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‘A Gabo le gustamos; a Julio Cortázar, no sabemos’: Les Luthiers

Seis argentinos forman una de las expresiones culturales más originales. En 2018 van por más risas.

Los integrantes actuales de Les Luthiers: Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Horacio ‘Tato’ Turano, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Jorge Maronna.

Los integrantes actuales de Les Luthiers: Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Horacio ‘Tato’ Turano, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Jorge Maronna. Foto: Tomada de lesluthiers.com

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Acaba de constituirse en Buenos Aires el conjunto de instrumentos informales 'Les Luthiers'. Se trata de una agrupación de música de humor formada por cuatro exintegrantes de I Musicisti: Jorge Maronna, Daniel Rabinovich, Gerardo Masana y Marcos Mundstock, siendo estos dos últimos los creadores musical y teatral, respectivamente, de ‘¿Música? Sí, claro (Biografía musical de Johan Sebastian Masana en el Arte y Ciencias)’ y de ‘Imyloh (I Musicisti y las óperas históricas, en el Di Tella)’.
Dos semanas después de su formación, ocurrida el 4 de septiembre de 1965, y por medio de un boletín, se presentaba formalmente el grupo, que recibió el viernes 20 de octubre el premio Princesa de Asturias en la categoría comunicación y humanidades.
La última vez que se coronó a un argentino fue en el 2014, y el reconocimiento –que muchos consideran el Nobel español– quedó en manos de Joaquín Salvador Lavado, Quino.
“Es una confusión pensar que es un premio de habla hispana –se apura en aclarar Marcos Mundstock–, es como un Nobel que, en vez de entregarlo en Suecia o en Noruega, lo otorgan en España. Lo aclaro porque, si no, uno se queda con la sensación de que es un premio de lengua hispana”.
“Es un gran premio internacional que destaca distintas disciplinas –arremete Carlos López Puccio–. Lo ganaron personalidades como Woody Allen, Bob Dylan, Umberto Eco, Francis Ford Coppola...”
Ustedes fueron nominados en varias oportunidades
Jorge Maronna (J. M.): Estábamos casi resignados. Son tantos los capos, los genios en los diferentes rubros. Para nosotros siempre fue un honor ser parte de esa lista. En nuestra categoría estaban los directores de ‘The New York Times’ y de ‘The Washington Post’, Martin Scorsese... Es un premio a la comunicación.
***
Su original tratamiento del lenguaje, de los instrumentos musicales y de la acción escénica atrae a cientos de miles de espectadores de todas las generaciones, que han convertido a Les Luthiers en un espejo crítico y en un referente de libertad en la sociedad contemporánea, destacó el jurado que consagró al grupo.
En estos 50 años se han realizado diversos estudios acerca de sus espectáculos. Hay una amplia bibliografía que explora el universo Les Luthiers e investigaciones académicas que analizan los cambios culturales a través de sus obras...
Carlos López Puccio (C. L. P.): Con algunos libros que escribieron sobre Les Luthiers me pasa que los leo y digo: “pero esto no lo pensamos”. Hay estudiosos que ven ciertas vertientes, como unos lingüistas colombianos que hicieron un estudio muy complejo.
Marcos Mundstock (M. M.): In-compren-sible.
J. M.: Un estudio muy sesudo, muy erudito, un complejo análisis lingüístico de nuestra obra.
