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Una psicóloga renunció al celular y contó cómo funciona la desintoxicación tecnológica
Durante su juventud, Clara Oyuela decidió embarcarse en un viaje lejos de la conectividad y más cerca de sus emociones.
Clara, nacida en Buenos Aires en 1981, ha dedicado su vida a explorar las emociones humanas a través de su trabajo en educación y sus talleres para niños y adolescentes. Foto: instagram: @claraoyuela
En una era en la que la tecnología se ha vuelto omnipresente en nuestras vidas, desconectarse se ha convertido en un acto de rebeldía.
“Es un desastre lo que permitimos”, asegura Clara Oyuela, una psicóloga, psicodramatista y escritora, señalando la responsabilidad de los adultos frente a la dependencia tecnológica de los jóvenes.
Clara, nacida en Buenos Aires en 1981, ha dedicado su vida a explorar las emociones humanas a través de su trabajo en educación y sus talleres para niños y adolescentes. Ha compartido sus experiencias y conocimientos mediante libros y conferencias, como su charla TEDx en Bariloche sobre la desconexión de las pantallas.
Sus obras, 'Una flor en las estrellas', 'Crónicas de una abstinencia' y su próximo libro 'La Luna más bonita', reflejan una búsqueda profunda de sentido en un mundo saturado de estímulos digitales.
Tras viajar por América, se estableció en la Patagonia hace nueve años con sus hijas, Azucena y Miranda. En este entorno, Clara encontró el espacio necesario para reconectar con lo esencial y emprender un proyecto de desconexión que desafía las normas establecidas sobre nuestra relación con la tecnología.
Durante su juventud, Clara decidió embarcarse en un viaje lejos de la conectividad y más cerca de sus emociones. En una “combi con plumas”, recorrió el continente hacia el norte, buscando una cercanía con el otro. Con solo una computadora para escribir su diario de viaje, ella y su marido se alejaron del internet.
Este viaje no solo fue una aventura, sino también una pista sobre cómo podría lograr la desconexión en el futuro: “Esa fue mi pista, un guiño de hacia dónde podía ir cuando me sintiera agobiada de la tecnología”.
Para Clara, esta experiencia fue un descubrimiento profundo sobre sí misma y su relación con el mundo. Reflexionó sobre la dependencia tecnológica que nos rodea y cómo afecta nuestra salud mental y emocional. “Todo el tiempo lo compruebo. En esta vorágine tecnológica nos perdemos de nosotros mismos. Nos volvemos muy ansiosos. Una de las cosas que potencia la ansiedad que padecemos es el uso que le damos a la tecnología”, confía Oyuela.
Alejarse del celular puede causar altos niveles de ansiedad, impaciencia y tensión. Claradescribe los efectos físicos al dejar el teléfono: “Los primeros 10 días sentí mucha calma. Me sentía intoxicada”. Sin embargo, no es un proceso sencillo. La escritora relata cómo cayó en la tentación y retomó su teléfono después de más de una semana de desconexión: “Lo volví a agarrar. Me hice trampa a mí misma, saltando las reglas que yo misma me había escrito. Prendí el celular”.
Este proceso, aunque difícil, le permitió explorar un nuevo tipo de silencio y calma. La ausencia del constante estímulo tecnológico le ofreció una perspectiva diferente sobre el tiempo y el espacio personal.
“La realidad es que, cuando uno lo apaga, aprende de un nuevo silencio. Al principio es mucha incomodidad, pero es un aprendizaje. Es habitar un tiempo diferente al que estamos habituados. Cuando lo apagas, la noción del tiempo cambia. Te transformas en un observador que roza lo siniestro”, explicó.
“No lo sé. Sí, creo que, por suerte, estamos en un momento bisagra, crucial (...) Es el momento en el que la problemática está puesta sobre la mesa. Se está empezando a hablar a nivel mundial, en salud e, incluso, educación”, agregó la autora.
Clara ha identificado la introducción temprana de los celulares en la vida de los niños como una cuestión crítica a abordar. “La pregunta más importante y que hay que debatir en primer lugar es: ¿cuál es la edad conveniente para tener un primer celular inteligente? La edad a debatir tiene que ser entre 14 y 16 años y, hoy en día, hay niños de cinco que tienen un celular”, advirtió.
La psicóloga subraya la urgencia de tomar medidas inmediatas para cambiar la tendencia actual y proteger a las futuras generaciones: “Es urgente. No sabemos muy bien cómo fue que llegamos a esto, pero se nos vino el problema encima a todos. Hoy tenemos la posibilidad de hacer las cosas diferentes para las generaciones que vienen. Estamos a tiempo de no repetir lo que, lamentablemente, hicimos con las generaciones actuales de niños y adolescente. Es un desastre lo que permitimos”.
Clara ha identificado la introducción temprana de los celulares en la vida de los niños como una cuestión crítica a abordar. Foto:iStock
Hacia un uso controlado del celular
Clara aboga por un equilibrio entre los beneficios de la tecnología y sus riesgos. “Pongo un signo de pregunta: ¿qué tanto nos ayuda? No hay que aclarar los beneficios que tiene lo tecnológico, pero el lado ‘B’ que también tiene es súper nocivo. ¿Cómo hacemos para encontrar ese equilibrio para que no sea una vida ‘sin tecnología’?”, cuestionó.
Propuestas como la implementación de políticas públicas y medidas individuales son esenciales. Clara menciona ejemplos de otros países que han restringido el uso de celulares en escuelas: “Lo que hace falta son medidas políticas en lo macro para poder contener esta problemática. Esto se está hablando en diferentes puntos del mundo", expresó.
"Hay países que decidieron sacar los celulares de sus escuelas: Países Bajos, Reino Unido, Portugal, Italia, Finlandia, Suecia dio marcha atrás y volvió al libro. La Unesco advirtió que el uso del celular en las escuelas interfiere en la concentración, en el aprendizaje y en la vinculación de los niños y adolescentes”, añadió.
La psicóloga enfatiza la necesidad de implementar políticas específicas para regular el uso de celulares entre los jóvenes y sugiere alternativas más seguras para la comunicación.
“Lo que necesitamos es que aparezca un Ministerio de Salud y de Educación que tome medidas sobre esto. Que haya leyes en donde no le tengamos miedo a la palabra ‘prohibición’. Creo que hay que ordenarse. El celular inteligente, por lo menos hasta los 14 años, debería estar prohibido. Las redes sociales deberían otorgar , recién, a los 16 años”, comentó la psicóloga.
Clara concluye destacando alternativas de comunicación previas al uso del celular inteligente y la importancia de generar políticas para un uso controlado.
“Hay alternativas de comunicación con nuestros hijos previo al celular inteligente. Hay ideas muy creativas. Compañías de celulares lanzaron modelos nuevos, recreando los que usábamos antes, sin a internet, ni a redes sociales, que es justamente el riesgo. Todas las problemáticas se generan a partir del celular con internet. Hay que ponernos de acuerdo y generar políticas”, puntualizó.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.