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Nasa: ¿por qué los viajes a la Luna son tan difíciles de realizar?
Aunque la tecnología ha avanzado, el peso sigue siendo uno de los factores más complejos.
En 1969 Neil Amstrong, llegó por primera vez a la Luna Foto: iStock
Después de 50 años y tras la victoriosa visita de Neil Amstrong a la Luna como el primer hombre en pisarla, los viajes al gran satélite aún suponen una gran dificultad en cuestión de tecnología.
Al menos, esto fue lo que develó el retraso de la misión Artemis II, donde se pretendía que una tripulación compuesta por dos hombres y una mujer sobrevolaran alrededor de la gran estrella este 2024, según anuncios de la Nasa el pasado 9 de enero.
El director de la agencia, Bill Nelson, afirmó durante una rueda de prensa telefónica la suspensión del viaje hasta 2025, señalando que la seguridad de la tripulación es su "mayor prioridad" y que las misiones de Artemis necesitan "más tiempo" para estar preparadas.
La misión con la primera mujer y el primer hombre afrodescendiente en toda la historia de la Nasa tiene el objetivo de explorar el polo sur de la Luna y abrir camino para explorar otros planetas como Marte.
Aunque la tecnología de hoy es más avanzada, muchos podrían creer visitar el satélite es mucho más fácil y versátil desde 1969, en la primera y única misión de esta índole; sin embargo, parece que hay varios factores a nivel técnico que aún influyen de sobremanera en una llegada exitosa.
El motor y el peso tiene una gran incidencia
De acuerdo con el ex director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), Jan Wörner, un gran desafío es el peso del cohete, pues debe tener características físicas muy livianas que sean lo más ligeras posible para su arranque.
“Siempre se está al borde del fracaso porque tiene que ser ligero o la nave espacial no volará. No se puede tener un gran margen de seguridad", señala el experto en entrevista con 'The Guardian',
Así mismo, no hay posibilidad de arreglo si algo llega a fallar en el recorrido. Las naves espaciales están hechas a la medida y para casos particulares, como una personalización, debido a que no se producen en masa con los mismos sistemas y diseños probados, así que una vez estas llegan al espacio no hay margen de maniobra si algo sucede
Las misiones Artemis buscan llevar al humano de nuevo a la superficie lunar. Foto:ESA / iStock
“Si se tiene algún problema con el carro, puede encargarlo para que lo reparen, pero en el espacio no hay posibilidad. El espacio es una dimensión diferente", añade Wörner.
Sumado a ello, se debe pensar en el descenso. A diferencia de Marte, donde las naves espaciales pueden volar a su destino y frenar con paracaídas, los alunizajes dependen completamente de los motores. Si solo hay un motor como los que tienen las sondas más pequeñas, este debe ser orientable, ya que no hay otra forma de controlar el descenso, según 'National Geographic'.
No obstante, el propulsor también debe ser capaz de aumentar o disminuir el empuje y cambiarlo durante la operación en curso, lo que representa una mayor complejidad: "Hubo décadas en las que la gente no desarrollaba módulos de aterrizaje. La tecnología no es tan común como para que puedas aprenderla fácilmente de otros", dice Nico Dettmann, líder del grupo de exploración lunar de Esa para 'The Guardian'.
Aún queda esperar que los ingenieros logren perfeccionar de alguna manera estos instrumentos y que el ser humano vuelva a la Luna, tras varios años de nuevos intentos fallidos que han impedido tener un descenso exitoso en la Luna.