El premio lo recibieron en Oviedo de manos de dos confesos iradores: el rey Felipe VI de España y la reina Letizia Ortiz.
M. M.: Quiero aclarar que el rey no tuvo nada que ver. Él no votó, lo hizo un jurado.
C. L. P.: La que es seguidora desde jovencita es Letizia, los padres la llevaban a vernos. Tengo entendido que ella les contagió su pasión a sus hijas y a su marido.
J. M.: Recuerdo una vez que Felipe y Letizia vinieron a vernos sin que nadie nos avisara. En un momento en el que estábamos sentados en el escenario, Puccio me dijo : “Che, ese que está en la fila tres es el rey”. Era el príncipe entonces. Se veía una silueta alta.
C. L. P.: Alta y con polera (jersey), siempre con polera, le faltaba la coronita. La primera vez que vinieron a vernos nos avisaron y nos pidieron que nadie sacara fotos.
M. M.: Antes venían de incógnito, pero ahora la gente saca fotos con los celulares y la imagen se viraliza. Es el gran cambio, todo se comparte por internet.
***
El ‘show’ debe continuar. Fue Daniel Rabinovich quien los instó a mirar hacia adelante ante la muerte del querido Masana: “Por Gerardo (uno de los fundadores del grupo y quien falleció el 23 de noviembre de 1973) tenemos que seguir”. Esa misma idea caló hondo cuando el 21 de agosto del 2015 falleció Rabinovich. A los dos días el grupo volvió a subir a un escenario, a pesar de que ciertos fanáticos pedían su retiro. “Esos comentarios fueron de los seguidores más ortodoxos. De hecho –señala Martín O’Connor–, algunos fueron bastantes agresivos con sus observaciones en las redes. El aplauso final, en cada espectáculo, te da la razón de por qué seguir”.
Esta formación no es antojadiza, todos fueron elegidos a través de un ‘casting’ muy riguroso. Debieron pasar por varias pruebas y ganarle a gente muy talentosa
Aclara Mundstock: “Esta formación no es antojadiza, todos fueron elegidos a través de un ‘casting’ muy riguroso. Debieron pasar por varias pruebas y ganarle a gente muy talentosa. Además, hace años que ellos están con nosotros. Durante mucho tiempo fueron reemplazantes nuestros, jugaron en el banco de suplentes y estuvieron siempre listos para entrar en los momentos que necesitábamos de un reemplazo. No es que un día trajimos a un actor y lo pusimos en el escenario. También es justo que nombremos a Roberto Antier, un gran actor y director que está listo para ocupar el lugar de cualquiera de nosotros”.
En YouTube, los videos de sus espectáculos tienen miles de visitas, no conocen fronteras y les abrieron las puertas hacia un nuevo público.
M. M.: Pensar que por años nos la pasamos escondiendo el material, no lo grabábamos porque creíamos que después no lo íbamos a poder hacer, que la magia se iba a perder. YouTube nos acercó a un nuevo público.
Tomás Mayer-Wolf (TMW): Hoy nos pasa que muchos se acercan a los videos y después se animan a vernos en vivo.
Sin duda, los videos ‘online’ son una ventaja, sobre todo en muchos de los lugares que quieren tenerlos en los escenarios y a los que lamentablemente no llegan. ¿Pensaron alguna vez en crear una especie de franquicia o en armar grupos satélites?
C. L. P.: Se nos cruzó varias veces. Hasta pensamos en clonarnos.
J. M.: Cuando cumplimos 40 años, Lino Patalano (agente de la agrupación desde 1995) organizó un concurso del que surgió un grupo de jóvenes que hacían obras nuestras (incluyeron mujeres). Fue muy raro ver nuestras obras hechas por otros.

