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Entrevista

'Cartas sin remitente', de Andrea Sarmiento, un libro para salir de las cajas físicas y mentales

Cambiar el ‘pero’ por ‘y’, ser flexible y lanzarse a buscar la ‘libertad intelectual’ de la que habla Virginia Woolf son las invitaciones que hace la escritora bogotana en su nuevo libro.

La escritora bogotana Andrea Sarmiento presenta su libro Cartas sin remitente.

La escritora bogotana Andrea Sarmiento. Foto: Cedida por la escritora

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Si usted es mujer y ha sentido frustración al ver las publicaciones de las ‘deportistas de internet’ con el resumen de kilómetros recorridos y las calorías consumidas; o también, si ha sufrido de maltrato físico y emocional por parte de su pareja, sin dejar de lado los tabúes impuestos hacia su sexualidad y el disfrute de la soledad, este libro es para usted.
Se trata de 'Cartas sin remitente', un libro que surgió de una mezcla de sesiones de coaching, clases de programación neurolingüística, talleres de tantra, chequeo de un ‘algo que debemos hacer antes de morir’, tiempo libre, autogestión e irresponsabilidad (en palabras de su autora).
La escritora bogotana Andrea Sarmiento presenta su libro Cartas sin remitente.

125 páginas
Editorial Gente Nueva
Precio: 6,99 Libras esterlinas (38.350 COP). Solo se vende directamente a través del blog de la escritora
Foto:Cortesía

“Sí; uno mira para atrás y dice: ¡qué irresponsabilidad haber publicado este libro”, dice Andrea Sarmiento, una publicista bogotana que a sus 32 años (en 2020) autopublicó la primera temporada de cartas escritas por ella, sin destinatario alguno. Precisamente, desde la elección del título, la autora reconoce con gracia su ‘irresponsabilidad’.
“Son reflexiones acerca de lo que he vivido. Unas cartas que se le escriben a la nada. Cartas sin remitente, porque tan corto es aún mi vocabulario que cuando elegí el nombre, creí erróneamente que el remitente era el que recibía la carta”, escribe Andrea en el prólogo, en donde reconoce más lagunas en las que cayó al navegar otras aguas creativas (las de la literatura).
“’El prólogo es muy importante’ —Me dice el editor. Entro en pánico porque ni siquiera sé qué es un prólogo (...) Escribía en mis diarios como una niña de tercero de primaria, a mis 30. Sin tildes ni puntuación. No era necesario porque nadie lo leía. A nivel laboral tampoco tenía lío gracias al autocorrector”, añade la bogotana radicada en Londres.

¿Cartas sin remitente fue un resultado de la pandemia?

Sí, lo escribí en plena cuarentena; con el tiempo libre que me quedó ya no hubo más planes sociales y por ello me dediqué a escribir. Lo lancé en diciembre de 2020 y, en febrero de 2021, entró a la Librería Nacional en donde duró un año. Fue todo un proceso de autogestión, desde su diagramación, hasta su mercadeo (no envié el manuscrito de la primera temporada a ninguna editorial porque no sé cómo se hace ni a quién recurrir). No pensé que tuviese alcance comercial, pues fue un proyecto para mí, era una de las cosas que quería chequear en mi vida (dicen que uno debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro) y nunca pensé que alguien lo comprara; mandé a hacer 100 copias y les dije a mis padres: ‘si nadie lo compra, les regalo esto a mis amigos y familiares de Navidad, cumpleaños, etc.’. Pero estuve en ferias del libro en Santa Marta, FILBo, Cúcuta, etc.

¿A qué considera que se debió este auge?

Más que a la calidad literaria, a la identificación y el reconocimiento de las lectoras en cada personaje o anécdota de cada carta.

¿Cuál es el componente autobiográfico de este libro?

Tuve un proceso de coaching porque tengo conflictos con mi cuerpo; para mí, este es inadecuado al salir de los estándares de belleza colombianos. Dicho coaching fue con Camila Serna, la autora de 'Yo debiera ser flaca'; al dejar de pensar en dietas, culpa y sentirme mal cada vez que comía un brownie o me veía al espejo se liberó mi capacidad mental y ello me permitió escribir este libro. Por ello está la carta de despedida al cuerpo soñado.

Una carta es de una madre a su hija y aborda el maltrato físico. ¿Quién es el remitente?

Fue una experiencia de mi mejor amiga quien al ver que yo empecé a compartir mis cartas en mi blog quiso contarme su historia de violencia por parte de su pareja. Quiso hacerlo público pues me dijo que si ella hubiese leído un caso similar al de ella, con un final ‘feliz’ y saliendo del maltrato, las cosas en su vida hubieren sido diferentes. El aprendizaje no fue solo para ella, pues siento que quienes no hemos vivido maltrato físico tendemos a juzgar a quienes sí lo han vivido.

¿Cuál fue la carta que más disfrutó escribir?

Hubo dos. Una fue la carta a la soledad, porque me permitió entender que la soledad no está mal y que las mujeres solas no somos malas. Verme como una narradora que ve la situación me dio otra perspectiva de ella. Y la segunda fue ‘Bendito mr. Finger’ pues fue catárquico decir: ‘es mi sexualidad, yo miro a ver qué hago con ella y es mi problema si quiero estar con 50 hombres o con uno solo en mi vida’; además el tema de la masturbación me lo castraron hasta los 29 años y conocerla mediante un taller de tantra fue casi revelador. Y ello lo reconozco en esta carta.

El amor es transversal en el libro.

Sí, es que me encantan los amores imposibles. En Londres tengo un club de lectura en donde hablamos tranquilamente, como amigas, y el tema de los prejuicios hacia el amor y la sexualidad es transversal en cada encuentro (son dos horas de lectura y una, de chismes). Uno en Colombia no puede vivir tranquilamente su sexualidad –si a uno le gusta alguien, debe hacerse la difícil y ‘no dárselo’ tan rápido, por ejemplo– y hay muchas restricciones moralistas que aquí en Londres no existen pues los hombres entienden que las mujeres somos seres sexuales; no existe el juzgamiento social ni el moralismo rancio y desequilibrado que existe en Colombia, en donde entre más mujeres tienen los hombres, mejor; pero entre más hombres tenga una mujer, es una cualquiera.

Usted propone cambiar el ‘pero’ por ‘y’. ¿Cómo llegó esta estrategia a sus cartas?

Esto salió de un curso de programación neurolingüística que tomé. Nos explicaban que el ‘pero’, elimina todo lo que uno dice antes; por ejemplo: ‘te amo, pero…’ ese ‘pero’ significa que no me amas. En la carta lo usé para entender la complejidad del ser humano desde la definición de la coherencia humana y la autocompasión.

¿Viene una segunda temporada?

Sí; habrá más cartas al amor, al cuerpo y a la soledad, pues son los temas con los que aún tengo mucho conflicto. Que le haya hecho el duelo al cuerpo soñado, no significa que todos los días me guste y lo ame. Lo más novedoso será que comencé a escribir a mis lugares colombianos y mundiales queridos (y en donde hubo amores): habrá cuatro cartas a Bogotá, una a la Serranía de La Macarena, una a una ciudad de Turquía, etc. 
PILAR BOLÍVAR CARREÑO 
Para EL TIEMPO
@lavidaentenis

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