ese sorpresivo encuentro, que sucedió en 2010, y hasta la fecha, nuestras almas siguen atadas por un hilo invisible que no sabemos cuándo volverá a aparecer.
Fuimos amigos, fuimos amantes y hasta colegas; siempre esperando a que llegara el próximo encuentro. Me enamoré de una persona virtual y siempre le reprocharé haber elegido su posición social sobre mí.
Después de tantos años, y ganando más dinero que él, he llegado a una cruel conclusión: llevo 18 años de mi vida esperándolo en el mismo lugar.
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