Hombres con moñitos

“El esmoquin fue en parte herencia de nuestro origen coral –comenta Marcos Mundstock–, nosotros germinamos en aquella época en la que si bien todo era maravilloso, éramos pobres. En los recitales usábamos trajes oscuros; si no tenías uno negro, mandabas a teñir lo que tenías a la tintorería. Si te acercabas y mirabas cada uno de los trajes, no encontrabas dos iguales”.
J. M.: Y con corbata, no con moñito.
M. M.: Sí, correcto, con corbata. Cuando empezamos, heredamos eso, hasta que llegamos al esmoquin con moñito. Y nunca más cambiamos, esa fue la perfección. El esmoquin es la ausencia del vestuario, es como la malla del bailarín, el neutro. Para nosotros es un orgullo haber podido hacer de viejecita, de marinero, de piratas, de nenes, lo que te imagines, vestidos así.
C. L. P.: Yo quería un tutú, pero no me dejaron.
M. M.: Él usa tutú, pero en privado.
Horacio ‘Tato’ Turano (H. T.): Con la escenografía pasa lo mismo: telón rojo y fondo negro.
M. M.: A toda esa ausencia le agregaría la complicidad del juego. Hemos mantenido ese espíritu, el de tipos que en escena están divirtiéndose, y con el avance de nuestra senectud no solo no empeoró, sino que cada vez es más irable.
C. L. P.: Cada vez es más difícil de fingir.
Martín O’Connor (M. O.): Cuando entré al grupo lo que más me sorprendió fue ver detrás del escenario a estos tipos jugando, divirtiéndose como adolescentes. El secreto es divertirse, eso fue lo primero que me dijeron.
***
Resulta imposible que las anécdotas no se cuelen en cada momento de la charla entre estos seis hombres. Así aparece el ajiaco que compartieron en Colombia con Gabriel García Márquez, en casa de Daniel Samper Pizano, biógrafo y amigo de la agrupación.
Gabo fue a vernos con Daniel al teatro Colón de Bogotá y le encantó. Nos invitaron a comer, no sé por qué estábamos todos apretados.
C. L. P.: Gabo fue a vernos con Daniel al teatro Colón de Bogotá y le encantó. Nos invitaron a comer, no sé por qué estábamos todos apretados. Yo estaba sentado contra la pared al lado de Gabo, conociéndolo. Fue una velada inolvidable.
J. M.: Nos contó que después de publicar un artículo para 'Playboy' pudo comprar una computadora. Lo que podía hacer con esa máquina era cosa de marcianos para nosotros.
C. L. P.: A mí me gustó mucho cuando nos contó la historia de cómo mandó por correo 'Cien años de soledad' a la editorial Sudamericana. Lo hizo en dos partes, porque no tenía plata.
M. M.: Otra anécdota, opuesta, que parece una joda, es que Cortázar vino a vernos al Lasalle. Se metió en la última fila y después se fue. Nunca más lo vimos.
J. M.: ¿No le gustó?
M. M.: No sabemos. Y a esta altura nunca lo sabremos.
***
Lejos quedaron esos casi 20 años de terapia grupal con el analista Fernando Ulloa. Sin embargo, por momentos parecen necesitar volver al diván, aunque lo niegan a viva voz. Aquellas sesiones, que abandonaron en 1992, ayudaron a reducir las discusiones estériles, a reconocer el valor de los demás y a dar rienda suelta a la creatividad. “Muy excepcionalmente hacíamos cosas creativas en grupo”, destaca López Puccio.
J. M.: Nosotros trabajamos mucho frente a frente, en silencio. Tuvimos momentos de reuniones creativas colectivas que después desaparecieron y pasó a ser un trabajo más individual. El Negro Fontanarrosa participó de algunos encuentros grupales (el rosarino fue colaborador creativo). Una de las piezas enteras del Negro es la que Carlos Núñez Cortés termina en escena hecho un nudo (‘Canción para moverse’).
M. M.: Hablando del Negro, recuerdo la época en la que era soltero y él venía de Rosario y se quedaba en casa. Comíamos juntos, íbamos al cine, esas cosas. Codo a codo escribimos el ‘Monólogo de Oblongo’. Lo hicimos en una mesa. Es uno de mis orgullos. Después hicimos un laburo para una película, pero la historia solo quedó en un guion.
M. O.: Hay que hacer cine.
M. M.: Y sí, solo nos queda ganar el Óscar, el Nobel. El Grammy Latino ya lo tenemos.
¿Una película sobre el ya mítico Johann Sebastian Mastropiero?
M. O.: Se convirtió en uno de los personajes ficticios más famosos. En los espectáculos nos referirnos a él como el anteriormente mencionado, porque cada vez que lo nombramos no dejan de aplaudir, de gritar.
***
Con tres shows de antologías que presentan en simultáneo, ‘¡Chist!’, ‘Viejos Hazmerreíres’ y ‘Gran Reserva’, el sexteto ya imagina cómo será el nuevo espectáculo que llegará a los teatros en el 2019. “Estamos revisando apuntes que puedan progresar –anticipa Maronna– y pensando con nuestro ‘luthier’ Hugo Domínguez algún instrumento nuevo”. Como bien detalló Fernando Ulloa en su evaluación final y Pablo Mendelevich rescató en su libro ‘Neneco’, “los obstáculos en el camino de Les Luthiers se han convertido en descubrimientos” en la madurez.
* El texto original de esta entrevista fue editado por EL TIEMPO.
FABIANA SCHERER
LA NACIÓN (Argentina) - GDA

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