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Pilas con el estrés: las enfermedades que puede causar este estado de tensión y quizás no sabía
Es una reacción natural ante situaciones percibidas como amenazantes que puede traer efectos negativos.
Puede sentir irritabilidad, ansiedad y tristeza, hasta cambios bruscos en el estado de ánimo. Foto: iStock

PERIODISTAActualizado:
La sociedad contemporánea, marcada por un estilo de vida acelerado, una constante exigencia y el avance tecnológico, indudablemente ha generado un terreno fértil para el surgimiento del estrés.
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¿Qué es el estrés?
Según lo detallado por la psicóloga y profesora de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, Karen Pérez Maraví, existen dos tipos principales de estrés: el agudo, que se manifiesta de manera inmediata frente a un evento estresante y tiende a desaparecer una vez superado el acontecimiento.
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El estrés crónico, una forma prolongada de esta reacción que puede perdurar durante semanas, meses o incluso años, acarreando consigo una serie de efectos adversos para la salud física y mental a largo plazo.
“El estrés puede ser desencadenado por diversos factores, como la presión laboral: plazos ajustados, conflictos en el trabajo, inseguridad laboral, largas jornadas y exceso de responsabilidades, así como preocupaciones relacionadas con la falta de dinero: deudas e inseguridad económica. También pueden ser fuentes significativas de estrés los conflictos familiares, amicales o de pareja, al igual que, diversos cambios importantes en la vida, tales como mudarse, iniciar un nuevo trabajo, casarse, divorciarse, tener hijos, perder a un ser querido o enfrentarse a una enfermedad grave”, afirmó la psicóloga.
El primer paso para gestionar el estrés es escuchar nuestro cuerpo y sus señales. Foto:iStock
Síntomas del estrés
- Cambios en el estado de ánimo: estos síntomas pueden abarcar desde irritabilidad, ansiedad y tristeza, hasta cambios bruscos en el estado de ánimo o una sensación de abrumamiento emocional.
- Problemas de sueño: experimentar dificultades para conciliar el sueño, permanecer dormido o despertarse sintiéndose fatigado.
- Alteraciones en el apetito: se pueden presentar pérdidas o aumentos en el apetito, lo que podría resultar en variaciones en el peso corporal.
- Agotamiento físico: experimentar fatiga constante o falta de energía, incluso después de haber descansado adecuadamente.
- Dolores corporales: padecer dolores musculares y de cabeza, así como tensión en el cuello o la espalda, malestar estomacal u otros síntomas físicos sin una causa médica evidente.
- Problemas de salud mental: el estrés prolongado puede favorecer la aparición o el agravamiento de trastornos de ansiedad, depresión y otras afecciones de salud mental.
Las enfermedades físicas y mentales desencadenadas por el estrés
- Hipertensión: cuando una persona experimenta estrés, el cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina en el torrente sanguíneo. Estas hormonas tienen efectos fisiológicos que pueden elevar la presión arterial.
- Hiperglucemia: contribuye al aumento de los niveles de glucosa en sangre. Si el estrés es crónico o recurrente, estos cambios en los niveles pueden volverse más pronunciados y prolongados, aumentando así el riesgo de desarrollar hiperglucemia en personas con diabetes o predisposiciones a la misma.
- Enfermedades cardiovasculares: además de aumentar la presión arterial, el estrés también eleva los niveles de colesterol, aumentando así el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, como la enfermedad coronaria y los accidentes cerebrovasculares.
- Dolores crónicos: el estrés puede aumentar la sensibilidad al dolor y contribuir al desarrollo de condiciones de dolor crónico, como cefaleas agudas, migrañas, fibromialgia y tensión muscular crónica.
- Neuralgias: el estrés excesivo puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo e incrementar la sensibilidad del sistema nervioso, lo que puede hacer que las personas sean más propensas a experimentar o agravar el dolor neural.
- Trastornos gastrointestinales: el estrés puede derivar en problemas como el síndrome del intestino irritable, úlceras estomacales, acidez estomacal y diarrea.
- Supresión del sistema inmunológico: esta reacción prolongada puede debilitar el sistema inmune, haciéndonos más susceptibles a infecciones virales y bacterianas.
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- Trastornos de ansiedad: el estrés crónico puede desencadenar trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno de pánico, las fobias específicas, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Depresión: el estrés puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión. Los síntomas pueden incluir tristeza persistente, pérdida de interés en actividades placenteras, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y sentimientos de desesperanza o inutilidad.
- Trastornos del sueño: este puede interferir con la calidad del sueño y propiciar el desarrollo de trastornos del sueño, como el insomnio, la apnea del sueño y el síndrome de piernas inquietas.
- Trastornos alimentarios: el estrés crónico puede causar o agravar trastornos alimentarios, tales como la bulimia nerviosa, la anorexia nerviosa y el trastorno por atracón.
- Trastornos de control de impulsos: el estrés puede fomentar el desarrollo de trastornos de control de impulsos, como el trastorno por juego patológico, la cleptomanía y la tricotilomanía.
- Abuso de sustancias: esta reacción natural puede aumentar el riesgo de abuso de sustancias, como el alcohol, las drogas ilícitas y los medicamentos recetados. En concreto, el abuso de sustancias puede ser una forma de hacer frente al estrés percibido.
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Factores de riesgo que incrementan padecer enfermedades
- La predisposición genética: este factor puede impactar en la manera en que una persona reacciona ante el estrés y en su susceptibilidad para desarrollar trastornos vinculados al estrés, como desórdenes de angustia, melancolía y afecciones del sistema cardiovascular.
- Experiencias traumáticas previas: los incidentes traumáticos anteriores, como maltrato físico, abuso sexual, violencia, accidentes graves o hechos traumáticos durante la niñez también pueden ser un factor de influencia.
- Falta de apoyo social: las conexiones interpersonales deficientes, el aislamiento social o la carencia de redes de apoyo, pueden intensificar la susceptibilidad al estrés y contribuir al surgimiento de problemas de salud mental asociados a esta respuesta innata del organismo.
- Estilos de vida poco saludables: factores como una alimentación desequilibrada, falta de actividad física regular, consumo de tabaco, alcohol y sustancias ilícitas pueden incrementar la probabilidad de experimentar problemas de salud relacionados con el estrés.
Puede tener un impacto importante a nivel cognitivo, puesto que las personas pueden presentar problemas de concentración. Foto:iStock
Estrategias para controlar el estrés
Sin duda, estos aspectos pueden contribuir a fortalecer tanto el cuerpo como la mente, para hacer frente de manera más efectiva al estrés cotidiano y, en consecuencia, disminuir los efectos negativos en la salud general.
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“Otra gran estrategia para poder disminuir el estrés y mejorar el estado de ánimo, es la práctica del autocuidado, es decir, dedicar un momento del día para diversas actividades que sean placenteras y que promuevan el bienestar integral, como los hobbies, la lectura, el arte, la música o el tiempo al aire libre. De igual modo, la práctica de técnicas de relajación puede ser muy beneficiosa para la salud. Por ello, podemos considerar técnicas, como la respiración profunda, la meditación, el yoga, el taichi, la visualización o la relajación muscular progresiva”, aconsejó Karen Pérez.
Además, es fundamental que el especialista en salud mental realice una evaluación exhaustiva para comprender la naturaleza y la severidad del estrés, así como sus repercusiones en la salud física y mental de la persona.
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